En los incendios, apagándolos querría yo ver a los ecologistas y animalistas, esas asociaciones aberrantes que, como único fin éste no es otro que vivir del cuento, como lo hacen cientos de miles de gandules que se dedican a la política y, los aludidos como defensores de la madre naturaleza son otro tanto de lo mismo, gente sin oficio ni beneficio pero que, aferrados a estas causas antes dichas, muchos viven como reyes.
Hay que ser muy estúpido para que alguien se crea que los incendios son fortuitos, eso no se lo cree ni el burro que afirma que los mismos son producto del cambio climático. Detrás de cada incendio hay un criminal que, como se demuestra, los tenemos por miles a lo largo de toda España; gentes sin escrúpulos, algunos hasta cumpliendo órdenes y la gran realidad, España en llamas.
Vivo en una zona rural rodeado de millones de pinos y, para nuestra fortuna, acá no ha llegado o no existe, el criminal aludido que, como pirómano disfruta tanto como cuando Nerón quemó Roma. Es más, todo lo que los ecologistas pregonan es una puta mentira porque, entre otras cosas, vi trabajar a mi padre en el monte durante muchos años en que talaban los pinos como tarea y, en pleno bosque, una multitud de trabajadores fumaban, hacían fuego para calentarse la comida y jamás hubo el menor conato de incendio cuando, los menesteres que dichos hombres practicaban eran el auténtico caldo de cultivo para los incendios y, como digo, jamás ocurrió.
¿Queréis más pruebas de que todos los incendios son provocados, estúpidos de mierda por aquello de los ecologistas? O sea que, tiene uno un pino de su propiedad en su parcela y si lo corta sin la debida autorización puede parar en una cárcel. Por el contrario, si se cogiera a un pirómano con las manos en la masa no pasaría nada, lo tengo clarísimo. Bien es cierto que, provocar un incendio es la acción más criminal que un tipo pueda llevar a cabo porque siempre está impregnada de la nocturnidad, alevosía y la cobardía a sabiendas de que nadie te identificará.
Recuerdo que, siendo joven, apenas veíamos encendido alguno y si ocurría era algo muy esporádico pero, aunque a muchos les suene raro, los incendios fuertes comenzaron en el mismo momento en que disfrutábamos de lo que algunos cafres denominaban como la libertad, mentira puta que le dijeron al pueblo español cuando descubrieron el cuento de la política de la que cientos de miles, yo diría que algunos millones viven de esa asquerosa profesión en que, la mentira, casi siempre, es el primer baluarte.
Lo del cambio climático suena convincente para tantos idiotas que no han profundizado en nada, no saben de nada y para colmo se creen todas las mentiras que les cuentan los políticos. Unos mal nacidos han querido quemar España y, como se comprueba, arde por los cuatro costados, a sabiendas de que su anonimato nunca les delatará pero, esos criminales, con nombre y apellidos hasta es posible que tengan un mandado explícito para cometer semejante aberración, la que nos llevará al precipicio.
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