En esta hora de desamparo de las instituciones culturales y educativas venezolanas, arrasadas por el socialismo del siglo XXI, llega el poeta Rafael Cadenas al rescate de la dignidad atropellada. Viene a decirnos a nosotros mismos y al mundo que nuestra nación vive y palpita en lo más sensible del alma colectiva, que hay esperanza, que por vía de la palabra que crea y denuncia, sueña y castiga, hay un pueblo que merece salir de la oscura pesadilla, y ver la luz.
Viene a decirnos que la palabra es valiosa y por esa vía se va al cambio profundo que necesitamos; una transformación del lenguaje, que en mala hora se hizo tóxico, lleno de odio, de descalificación y de vulgaridades, migre hacia el lenguaje sano, decente y virtuoso, que contribuya a construir una sociedad modesta y solidaria, como predica el poeta con su andadura.
Hoy es un día como para que Venezuela y su diáspora diera un alto, para apreciar el tamaño de la gesta, del mensaje y del mensajero. Hoy es el día iluminado que colma el orgullo de ser venezolano. Hoy es el día que sintetiza lo bueno del gentilicio, para que todos veamos que no todo es vulgaridad y latrocinio, que la cleptocracia tiene sus linderos, que el poder de la barbarie tiene enfrente el poder de la palabra y el buen ejemplo; para que todos bebamos en esas fuentes las aguas bautismales de una Venezuela que tome lo mejor que hemos sido, lo mejor que somos, para construir juntos la que representa Rafael Cadenas.
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