Y en ese clima "de todo a favor" transcurrieron sus dos faenas; una primera labor que no pasó de compuestita por su aseada técnica, poco ajuste y menos sentimiento. La gente se volvió loca pidiendo la oreja. Pero el presidente, no la concedió.
Ya en el de la despedida, toro en el límite de las fuerzas y la casta, El Juli hizo un tremendo esfuerzo por buscarle las vueltas, entregado y muy habilidoso, con esa técnica infalible que ha definido su estilo en estos veinticinco años atrás, por fin, lo consiguió. La faena fue sobre todo limpia. Y la estocada, en su estilo, con el consabido "salto" echándose fuera. Aunque hoy no es tiempo de criticas. El mismo presidente, que se resistía a sacar los dos pañuelos, al final también sucumbió. Tercera puerta grande en Madrid para El Juli, una de ellas de novillero. Ahora a disfrutar el retiro. Suerte en su nueva vida.
Uceda tuvo en su primero un prometedor comienzo de faena, no obstante, sin la suficiente consistencia, con artísticos pero aislados esbozos a base de trincheras, una serie al natural -sólo una, hay que advertir- y otras "alegrías" que, tras una estocada defectuosa dieron sólo para una ovación en el tercio. En el cuarto, manso de solemnidad, al que se picó de caballo a caballo dada su mala condición, Uceda se limitó a salir del paso con brevedad y eficacia con los aceros.
Incomprensible el trato injusto de cierto sector de la plaza a Rufo, en su primero. Toro noblón, con el que se gustó en el recibo de capote a la verónica y posteriormente en la muleta, toreando a compás, con exquisito ritmo y apreciable donosura. ¿A qué vinieron tantas advertencias de los sabijondos de turno para que se cruzara más? El toledano pisó los terrenos justos y necesarios donde el toro se le venía pronto en todos los cites, y para terminar llevándole en círculos cada vez más cerrados hasta hacer obligados los remates de pecho o por trincheras. Hubo un silencio ingrato seguramente por el desatino con el descabello.
Sin embargo, la gran injusticia con Rufo se consumó en el último, al que cuajó la faena de la tarde, la mejor con diferencia. Un toreo de trazos limpios y muy sentidos, planteado en terrenos de tremenda cercanía y apabullabte quietud. El buen ritmo y el gusto más exquisito presentes en todas las intervenciones. La estocada, fulminante. No cabía más. No obstante, el público había venido a glorificar la despedida del Juli. Y también el presidente se echó atrás sacando sólo un pañuelo.
FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro toros de El Puerto de San Lorenzo y dos -2° y 3°- de La Ventana del Puerto, del mismo encaste y casa ganadera, parejos de presencia, con el trapío justo, nobles y de poca raza. El cuarto, el colmo de la mansedumbre.
Uceda Leal: estocada trasera y caída (ovación); y estocada y descabello (silencio).
"El Juli": estocada pasada y desprendida (ovación tras petición de oreja con abucheo al "palco" por denegarla); y estocada (dos orejas).
Tomás Rufo: estocada y cinco descabellos (silencio tras aviso); y estocada (una oreja).
En cuadrillas: saludaron tras banderillaear al tercero Sergio Blasco y Fernando Sánchez.
La plaza registró lleno de "no hay billetes" en tarde muy agradable.
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