Sin embargo, lo más grave de todo está en Madrid, en la olla donde se cuece el toreo. Allí, tras el atentado perpetrado por el nefasto vendehúmos de Simón Casas y su socio Rafael García Garrido (de este personaje en poco días habrá artículo) es que se han salido con la suya tras el golpe de estado que han dado al prestigio y categoría de Las Ventas. Asonada consentida por Miguel Abellán, concretamente por quien debe vigilar la seriedad de quien explota la plaza y no ha hecho más que compincharse con ellos en otro movimiento de pieza que lastra un espectáculo al que tanto daño hace Abellán con su incumplimiento de palabra, falta de seriedad, formas impropias de quien ocupa tan alto cargo y muchas veces dando la sensación, incluso, de estar al otro lado de la ley.
Amparándose en abusivas fórmulas legales han protagonizado el mayor atraco a la afición, han echado por tierra la inmensa categoría de Las Ventas, perdiendo su simbología y quedando ya únicamente para un tipo de festejos, carísimo y fomentando a un público aplaudidor y triunfalismo, en las antípodas del prestigio que siempre definió al aficionado madrileño. Las Ventas, ya es un bebedero de gin tonic, para pedir alocadamente orejas al final de cada faena, ya apeada de esa seriedad y rigor que fue el símbolo de su existencia.
Mientras, Simón Casas (a quien se le puede adjudicar un montón de desfavorables calificativos por tantos atropellos como suma en su gestión), Rafael García Garrido (hasta hace poco desconocido y tanto mal hace) y Miguel Abellán son los grandes culpables de haber dejado a Las Ventas por el suelo. Y lo más triste es que ha faltado la rebeldía de la afición, que debe hacerse valer y llenar de pancartas reivindicativas y protestas las tardes de San Isidro; además de manifestarse en la explanada de la plaza para mostrar el rechazo a estos siniestros personajes. Y a quienes deben echar de ese templo del toreo, si es queremos que la Fiesta sigua viva. Porque si los políticos pretenden que, definitivamente, Las Ventas sea un bebedero de gin tonic entonces van por el camino perfecto en un frente donde no hay novedad.
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