jueves, 14 de julio de 2022

PAMPLONA 9ª. Toros, toreros y fiesta / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Perera y Roca Rey. Fotograma: Plaza Toros TV

Tras cuatro rotundas faenas, Perera y Roca Rey salen a hombros. Ureña corta una oreja. Gran corrida de Victoriano del Río, dos toros de bandera. Vuelta al tercero…

Toros, toreros y fiesta

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro / Cali, VII 13 2022
La gente salió discutiendo si la vuelta al ruedo de “Jaceno” la mereció más “Bocinero”. El ganadero Pablo del Río tiró por el medio ante las cámaras: “Dos toros para el recuerdo”. Ambos bravos, ambos bien lidiados, ambos de fondo, pero distintos. El uno, livianito de nobleza excepcional y el otro, más de Pamplona, de mayor exigencia y emoción. Seguramente compitan los dos por el podio de la feria. Pero el cuarto y el sexto (que se rajó al final) también rayaron alto y brindaron una oreja cada uno, que de haber sido mejor muertos quizá hubiesen sido las dos. El segundo y el quinto contrastaron, por sosos, pero también embistieron francos.

La corrida, cinqueña, en la tónica de la plaza, mas no en su romana tradicional (535 kilos promedio), seria, muy astifina, de amplias cunas, buena lámina y firmes patas, corrió, cumplió en los petos y dio tema de toreo.

Desde la primera verónica de la tarde, (fueron cinco y media en tanda), la cosa se puso buena en el tendido. Las embestidas codiciosas, el tranco y los regresos alegres aconductaron las parranderas peñas y las centraron en el ruedo. Claro en gran parte porque la templanza, lentitud y ritmo de Perera con la capa las enaltecieron. Solo desentonó un marronazo de Rodríguez, que abrió un tajo en el costillar, aunque luego enmendó atenuando el castigo. Juan Sierra y Vicente Herrera, sacan la cara por la cuadrilla y saludan un terció en el que los dos últimos pares fueron de caché. Pero hablando de tonos, la faena, después de un introito explosivo de rodillas para dos por alto, tres en redondo, costado, cambio de mano y pecho, sin incorporarse, comenzó a fluir como una seguidilla sobre una guitarra bien afinada. Sin nota perdida. El galope y la mano acompasando, la horda y la banda empujando y la fiesta desbordando. Fueron ocho tandas frondosas, por uno y otro pitón, un cierre por luquesinas, una igualada en el momento preciso, un volapié a ley, la estocada levemente descentrada, un aviso y una oreja quizá de las más valiosas entre tantas que se han dado. Una señora faena y un señor toro ovacionado en el arrastre.

Ya no saldría otro toro igual en la tarde. “Dulce” el cuarto iba bien, pero salía carialto y distraído. La honesta porfía que tenía poco eco entre los merendantes (todos), logró echarlo a más, humillo, se entregó y además pasó algo que Pamplona privilegia; la suerte suprema. Un estocadón sin puntilla que ganó la puerta grande y la ovación para el que no prometía.

Roca Rey, se las vio con el más imponente de la corrida, el tercero, negro, número 23, 570 kilos, gran arboladura y cuajo. Levantisco en el saludo de capa, se agarró a lo bravo con Sergio molina en las varas, y acometió con fiereza las cinco mecidas verónicas del quite, tras las cuales accidentalmente el capote cayó al suelo. Ambel y Algaba parean bien. El peruano no brinda, se siembra vertical en el platillo, espera impasible el misil que sale disparado de las tablas y le cambia el viaje tres veces por la espalda, tres por la barriga, para dar uno por alto, un derechazo y cerrar con uno de pecho, sin haber pestañeado. Arriba el estruendo se salía de madre. Pero abajo la serenidad comenzó a erigir una faena sobre las piedras bases de la tauromaquia. 
Primero que todo la verdad, las ventajas al toro, y luego los cánones, parar, templar, mandar, cargar la suerte y ligar con estética y sin trampa ni cartón, en jurisdicción de cacho. Este se queda donde pocos se ponen y se queda lo que nadie se queda. Eso es lo que lo avala. En esas condiciones, la faena sobre la gran transmisión del toro tenía una solidez y un arrebato irrefutables. Un cambiado, seguidos de ocho naturales, otro cambio, una derecha, otro cambio, un natural y un desdén en los medios donde pasaba todo. Y para abrumar, en corto, donde se cuecen las habas, impertérrito entre semejantes guadañas, para un lado y para el otro largamente, ejerciendo y proclamando el dominio total del toreo. Un pinchazo arriba y una estocada desprendida pero letal sin puntilla, no impidieron la petición escandalosa de la oreja concedida. Pero Doña María Caballero Martínez, también sacó el pañuelo azul de la vuelta al bravo que nadie había pedido. Potestades del rango. Allí empezó la discusión de por qué no al primero. Así de buena estaba la cosa.

El sexto no fue lidiado con menos enjundia y poder, pero al final se rajó. Entonces, allí en las tablas, se tiró a por todas, pinchó una vez y luego liquidó con una estocadón sin puntilla no solo de oreja sino de puerta grande.

Los dos de Paco Ureña, también embistieron y con lealtad, pero sin bravura. Fueron sosos ambos y embotaron la emoción que buscó a riesgo el lorquino. Encima, tras cuatro pinchazos y un aviso le puso el estoque caído al segundo. Con el quinto, la brega de aire tristón iba del aburrimiento al olvido, de no ser porque la estocada vertical y desprendida partió a ”Misigato” como un rayo, y todo el mundo sabe, cuanto vale aquí eso,

Victoriano del Río. Mantiene su cotización y es más compite por los trofeos de este festivo y exitoso San Fermín 2022.

FICHA DEL FESTEJO
Miércoles 13 de julio 2022. Pamplona. 9ª de San Fermín. Sol y calor. Lleno. 
Seis toros de Victoriano del Río, cinqueños, bien presentados, encastados y nobles destacaron los bravos 1º y 3 al cual se le dio vuelta al ruedo.

Miguel Ángel Perera, oreja tras aviso y oreja.
Paco Ureña, silencio tras aviso y oreja.
Roca Rey, oreja y oreja.

Incidencias: Saludaron, Juan Sierra y Vicente Herrera tras parear al 1º y Antonio Chacón tras parear al 6º. Al final de la corrida salieron a hombros Miguel ängle Perera y Andrés Roca Rey.

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