Es cierto que, la reivindicación era otra. Miguel Mateo Miguelín le quería demostrar al mundo la nimiedad respecto a los toros que lidiaba Benítez, mientras que el diestro colombiano lo que pretendía era manifestar a todo el toreo que, se debe de contar con los humildes y, mucho más en un país como Colombia en que la fiesta, para desdicha de los colombianos está condenada a muerte. Y por si faltaba poco, y quizás esta ha sido la razón por la que Perla Ruíz se jugó la vida en Manizales que, la misma no era otra que demandar la lógica pura en el toreo puesto que, en una feria como la citada, con un mano a mano con El Juli y Roca Rey y otro festejo de seis toros para Sebastián Castella, ¿qué sitios pueden quedar para los toreros colombianos?
Sospecho que, por deducción lógica, más que por él, el diestro manizalita se tiró de espontáneo para demandar justicia en aras de sus compañeros colombianos puesto que, a estas alturas de su vida, Perla Ruíz, con más de treinta años de alternativa, hasta barrunto que, para él poco podrá pedir. Digamos que, para su desdicha o gloria, su carrera ya está escrita y poco más podrá añadir a su hoja de servicios, en este caso, limpia y honrada.
Guillermo sabe de la gravedad del futuro de la fiesta en Colombia puesto que, la misma, por connotaciones políticas está condenada a desaparecer por decisión nefasta de los políticos de aquel país que, como toda la izquierda del mundo solo aspiran a la destrucción del ser humano en cualquier actividad que se precie.
Y, de forma desdichada, Colombia no escapa de este maldito maleficio que, desde hace ya varios años se presagiaba el final de los toros en el país cafetero puesto que, de tantísimas plazas como existen en tan bello país, solo quedaban abiertas Cali y Manizales en la que será su última feria si Dios no lo remedia, Perla Ruíz, representando a toda la torería colombiana ha tenido la gallardía de tirarse como espontáneo en su ciudad. ¿Servirá de algo su actitud? Seguro que no, y mucho más a sabiendas de cómo está el panorama político de Colombia al respecto de la fiesta de los toros.
Pero sí merece una sonora ovación Guillermo Perla Ruíz que, a vueltas de todo, si de su profesión hablamos, que haya querido lanzar su grito de protesta de tal modo para favorecer a sus compañeros, ello siempre es motivo de aplauso para tan noble espada que, con su vida resuelta mediante su trabajo como letrado, lo de los toros quizás le importe ya muy poco para sí mismo pero, como se ha demostrado, que se jugara la vida de forma ilegal en una plaza de toros para darle voz a todos sus compatriotas, ello no deja de ser un gesto en toda regla, mejor dicho, una gesta honrada en la que, pensando en los demás se jugó su propia vida.
La actitud de Guillermo Perla Ruíz, convertido en un hecho admirable como fue lanzarse de espontáneo en Manizales, sería equiparable a la de aquel hombre que, vestido de mendigo en la puerta de la iglesia pedía limosna cuando todo el mundo sabía que él no lo necesitaba, por ello, cuando los demás le preguntaron por qué tomaba aquella actitud, a todas luces innecesaria, el hombre muy pronto respondió: ¡Claro que no me hace falta, pero pido para los demás y si todos hiciéramos lo mismo al ponernos en la piel de todo necesitado, el mundo sería de otro modo! Y eso hizo Guillermo Perla Ruíz, pedir para los demás a sabiendas de que él ya no lo necesita.
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