“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla……… asi pues, las corridas de toros…….. son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos.”. R. Pérez de Ayala
sábado, 31 de diciembre de 2022
Fallece el papa emérito Benedicto XVI a los 95 años
«Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano», ha comunicado Matteo Bruni, directos de la Sala Stampa de la Santa Sede.
El 28 de febrero de 2013, tras 2.872 días, dos horas y 10 minutos, concluía el Pontificado de Benedicto XVI tras anunciar su renuncia unas semanas antes por falta de fuerzas. Se convertía entonces en el primer Papa que renunciaba en 700 años. «No abandono la cruz», precisó en su última audiencia, aunque días antes había indicado que permanecería «oculto para el mundo». Fallecido a los 95 años, finalmente ha pasado más tiempo como emérito que como pontífice en activo.
Joseph Ratzinger (1927, Marktl, Alemania) se ordenó sacerdote en 1951 y en 1977 fue nombrado arzobispo de Múnich y creado cardenal por Pablo VI. Durante más de 20 años fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El 19 de abril de 2005 fue elegido Papa, sucediendo a Juan Pablo II.
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"...Y esa es mi historia de hoy, lector. ¿Te suena de algo? ¿No? Pues lee las declaraciones de don Miquel Iceta. Son de anteayer. Dice el ilustre político catalán que en España hay 9 naciones. Nueve. Él las ha contado y le salen 9. Exactamente 9.
Bueno. No desesperen. Ya faltan menos para 39. Todo se andará..."
TIEMPOS RECIOS
El 11 de febrero de 1873, en España, se produjo uno de esos acontecimientos que, de vez en cuando, suponen un punto de inflexión en la Historia de los pueblos.
Se vivían tiempos recios. Muy recios. Tiempos de cambios e incertidumbres. Y, para aquellos jóvenes que hayan sido víctimas de la LOGSE, quiero aclarar que Franco no había nacido, ni tampoco don Manuel Azaña, y que aún no había rojos ni azules, ni fascistas ni antifascistas, ni milicianos ni falangistas. Y añado: todo lo que voy a contar sucedió medio siglo ANTES de nuestra Guerra Civil.
1871 y 1872 fue un bienio de puro disloque. Nunca, jamás, había estado tan dividida España como en esos dos convulsos años. Nunca. Aunque, bien es verdad, ignoraban los pobrecitos españoles lo que les aguardaba al año siguiente, en 1873. Ya saben: todo es susceptible de empeorar.
En 1871 y 1872, el panorama nacional era el siguiente:
1-Las provincias vascongadas estaban en guerra con el resto del país. A cañonazos. Ya saben: los Fueros, los Derechos y todas esas cositas.
2-Los catalanes pinchaban donde más podía doler: también andaban díscolos, y compinchados con los vascongados en la guerra de guerrillas.
3-Había una Constitución Española desde 1869, una monarquía constitucional y un rey constitucional que se llamaba don Amadeo de Saboya (por Dios, qué mala rima).
4-Aunque los monárquicos eran mayoría en el Congreso de los Diputados (70% de los escaños), una ruidosa minoría republicana (30% de los escaños) no cesaba de provocar algaradas por todo el país. Querían abolir la Constitución, echar al rey, proclamar la Primera República y que España fuese un Estado Plurinacional (ellos lo llamaban federal o cantonal).
5-La cosa se puso absolutamente insoportable en febrero de 1873. Jamás se habían dado cita en las Cortes Españolas tantos inútiles juntos, tanto irresponsable por metro cuadrado. Don Benito Pérez Galdós, que entonces era un joven columnista en un periódico madrileño, decía esto sobre el Congreso de los Diputados: <<… las sesiones de las Cortes me atraen; y, las más tardes, las paso en la tribuna de la prensa entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que dan los Padres de la Patria. El individualismo sin freno, el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos oradores, enloquecen al espectador e imposibilitan las funciones históricas de la Cámara>>.
Como no podía ser de otra manera, visto el desastre que se avecinaba, el rey don Amadeo de Saboya renunció a la Corona española y se marchó del país. Tenía esa suerte: era italiano.
Y aquí transcribo las palabras literales de la abdicación de don Amadeo. Fue la mañana del 11 de febrero de 1873 cuando las pronunció:
<<españoles: dos años ha que ciño la corona, y España vive en constante lucha, viéndose cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fueran extranjeros los enemigos en sus luchas, entonces yo, al frente de esos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos. Pero todos los que con la espada, con la pluma y con la palabra, agravan y perpetúan los males de la nación son españoles. Todos invocan el dulce nombre de la patria. Todos se pelean y se agitan por su bien; y, entre el fragor del combate, entra el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos políticos>>.
Cuatro horas después de la abdicación del rey don Amadeo, se proclamaba la Primera República Española. Cuatro semanas después, la anarquía se adueñaba del país. Y cuatro meses después, España se fragmentaba en infinidad de Cantones: 39 provincias o ciudades españolas, arrogándose un supuesto “derecho a decidir” o de “autodeterminación”, se habían constituido en Estados, algunos con moneda y ejército propios.
Y entonces llegó la locura final: Cataluña expulsó al ejército gubernamental; Cartagena se apropió de los barcos de la Marina Española, bombardeó con ellos Almería y Alicante y comenzó a piratear en el Mediterráneo; Granada le declaró la guerra a Jaén; Cádiz, a Jerez; Jumilla, a Murcia; etcétera, etcétera, etcétera… Todos contra todos.
Y esa es mi historia de hoy, lector. ¿Te suena de algo? ¿No? Pues lee las declaraciones de don Miquel Iceta. Son de anteayer. Dice el ilustre político catalán que en España hay 9 naciones. Nueve. Él las ha contado y le salen 9. Exactamente 9.
Bueno. No desesperen. Ya faltan menos para 39. Todo se andará.
Firmado:Ricardo Rodríguez Fernández
Magistrado, gallego pero, fundamentalmente, español..
viernes, 30 de diciembre de 2022
Festival en Cali. Polèmica por eral, indulto de «Gladiador», personalidad de «Gitanillo», cumbre de Bolìvar y fallos con la espada deja sin trofeos al sexteto
El botones Sacarino / por Pla Ventura
¿Los sueños, sueños son? / Por Carlos Bueno
Y soñé que sobrevolaba mi terraza y dejaba caer un papel enrollado al tiempo que me guiñaba un ojo y desaparecía entre los edificios de la ciudad. Recogí el rollo, quité el lazo que lo sujetaba y lo extendí para comprobar que se trataba de un cartel taurino que anunciaba un mano a mano entre Enrique Ponce y José Tomás con toros de Victoriano del Río en Barcelona. Comprobé la fecha: 24 de septiembre de 2023. ¡Menudo regalo para la tauromaquia y para Cataluña!
Soñé que Ponce volvía a vestirse de luces de forma esporádica y comedida para despedirse de los ruedos como no había hecho cuando de súbito decidió marcharse en junio de 2021, y que la cita en la Ciudad Condal era el colofón a su temporada y a su carrera. Soñé que José Tomás dejaba a un lado sus peculiares exigencias cada vez que se pretende contratarle y que había aceptado el reto de hacer el paseíllo junto al valenciano después de tantos años de trabas y negativas.
Soñé que la familia Balañá, propietaria de la plaza Monumental, había sido valiente y que accedió a abrir su inmueble después de sopesar que el impacto económico, turístico y social en la ciudad sería tan importante que ningún político osaría a intentar perjudicar sus otros negocios familiares en teatros y cines en señal de venganza.
Soñé que los tendidos se quedaban pequeños ante tanta demanda de entradas y que Barcelona se convertía en el centro taurómaco mundial. Soñé que se reconocía la historia taurina de la capital catalana que, además de El Torín, tuvo tres plazas que llegaron a funcionar al unísono provocando que durante décadas fuese la ciudad en la que más toros se daban.
Soñé que derechas e izquierdas, constitucionalistas e independentistas sucumbían a la fuerza del toreo y firmaban la paz, dando libertad a sus representantes para acudir al coso si así lo deseaban. Soñé que bares, restaurantes y hoteles se preparaban para la avalancha que se les venía encima. Soñé que Olot, Tarragona, Figueras, Gerona, San Feliú de Gixols, Vic y Lloret de Mar planeaban volver a organizar festejos. Soñé que, al otro lado del Atlántico, Méjico Distrito Federal, Bogotá, Caracas y Quito seguían la misma estela.
Soñé que la corrida había sido un éxito y que Enrique Ponce y José Tomás salieron a hombros tras una tarde emocionante y apoteósica que pasaría a los anales de la historia de la tauromaquia y que acababa provocando la planificación de una temporada taurina catalana para el año siguiente.
Tan real fue el sueño que cuando desperté creí que todo había sucedido de verdad. Y, sólo cuando me percaté de que en realidad nada había ocurrido, recordé a Calderón de la Barca y su célebre frase “…los sueños, sueños son”. Sin embargo, nada impide que los toros puedan volver a Cataluña y que pueda cumplirse parte de un sueño tan bonito. Habrá que pedírselo a los Reyes Magos, porque Papá Noel ya está por la labor, que yo lo vi.
El árbitro que expulsó a Pelé / por Alberto Salcedo Ramos