Recordando el verano peligroso del 59 de Ernest Hemingway, en el cual se desarrollaron varios hechos sangrientos en los ruedos de España, que comenzaron en la plaza de toros de Valencia.
Hemingway siempre al acecho de una historia que contar, se sintió atraído por una rivalidad en el toreo y se embarcó en 1959 en una nueva aventura para escribir un artículo para la revista LIFE en el que sus personajes centrales serían dos toreros: Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín y, por encima de ellos, el propio Hemingway. Una obra que desde el punto taurino puede ser calificada como un testimonio original y novedoso para esa época, centrado en la competencia que a lo largo de la temporada de 1959 mantuvieron en los ruedos los citados Dominguín y Ordóñez.
Luis Miguel Dominguín, el entonces número 1 del escalafón taurino y recién reaparecido en los ruedos el año anterior, en la plaza argelina de Orán, y Antonio Ordóñez, el aspirante al cetro. Lucha a muerte entre los dos, con una peculiarísima visión, argumentando novelísticamente que ambos iban a morir en el ruedo en su encarnizada lucha por ver quién de ellos cogía o mantenía el número 1 del escalafón. Dos espadas quienes a su vez eran cuñados y ambos compartían el mismo apoderado.
Una de las primeras corridas que torearon en competencia Luis Miguel y Ordoñez fue en la corrida del centenario de la plaza de Valencia, en el año 1959. Luego lo harían el 14 de agosto en Málaga y el 15 en Bayona. El inmediato 17 compartirían cartel en Ciudad Real y el 21 lo harían en Bilbao. En aquellas batallas no hubo trampa ni cartón. Antonio cayó herido en Aranjuez, Palma de Mallorca y Dax; y su cuñado Luis Miguel recibiría las heridas más graves en Málaga y Bilbao.
Hemingway estaba dispuesto en tomar parte de esa batalla como espectador, al igual que lo hizo en aquella famosa guerra civil, cuando sonaron de su mano las campanas al compás de su célebre novela. No en balde dijo en alguna ocasion que una guerra es algo que nadie se quiere perder y, por supuesto, no se quería perder ésta.
Aquel verano sus protagonistas junto a sus cuadrillas, se embarcaron en un viejo bimotor para cumplir con todos sus compromisos. Allí estaba Hemingway apurando su botella de ginebra y tomando notas. En aquel mano a mano se le notaba tomar partido por Ordóñez, había en su admiración un sentimiento de respeto pero también un toque paternalista.
La presencia de su ángel tutelar salvó a Ordóñez aquel verano, en el que se veía salir a las plazas a un Dominguín, altivo como siempre, con una brecha grapada a fin de sujetar la carne de una pierna doliente, luchando por concluir la temporada. Después de cada corrida era necesario volver al avión para curar aquella traidora herida que le hacía caminar mal y evitar con dificultad las embestidas peligrosas de sus astados.
El llamado ‘Verano peligroso’ en realidad se limitó a diez corridas de toros en las que Dominguín y Ordóñez también alternaron con toreros como Pepe Luis Vázquez, que había reaparecido fugazmente ese mismo año, Bienvenida, Ostos, Mondeño o Gregorio Sánchez. Pero el punto más álgido de la batalla se produjo en los mano a mano que se programaron en las plazas de Valencia, Málaga, Ciudad Real y Bayona.
Pero el “Verano peligroso” no se acabó ese año, Dominguín volvió a coincidir con Ordóñez en algunos carteles de la temporada del 60 pero aquello ya tenía los días contados. El apoderamiento se rompió con la muerte del patriarca de los Dominguín, y Luis Miguel se retiró del toreo aquel año. Antonio Ordóñez y Luis Miguel no volvieron a torear juntos.
De aquel famoso triángulo, Luis Miguel-Hemingway-Ordóñez, los toreros vivieron algunos años más. En cambio, el escritor murió al poco tiempo una mañana de 1961 en la que el alcohol le apretó tanto que ya no pudo escribir. Impotente y lleno de rabia por su condición actual, caminó rumbo al estudio de su casa en Ketchum, Idaho, tomó su rifle favorito y se pegó un tiro. De esta manera puso fin al mejor de sus cuentos, antes de entrar para siempre en el sendero de la gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario