martes, 15 de agosto de 2023

Novillada en Iniesta, un espectáculo grandioso / por Pla Ventura


"...Digamos que, en primer lugar, Ricardo Gallardo trajo para dicho pueblo una novillada encastadísima de las que ponen a prueba a los toreros y, ello, resolvieron con una dignidad admirable. Me quedo con los tres, Alejandro Peñaranda, Manuel Caballero Tristán Barroso porque, el triunvirato, estuvieron a la altura de las circunstancias y, lo que es mejor, con unas ansias por ser toreros dignas de encomio y, les aseguro que allí había mucho que torear..."

Iniesta, un espectáculo grandioso

Pla Ventura
Toros de Lidia/14 agosto, 2023
Quedé atónito ante lo que pude ver en Iniesta el el día de ayer, gracias a CMM que retransmitió el festejo. Sin lugar a dudas, las televisiones que difunden los toros no tienen culpa alguna de que, en demasiadas ocasiones veamos auténticos bodrios por parte de las figuras del toreo con ese toro aborregado, cansino y, como ahora les definen, sin vida. La corrida a la que me refiero, era una novillada para chicos que están dando los primeros compases en la tauromaquia pero, amigos, ese nivel que pudimos ver es algo insólito y, lo que es mejor, con la ilusión de que se repita una y mil veces, lo que demostrará la grandeza de la fiesta y la emoción que se puede vivir en un festejo si todo es auténtico y de verdad.

Digamos que, en primer lugar, Ricardo Gallardo trajo para dicho pueblo una novillada encastadísima de las que ponen a prueba a los toreros y, ello, resolvieron con una dignidad admirable. Me quedo con los tres, Alejandro Peñaranda, Manuel Caballero y Tristán Barroso porque, el triunvirato, estuvieron a la altura de las circunstancias y, lo que es mejor, con unas ansias por ser toreros dignas de encomio y, les aseguro que allí había mucho que torear. La casta, de la que huyen despavoridos aquellos que mandan en el escalafón, fue el motivo del éxito. Paradojas de la vida pero, así es. A los toros de Fuente Ymbro les temen de una forma dramática, razón por la que los eruditos del escalafón se escapan de tal “maleficio”.

Resulta curioso que en una novillada hayamos disfrutado mucho más que en decenas de corridas de toros. ¿Motivos? Ya lo expliqué, bovinos encastados, pidiendo credenciales a los toreros que, como digo, estuvieron a la altura de unas circunstancias que, a muchos de los señoritos del escalafón les hubieran hecho pasar un trago amargo.

No se les puede enjuiciar a los chicos de forma personal tras la labor de todos ellos. Peñaranda estuvo sensacional con un animal bravísimo y encastado. En su segundo otro tanto de lo mismo pero, con una astado incierto, correoso, agresivo en que buscaba el cuerpo del diestro. Me sorprendió muchísimo Manuel Caballero puesto que, este chaval ha demostrado que, sin hambre también se puede ser torero. Lo digo porque el chico, hijo de su señor padre con el mismo nombre y apellido, imagino que tendrá una vida placentera pero, aquella forma de arrimarse al toro, sufrir cuatro cogidas y sin inmutarse, señores, me quito el sombrero. Es cierto que, para su fortuna no salió herido pero, no quisiera yo llevar la paliza que este chico llevará en su cuerpo. Tristán Barroso, otro tanto de lo mismo que, con cogida incluida, demostró una raza enorme, amén de unas condiciones admirables para su profesión.

O sea que, la grandeza de un espectáculo puede venir desde cualquier parte. ¿Quién hubiera apostado en Iniesta de que veníamos un espectáculo tan vibrante y verdadero? ¡Nadie! Pero así sucedió y así debemos contarlo. Al margen de la absoluta entrega de los diestros, algo admirable, todo se llevó a cabo gracias a la autenticidad de una corrida que, aunque de novillos, los animales tenían raza para dar y tomar; y si los bovinos la tenían, imaginemos pues la de los toreros que, jugándose la vida a cambio de apenas nada, enardecieron a los espectadores presentes y, sin duda, a los que vimos el festejo por CMM.

Luego, claro, viene la maldita realidad del toreo y, chavales que son dignos de admiración por sus condiciones válidas en todos los órdenes, el noventa por ciento se quedan en el camino, de ahí la pena que nos invade diariamente. Pero siempre es grato que unos chicos apasionados conmuevan nuestro corazón de aficionados. Felicito a los chavales, no puede ser de otro modo, aplausos escritos para Alejandro Peñaranda, Manuel Caballero y Tristán Barroso pero, una ovación aclamadora para Ricardo Gallardo que, como ocurre tantas veces, sus pupilos son más gallardos que el propio ganadero.

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