Efectivamente, y tal y como todo el mundo ha coincidido en señalar, Balliu no debió acabar el partido puesto que agredió a Vinicius en el minuto 27 de partido. Probablemente algo habría cambiado en Vallecas si el Rayo hubiera tenido que jugar contra el Real Madrid al menos 63 minutos con un futbolista menos. Puede que el Madrid hubiera ganado el partido, sumando los tres puntos, y quizás hoy sería líder en lugar del Barça. Pero eso es fútbol ficción, nadie sabe qué habría ocurrido. La lógica invita a pensar que, con un jugador más, el Madrid habría ganado, pero eso no se sabe. Lo que sí se sabe es que Balliu agredió a Vinicius, que luego lo hizo Isi, y que nadie impartió justicia. No la impartió nadie puesto que, a esas horas, ya lo estaban haciendo estos dos futbolistas rayistas.
¿Quién era el llamado a impartir justicia? ¿Balliu? ¿Vinicius? ¿Yo? ¿Usted? Pues no, era el árbitro, Martínez Munuera. Últimamente, y con esto de que juegan con la red del VAR, los árbitros de campo no se enteran absolutamente de nada cuando no dimiten directamente de su función, que es la de ver lo que sucede en el terreno de juego. El problema, que yo diría que ha dejado de ser futbolístico para convertirse en existencial y hasta filosófico, es saber cómo algo que ha visto todo el mundo y que está clarísimo, como es la agresión de Balliu a Vinicius, no es capaz de verlo un señor, en este caso Medié Jiménez, que puede parar la imagen, ver repetida la jugada toma a toma, congelarla y volver a repetirla. ¿Vio Medié que Carvajal había entrado en el área antes de tiempo y que por lo tanto había que repetir el penalti contra el Madrid pero no vio una agresión que pudo ver España entera? ¿Cómo es posible? Y la respuesta a esa pregunta es que no lo es, no es posible. Como el resto de los mortales, Medié vio que Balliu agredió a Vinicius pero decidió no llamar a Munuera, y la respuesta a la pregunta de por qué no lo hizo es tan desoladora que, de responderla, tendríamos que suspender la Liga.
Otra cosa es que el tiro al blanco con Vinicius, aunque él sea de color negro, se haya convertido en una especie de hobby en España desde que llegó aquí éste jugador. No es ya que vayan a provocarlo, que eso entra dentro del juego futbolístico normal, no, es que van a hacerle daño. A mí me parece que la responsabilidad de proteger a Vinicius, de blindarlo, no es de Balliu o de Isi o de Giménez o de Jordi Alba, por ejemplo, sino de Militao, de Mendy, de Rudiger, de Tchouameni o de Nacho. Militao mide 1,86, Rudiger mide 1,90 y Alaba mide 1,80. Si Munuera abajo y Medié arriba no protegen a Vinicius de Balliu, deberán hacerlo sus compañeros, entre otras cosas porque de su aparición y de su inspiración dependen en gran medida la buena o mala suerte que tenga el Real Madrid esta temporada. Tampoco va a proteger a Vinicius el entrenador del Rayo o Simeone, deberá hacerlo Ancelotti, y no me parece que el camino sea precisamente el de darle tres cuartos al pregonero transmitiendo la falsa impresión de que el brasileño es un provocador. A Vinicius no le va a proteger Laporta, debe hacerlo Florentino. No va a salir Reñones a hablar en favor de Vinicius, debe hacerlo Butragueño. Si no lo hacen, y ya, los Balliu de este mundo camparán a sus anchas, lo agredirán con absoluta impunidad y llegará el día en que el brasileño salga en camilla del campo. Eso, Ancelotti, también se entrena. Hay, de hecho, quien lo denomina "el otro fútbol". Jueguen ustedes también al otro fútbol o atenganse a las consecuencias de su dejación de funciones. Pero háganlo ya, no esperen a que se congele el infierno.
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