José María Manzanares
"...Ahora, en el olimpo del toreo, para su fortuna y desdicha nuestra, se comporta como una auténtica figura; toros cómodos de las ganaderías comerciales, a poder ser arreglados en sus pitones y, lo que faltaba, no quiere abrir carteles porque eso no da caché, razón por la que endilga por delante un rejoneador quitándole categoría al festejo o, en su defecto, doctorando a cualquier indocumentado..."
El señorito no quiere abrir carteles
Pla Ventura
23 Agosto 2022
Los caprichos de los señoritos sin inverosímiles. Es el caso de Manzanares que, como demuestran sus hechos no quiere abrir carteles. Las figuras, como suele suceder siempre, solo buscan la comodidad, aliviarse en todo lo que puedan, por consiguiente una manera velada de engañar a las gentes; nunca al aficionado porque no tragamos pero, a la gente de paso y que acude a los toros de forma circunstancial, pobrecitos todos ellos porque no saben lo que están soportando con estas gentecillas.
Visto lo cual, recuerdo que nos quejábamos de la actitud de su señor padre, el inolvidable José María Dols Abellán que popularizó por todo el mundo el apodo que tenía su padre, Manzanares. El señor padre del interfecto aludido, al repasar la historia comprobamos que mató toros de ganaderías que, su hijo no las querría ver ni en el campo; caso de Victorino Martín, Palha, Cebada Gago, Santa Coloma y tres mil encastes más. Por eso digo que, nos quejábamos de aquel torero y los hechos nos han demostrado que su hijo será figura porque así lo decidieron porque en sus tres primeros años de matador daba pena verle. El Niño de la Capea hubiera firmado porque a su hijo le hubieran consentido como al chico de Alicante.
Ahora, en el olimpo del toreo, para su fortuna y desdicha nuestra, se comporta como una auténtica figura; toros cómodos de las ganaderías comerciales, a poder ser arreglados en sus pitones y, lo que faltaba, no quiere abrir carteles porque eso no da caché, razón por la que endilga por delante un rejoneador quitándole categoría al festejo o, en su defecto, doctorando a cualquier indocumentado y, llegado el caso de Madrid confirmando alguna que otra alternativa, todo por no ser el primero en salir a la arena.
¡Y nos quejamos de Morante! El de La Puebla, hacedor de los mismos defectos que todas las figuras, en el peor de los casos no tiene empacho en ser el primer espada, cosa que ocurre casi a diario. Puesto que, para Manzanares, abrir un cartel se ha convertido en toda una tragedia, el remedio lo tiene en su mano y, lo que es mejor, su apuesta le saldría redonda. Es decir, echar mano de los diestros artistas con más años de alternativa que el alicantino y, todo arreglado.
A ver, Manzanares, hijito, te voy a dar una lista de toreros que, con más años de alternativa podría hacerte el favor y, lo que es mejor, los carteles quedarían muy rematados. Ahí está el caso de Curro Díaz, Finito de Córdoba, Diego Urdiales, Juan Mora, López Chaves, Rafaelillo, Eugenio de Mora…….Entre todos los diestros referidos, Manzanares podría ir eligiendo cada tarde al que mejor le conviniera y, todos sin distinción quedarían encantados de compartir cartel a su lado y, lo que es mejor, se frotarían las manos a sabiendas de que, con ese tipo de ganaderías no existe peligro alguno. Digamos que, un gran cartel de feria podría ser Curro Díaz, Manzanares y Tomás Rufo, el torero enchufado desde el primer instante. Otro. Finito de Córdoba, Manzanares y Pablo Aguado. Otro. Urdiales, Manzanares y Ángel Téllez. Otro más. Juan Mora, Manzanares y Juan Ortega.
Hablo de toreros de corte artista que podrían hacerle el favor y no desdeñar a su lado pero, amigo, eso tiene varios problemas que Manzanares que no es tonto los conoce a la perfección. Y voy a poner un ejemplo real para que todo el mundo me comprenda. Hace cuatro o cinco años, Morante se “enamoró” de Pepe Luis Vázquez hasta el punto de hacerle reaparecer. Pepe Luis, un tanto medroso, es un artista como el que más; digamos que, con capacidad para tutear al mismísimo Morante.
Morante llamaba a Pepe Luis mil veces cada día, hacían tentaderos juntos, compartían jornadas de campo, en la ciudad, en cualquier ámbito de la vida, algo que al diestro que heredó el nombre más universal del toreo de los años cuarenta, le gustaba muchísimo. Tantos años sin torear, sin que nadie se acordara de él y, de repente, Morante le conquista. Es más, todo estaba preparado para que Pepe Luis le abriera cartel a Morante en unas quince tardes a lo largo de la temporada, así lo tenían planificado. Y, allí empezó todo, en Illescas, en que Pepe Luis no tuvo nada reseñable siendo respetado por el público. Morante le felicitó por lo “bien que había estado”.
La segunda comparecencia de ambos diestros juntos tuvo lugar en Granada en la que mira tú por donde, un animalito le metió la cabeza a Pepe Luis Vázquez en la muleta y, el sevillano hizo una obra de arte que cinco años después todavía recuerdan los aficionados. Hasta salió en hombros de la plaza, todo un hito porque Pepe Luis, aquello de cortar orejas le resultaba casi imposible, por eso enfatizo mucho en que salió en hombros pero en olor de multitud. ¿Qué pasó tras el festejo? Estaba clarísimo. Eclipsó a Morante y este dijo para sus adentros: “Qué cabrón, esto no era lo que teníamos pactado, me ha hecho sombra el muy osado”. Como vemos, una bellísima faena de Pepe Luis Vázquez había echado por tierra todos los planes previstos, hasta el punto de que Morante no le llamó nunca más, ni para torear ni para tomar un café.
Eso mismo podría sucederle a Manzanares con cualquiera de los toreros que he nombrado antes que podrían compartir cartel con él pero, el miedo escénico Manzanares lo lleva en el cuerpo. Si triunfa Roca Rey no pasa nada porque es una figura del toreo, no compite con Manzanares y son todos del mismo gremio. Pero verse ridiculizado, llegado el caso, por alguno de los artistas antes mencionados, eso sería fatal para el devenir del torero de Alicante que por él mismo no llena plaza alguna y, con los toreros antes referidos, si de gentío hablamos, mejor que nos callemos, por eso ha elegido la fórmula del rejoneador primero, a sabiendas de que solo congrega media plaza en el lugar que fuere. O sea que, de los males, Manzanares elije el menor, claro está.
Actitud ridícula la suya porque un hombre que ha navegado en el toreo entre algodones, en el peor de los casos, debería tener la decencia de no reparar el temas tan baladíes como el citado. No contento con haberse hecho rico en el toreo, seguir matando los animalitos de siempre, ir cómodo como si viajara en primera clase –que viaja- y para ir a mear le pidiera a la azafata que le trajera un orinal porque le da pereza levantarse del sillón para ir al baño. ¡Hombre de Dios, qué ridículo más espantoso!
Y le queda otra opción que es la tercera para no abrir más carteles, ni tampoco cerrarlos. ¡Retirarse! Lo digo porque con casi veinte años de alternativa, una carrera plagada de éxitos –con ese tipo de toros que suele matar- una vida resuelta para él y sus hijos, triunfos de apoteosis y una cuenta corriente que ya la querríamos todos los mortales, retirarse sería la opción más noble, más seria y más rotunda para dicho diestro. Y de todos modos lograría muchas cosas positivas, eludir el peligro que pueda tener un toro –los que mata él apenas lo tienen- vivir en paz consigo mismo y disfrutar de la vida ahora que es joven.
Cierto es que, tanto Manzanares como toda su generación de toreros en el estatus de figura, si de mí dependiera, no es que se retiraran, los retiraba yo en el acto. Les firmaba cuatro corridas, nada más, tampoco hacen falta muchas. Celestino Cuadri, Palha, Cebada Gago y José Escolar y, a poder ser en la plaza de Cenicientos. Tras esos festejos, Manzanares y sus compañeros, todos colgarían el traje de luces, dejarían paso a otros muchachos y podrían vivir y disfrutar tan plácidamente aquello que han ganado. Pero como eso no ocurrirá jamás, mientras las piernas les sujeten. Manzanares y sus camaradas seguirán en activo toda la vida, por tanto, los que anhelan una vacante que esperen sentados puesto que, el asunto barrunta para largo
--En la imagen vemos a Manzanares en el festival del 2 de mayo del pasado año en Madrid en que, con un toro de Victorino del Río, encastado como pocos, hizo el toreo auténtico, algo que debería servirle como lección pero, amigo, el problema de la casta es de lo que huyen todos los toreros, aunque sea de ganadería con garantías como era el caso.
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