jueves, 6 de octubre de 2022

Real Madrid. El sistema reconoce la importancia de Rodrygo / por Hughes


El brasileño, más centrado, fue uno de los destacados en la victoria del Real Madrid, que pudo golear al Shakhtar

CHAMPIONS | FASE DE GRUPOS
El sistema reconoce la importancia de Rodrygo

ABC/Madrid,05.10.2022
Ancelotti abraza a sus colegas como a hermanos de una cofradía. Con más cariño lo hizo a Igor Jovicevic, entrenador del Shakhtar con pasado en el Madrid y que pese a no haber jugado nos suena con leyenda y nostalgia, como todo nombre de los noventa.

Su Shakhtar, que lleva años en la horripilancia, tiene entereza ética y salió muy bien al partido, pero encontró un Madrid con ganas de olvidar a Osasuna y el tropezón FIFA. Salió con ritmo en las piernas, con el tono restablecido, como si su primera misión fuera evitar a toda costa caer en la abulia 'Champions' de otras veces. Existe la palabra: enchufado, salió enchufado, y presionaban y encerraban al rival en grupo, como bandadas de agresivos pájaros blancos.

En la primera ocasión se vio algo que se repetiría: Benzema pasó la pelota a Rodrygo que, cerca de él, ya no pensó en asistir, ya no pensó como subalterno, sino que chutó como codelantero. En Champions y en casa cabía esperar lo mejor de él…

Vinicius, un poco más solo en su banda, en su guerra de siempre contra el mundo (el mundo cruel organizado como un sistema de ayudas al lateral derecho) lanzaba un destello de videoteca yéndose de dos (y entre los dos) con un regate que era como media cola de vaca pero hacia fuera, exterior, al revés, con algo de cuchara… ¿qué regate elástico era ese? Era como si Vinicius, cubierto siempre por dos, estuviera perfeccionando el bi-regate, el regate por parejas.

El otro puntal joven, Valverde, regalaba muestras de su generosidad acabando las jugadas por cualquier lugar del campo como un espectacular caballo jadeante todo crin, lomo y brillo, con ojos de haberse quedado sin pradera. Se vio el comienzo de su entendimiento con Benzema, de su particular inteligencia personal o, como diria Valdano, de su sociedad (Benzema acumula sociedades con participaciones siempre mayoritarias en el capital).

De algo así surgió el 2-0, un gran gol coral. Comenzó Tchouaméni (Kroos detrás, en la trama telepática de la jugada); pasó por Valverde, Rodrygo y Benzema y la acabó Vinicius con remate directo a un toque. La clave había sido esa acumulación de fútbol, el Silicon Valley de fútbol entre Rodrygo, Valverde y Benzema en un espacio común muy pequeño. Esa estaba siendo la clave del partido. Sobre la mediapunta de Benzema cae Rodrygo y le añade una lubricación, una agilidad mayor. Valverde alternó el interior y el exterior de un modo que ya es solo suyo, jugando en los dos, interior-exterior; y Rodrygo alternó la banda para abrir la jugada, el campo, para partir de esa anchura, yendo luego donde Benzema, pero no a estorbarse, sino a multiplicarse.

Hubo tras el gol minutos de delicia, pudieron caer uno, dos, tres goles más y quizás la apoteosis fue la ocasión del minuto 33, en forma de largo contragolpe que Benzema lanzó para Valverde, permitiendo al aficionado soñar que no era Valverde sino Cristiano o Bale o Di María, que el tiempo no había pasado o que volvía como la misma 'contra' fulgurante (¡el contragolpe proustiano! ¡Parraques de melancolía en el Bernabéu!). El Madrid había sido preciso en el muy corto espacio que dejó el Shakhtar al principio y ahora lo era en el muy largo, de campo a campo; había sido rápido en lo corto y rapidísimo en lo largo, como sumando dos velocidades distintas: la física de Valverde y la mental de Benzema aumentada por la cercanía de Rodrygo. Es curioso: Benzema mejora a lo demás y Rodrygo mejoraba a Benzema.

El Madrid estaba de dulce, en las mieles del fútbol, con un par ocasiones clamorosas que falló Vinicius, cuando llegó el 2-1 de Zubkov de un modo ya familiar: centro por la derecha del Madrid, holgado, blando, y remate del delantero sin marca, feliz entre los nueves, mirado de lejos por Alaba. La falta de ajuste, el desprendimiento de la marca, la poca 'corporeidad' de los centrales del Madrid, defecto particularmente visible en Alaba, que tiene pensamientos de mediocampista que le delatan, pareció irritar a Ancelotti justo antes del descanso y su equipo retornó con el mismo empeño del principio; concentración y presión, aunque el Shakhtar ya estaba vivo en el partido con la amenaza de Mudryk y el propósito no era ya tan fresco. Cuando alguien se va (un equipo, una persona…) ya no regresa del todo.

Quedaba Vinicius, en su cosmos anímico particular, y como en cada partido dejaba un surtido de regates nuevos, como una bandejita de pasteles que llevarse a casa. Es como un repostero creativo.

El 4–3-3 se adaptó a la convivencia de Modric y Valverde y ahora se adapta a la de Valverde y Rodrygo, a un nuevo reparto de tareas y funciones. Rodrygo ya no es el simple extremo puro; el equipo le reconoce su evolución y el sistema se abre y cambia de forma para él. Él se adaptó primero, y ahora el Todo se adapta a él. El partido era eso: el reconocimiento de la nueva madurez de Rodrygo, que gana importancia y 'centralidad'.

El Madrid no alcanzó la brillantez de la primera parte, aunque siguió chutando mucho, demasiado incluso, decenas de veces, como si no quisiera volver a madurar las jugadas otra vez. Trubin paró varias, hubo un palo de Asensio... Pudo ser una goleada escandalosa que, bien mirado, tampoco se merecían los hombres del Shakhtar.

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