El objetivo según la manipulación del CIS era un triunfo del PSOE, una imposible maniobra de distracción para atacar en la línea de flotación a la pujante y triunfal en la calle formación VOX, el verdadero y tajante «cismómetro» de Santiago Abascal.
La trampa ha consistido en elevar las expectativas de la victoria para meterla doblada con el cómputo general. Sabían que no podían ganar, pero sí disparar a la línea de flotación contra la mayoría absoluta arremetiendo contra VOX. Las irregularidades han sido descaradas como para legitimar, a pesar de los medios prostituidos que porfían por mantener la manduca millonaria por los putos servicios prestados, la victoria del aborrecido cum fraude. A poco que se use la lógica, los resultados de VOX contradicen el movimiento popular y espontáneo generado en las campañas municipales, autonómicas y ahora generales.
Es harto sospechoso que al inicio del recuento VOX tuviera los mismos 33 escaños que se han mantenido hasta el final. Como en las películas del oeste al tahúr se le pilla por su manga ancha y evidentes intenciones. Deberíamos saber de cuántos ases ha estado provista la convocatoria de Sánchez.
Las expectativas de victoria fueron proporcionamente altas como encubierto el objetivo de sustraer influencia de gobierno a VOX. Que ha intentado una manipulación es más que una sospecha, su propósito difícil por la legítima fuerza de las urnas a pesar de las múltiples trampas tendidas especialmente en Correos, con votos sin cadena de custodia, el embudo al que obligaba la convocatoria del 23 J con media España de vacaciones, fuera del domicilio habitual. Si no era suficiente para una victoria imposible por la garrafal y malintencionada legislatura de estafadores y fulleros, es seguro que las influencias trampeadas del 23 J restaron votos a VOX para que el engendro Sumar no perdiera posiciones en el hipotético caso de un bloqueo que actuara como bumerán para concebir otro gobierno Frankenstein después de impedir y bloquear cualquier posibilidad de que gobernase Núñez Feijóo, incluso transigiendo con VOX para revertir cinco años de catastrófica dirección socialcomunista. Había múltiples planes para conseguir engañar también en estas elecciones decisivas. Un bloqueo que ni ha hecho falta festejando el PSOE la victoria por pucherazo elemental. Un pucherazo, una artificiosa intervención contra las urnas para mantener un equilibrio suficiente con vistas a otros sucios propósitos no conseguidos en primera instancia por el hartazgo de la soberanía popular contra el PSOE sanchista y sus delictivos cómplices. Asistimos a un golpe de efecto, otro golpe de estado que puede permitirle reeditar una legislatura que esta España esquilmada no soportará con la acostumbrada sumisión de estos años aún en las garras de un criminal.
Ya lo decía Aizpurúa de Bildu (ETA): que no iban a consentir un gobierno de la derecha. Atado y bien atado lo tenían para este 23 J los enemigos de España, incluido el PSOE.
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