"...el periodista, le dijo a Ruíz Miguel:“Maestro, nada que ver este hierro con el resto de las ganaderías que conocemos, ¿está usted de acuerdo?
Y dice Ruíz Miguel: “No, no estoy de acuerdo porque todos los hierros son durísimos y un toro, hasta con el rabo puede hacerte daño”..."
Paco Ruíz Miguel se hizo rico en el toreo cabalgando a lomos de la verdad más absoluta, sin la menor mácula y, como dice el refrán, el camino más corto sigue siendo la verdad, pero, al parecer, eso que es tan grande, Ruíz Miguel, pasados los años no lo ha sabido vender. Recordemos, para que todos nos pongamos en antecedentes que, Ruíz Miguel ostenta el único récord en el mundo del toro por aquello de haber matado cien corridas de Miura. Algo tan insólito como inusual y, a su vez, dudo que nadie le arrebate en la vida dicha “corona”. Y, si profundizamos un poco más, el torero de la Isla ha matado ochenta y cinco corridas de Victorino Martín, no sé cuantas de Pablo Romero, Murteira, José Escolar, Baltasar Ibán, Palha, Dolores Aguirre, Coito de Fornilhos, Guardiola Fantoni y todas las divisas temidas y odiadas por los grandes en el toreo. O sea que, Ruíz Miguel hizo en su época lo que cualquier figura del toreo pero, en serio.
Una carrera ejemplar como pocas o, como antes dije, una hoja de servicios difícil de igualar, galardón que tiene en sus manos y que como comentaba, será muy difícil que nadie se lo arrebate. Para colmo, Ruíz Miguel, gracias a sus tremendos valores como torero ordenó su vida y la de su familia para siempre. Ciertamente, no estoy descubriendo nada ante este torero macho que supo ganarse su leyenda y, para mayor fortuna, por aquello de ser coetáneo mío, la sigue disfrutando llena de salud; él lo logró y, en mi caso, como cientos de miles de aficionados seguimos admirándole.
Hecha la presentación de un torero admirable, recordemos que Paco Ruíz Miguel es comentarista de Canal Sur en las retransmisiones taurinas de dicha cadena junto a Enrique Romero como conductor de los festejos televisados, así como en su programa taurino, Toros para Todos y, el pasado domingo 20 de agosto, Ruíz Miguel, mientras televisaban la corrida Magallánica de Sanlúcar tuvo un desliz imperdonable, el que ahora explicaré para que todo el mundo lo juzgue y, me duele en el alma porque si Ruíz Miguel tuviera un solo admirador ese soy yo.
Como todos sabemos, la corrida a la que aludimos era de Miura pero, para Madrid, sin lugar a dudas. ¡Vaya corridón de toros! Está claro que, hasta los niños de pañales saben diferenciar el trapío, seriedad, ideas, casta y demás valores que ostentan dichos toros si los comparamos con los burros de Juan Pedro, por citar una ganadería comercial como se les denomina eufemísticante por parte de todos aquellos que no tienen cojones de establecer la lógica y deslumbrante diferencia entre los Miura y cualquier otra ganadería, incluso con permiso del Marqués de Albaserrada.
Salió el primer Miura a la arena y, como era preceptivo, no admitía bromas, la prueba es que Antonio Ferrera, dado a protagonizar parodias sin sentido en los ruedos, el Miura le recordó que venía de Zahariche y que bromas, las justas. Anduvo Ferrera tesonero y hasta le robó doce muletazos sin gracia alguna, pero evidenciando que se estaba jugando la vida. Aquello estaba tomando mucha importancia porque desde muy lejos se veía que los toreros se estaban jugando la vida, incluso en el segundo que fue indultado por Esaú Fernández, un Miura bravísimo en todos los órdenes que elevó al camero a lo más alto de sus ilusiones. Aquello discurría por los cauces del asombro puesto que, hasta el más tonto del lugar se daba cuenta que allí no cabían las risas ni las tonterías. Vista la dureza de cómo salía la corrida, Enrique Romero, buen aficionado además de mejor periodista, le dijo a Ruíz Miguel:
“Maestro, nada que ver este hierro con el resto de las ganaderías que conocemos, ¿está usted de acuerdo?
Y dice Ruíz Miguel:
“No, no estoy de acuerdo porque todos los hierros son durísimos y un toro, hasta con el rabo puede hacerte daño”
Dicha afirmación, que la hiciera yo que veo una cabra montesa y me entra un susto de muerte, hasta se podría entender, partiendo de la base de que yo fuera retrasado mental, claro. Pero que Ruíz Miguel rebajara de categoría a los Miura, de las que él, como dije, ha matado cien corridas de toros de dicho hierro. Eso me pareció una bajeza, una humillación hacia la casa Miura e, incluso, hacia su propia persona, coño, que tiene el récord mundial de toros de Miura estoqueados. O sea que, todos los hierros son duros, dijo el maestro, imagino que en ese momento estaría pensando en todos los hierros que se utilizaron para construir la Torre Eiffel en París porque no se entiende de otro modo y dicho sea de paso, tampoco fueron iguales los hierros utilizados en construir semejante edificio.
Tras escuchar aquella desafortunada afirmación por parte del torero de la Isla, quedamos todos atónitos; todos los que pese a nuestra edad conservamos intacta la lucidez mental. Si el torero pretendía tomarnos el pelo a todos lo logró y, si lo dijo de forma consciente es que ha olvidado su glorioso pasado porque, querer dejar a Miura a la misma altura que a Juan Pedro Domecq es un signo de ser mal aficionado. Por cierto, Juan Pedro, una ganadería que Ruíz Miguel la conoce como referencia pero que, sospecho que nunca mató un toro de la divisa de Lo Álvaro. Ni falta que le hizo porque se hizo rico con los Miura, siempre, a base de cojones, por supuesto.
Otro momento fatídico de la conversación entre locutor y torero llegó en la lidia del cuarto toro, un barrabás con carnet de identidad, algo que vimos en el primer lance de recibo del lidiador puesto que, en el acto le puso los pitones al torero de plata a la altura de su yugular. Un toro que, hasta el tonto del pueblo que estaba sentado en un tendido dijo que no valía nada moviendo su dedo pulgar hacia abajo. No es que no valiera, sí valía, pero para hacerle una lidia a la antigua y estoquearlo dignamente, lo que hizo Ferrera no sin antes haber pasado un trago amargo.
La bestia a la que aludo, todos, sin distinción, nos dimos cuenta de que el toro no regalaría ni un solo muletazo, como así ocurrió. Mientras Ferrera lo intentaba en los primeros muletazos, Enrique Romero, como todos, sabía que, ni Ferrera ni Dios, allí no había agua que sacar porque el pozo estaba seco. Así lo sentenciaba Romero mientras que, Ruíz Miguel, por su cuenta y riesgo dijo:
“Tranquilo, Enrique, verás como Ferrera se hace con él y le forma un gazpacho”
O sea que, todos vimos al barrabás en el acto, menos Ruíz Miguel que albergaba esperanzas de que el toro rompiera a embestir como dicen los taurinos. Pienso que, Ruíz Miguel, por lo que ha sido la grandeza de su carrera tiene que recapacitar y medir mucho sus palabras. Un hombre como él no puede cometer dos ridículos en una misma tarde.
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