martes, 17 de octubre de 2023

Cristiano Torres y la osadía / por Carlos Bueno



...El año pasado, el entonces novillero sin caballos Cristiano Torres brindó en Roquetas de Mar a su madre y a sus tres hermanas, asegurando que “les iba a comprar cuatro casas, una para cada una de ellas”, y hace sólo una semana, esta vez ya en una actuación con picadores en Las Ventas, aprovechó la presencia de las cámaras de televisión para decir: “Que se apunten mi nombre porque he venido a Madrid a hacerme rico”...

Cristiano Torres y la osadía

Carlos Bueno
Burladero/17 de octubre de 2023 
Recuerdo con nostalgia tiempos pasados que no serían mejores que los actuales pero, en ciertos aspectos, parece que tampoco resultaron peores. Hoy impera la búsqueda de una corrección política demasiadas veces artificial y forzada. Hace décadas, quizá por la necesidad económica en la que vivía sumergida la sociedad en general, el espíritu de esfuerzo y la ambición eran más palpables que ahora. En muchos casos, el trabajo duro y el sacrificio por abrirse paso imponían un carácter férreo, una personalidad marcada y una seguridad personal en la que, sin excluir el respeto y los buenos modales, no cabía el fingimiento ni la formalidad subyugada.

Quizá por ello la gente se expresaba con mayor naturalidad y espontaneidad sin medir al milímetro las posibles consecuencias de sus palabras. Es más, la opinión pública estaba preocupada de asuntos más serios que las proclamas de cualquier ciudadano. Fue célebre el famoso brindis que, en la década de los 60, le hizo Manuel Benítez “El Cordobés” a su hermana Angelita el día de su confirmación en Las Ventas: “O te compro una casa o llevarás luto por mí”, le aseguró con el afán de sacar a su familia de la pobreza. El V Califa del Toreo no tenía asesores ni calibró si aquella afirmación iba a ser considerada un acto de prepotencia y sólo expresó lo que sentía de corazón. Puerta Grande o enfermería. Él estaba allí para ser figura y hacerse rico jugándose la vida. Y lo consiguió.

El año pasado, el entonces novillero sin caballos Cristiano Torres brindó en Roquetas de Mar a su madre y a sus tres hermanas, asegurando que “les iba a comprar cuatro casas, una para cada una de ellas”, y hace sólo una semana, esta vez ya en una actuación con picadores en Las Ventas, aprovechó la presencia de las cámaras de televisión para decir: “Que se apunten mi nombre porque he venido a Madrid a hacerme rico”.

En plena era de las redes sociales, donde cualquiera puede vilipendiar e insultar sin el mínimo rubor, tales declaraciones fueron duramente criticadas, en algunos casos hasta extremos hirientes. Quienes se autoproclaman jueces de la corrección tildaron al chaval de insolente, soberbio y descarado. Quizá yo sea un sentimental, pero su osadía sólo me pareció un acto de rebeldía sincera que denota su compromiso y sus intenciones que, como en el caso de El Cordobés, son las de llegar a la cima del escalafón a base de exponer con disposición, entrega y verdad.

Ahora tiene que torear, es cierto. Las palabras se las lleva el viento y sólo los hechos le darán la razón. Falta le hace a la tauromaquia que aparezcan nuevos valores que no dejen indiferente a nadie, que traspasen las fronteras taurinas, personajes con tirón en la calle y en los ruedos de quienes se canten triunfos sobre la arena e influencias en la sociedad. Yo le he visto actuar y estoy convencido de que no es un charlatán barato. Tiene sobradas condiciones para funcionar y lo va intentar con todas sus fuerzas.

Hace sólo unos días, la plaza de Las Ventas colgó el cartel de “no hay billetes” en un festejo sin caballos. Increíble pero cierto. 24.000 almas colmaron el coso madrileño para ver a los benjamines del toreo. Sucesos así sólo denotan el interés, casi mágico, que los toros siguen teniendo para el pueblo. Porque quienes ocupan los tendidos de un recinto taurino son pueblo, cada cual con su ideología, pero pueblo.

Y la irrupción de toreros tan peculiares como Cristiano Torres, sólo contribuye a generar más expectativas en el pueblo que, con su disparidad de opiniones, es la pieza fundamental para el sustento y pervivencia de la tauromaquia. No caeré en la trampa de comparar al joven zaragozano con Manuel Benítez, entre otras cosas porque son épocas muy distintas, pero sin duda es un espejo en el que se mira, y no es malo.

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