El Madrid conquistó el liderato final de su grupo de Champions en un choque vibrante contra el Nápoles. Jude Bellingham volvió a deslumbrar y Nico Paz presentó sus credenciales a la élite europea.
Jesús Bengoechea
La Galerna - 29 noviembre, 2023
Los blancos se presentaban al partido con un centro del campo de circunstancias, siendo éstas lo suficientemente benévolas como para que este factor no causase pánico a priori. Sólo hacía falta un empate para pasar a Octavos como primeros de grupo, y este acuerdo de mínimos brindaba una suerte de laxitud al encuentro, aunque fuese de Champions. Ello no impidió que el Bernabéu estuviera petado y que el partido luego valiese el precio de la entrada. Puede ser la primera ocasión en que esta palabra (petado) aparezca en La Galerna. Anotamos el hito y seguimos.
A los 52 segundos, Toni Kroos falló un pase. Fue un mal presagio, la señal según la cual estábamos ante uno de esos partidos en los que el Madrid encaja un gol pronto. Lo rubricó Simeone a los nueve minutos, lo que cuando al Madrid le da por encajar pronto es casi un logro de tardanza. Lunin hizo un paradón pero el balón traspasó la línea. No estaba claro en las imágenes pero esta competición tiene estos temas automatizados, por lo que no nos quejamos. Nos quejamos cuando, en la competición local, Clos Gómez lo hace en la sala B con la escuadra y el cartabón que guarda en un cajón de la mesa del despacho sito en una de sus múltiples posesiones inmobiliarias.
Sin embargo, la ventaja napolitana se esfumó en cuestión de segundos, cuando Rodrygo marcó el mismo golazo de siempre. Qué bonito es poder escribir esto. Rodrygo pertenece ya a esa estirpe de jugadores acerca de los cuales los defensas saben exactamente qué va a hacer y aun así no son capaces de impedirlo. Estuvo a punto de repetir muy poco después, pero envió a la nubes una asistencia de Carvajal cuyo destino era Bellingham, que había iniciado la jugada con una gran maniobra en la frontal. El golazo de siempre de Rodrygo, por cierto, es uno que el brasileño se fabrica a sí mismo incursionando por la izquierda, lo que puede ser (o no) una señal algo inquietante de cara a lo que puede pasar tras la recuperación de Vinicius.
El Madrid jugaba con orden y verticalidad, como resultado de lo cual, en el minuto 21, Alaba metió un centro canónico para que Bellingham se sacara de la manga del hombro bueno un cabezazo no menos paradigmático. Golazo, remontada express y Hey Jude, nunca mejor cantado por la grada por cuanto la canción apuntaba a triste hasta que el inglés volvió a hacerla mejor. Quince goles en dieciséis partidos, récord histórico, de quien dicen que no es delantero, aunque esa cifra debería bastar para calificar a alguien de tal juegue donde juegue. Es un delantero, sólo que lo es entre otras muchas cosas.
Al filo de la media hora, un contragolpe extraordinario de Rodrygo, que brotó de un rechace providencial de Alaba a disparo del georgiano de nombre impronunciable, lo lanzó Brahim rozando el palo. Una ruleta sensacional en el gol de Rodrygo había precedido este remate. El malagueño sigue creciendo, aunque no tuviera su mejor noche.
EL MADRID CONQUISTÓ EL LIDERATO FINAL DE SU GRUPO DE CHAMPIONS EN UN CHOQUE VIBRANTE CONTRA EL NÁPOLES. JUDE BELLINGHAM VOLVIÓ A DESLUMBRAR Y NICO PAZ PRESENTÓ SUS CREDENCIALES A LA ÉLITE EUROPEA
El Madrid jugaba con una soltura vanguardista, como decía Alcaide en la retransmisión de RMTV. Cuenta este equipo, entre sus muchas cualidades, con la gran virtud de confiar ciegamente en la técnica individual de sus futbolistas para sortear la presión rival cerca del área propia. Siempre ha sabido hacer esto, pero últimamente está aprendiendo también a aprovechar las líneas adelantadas del rival para fabricarse contragolpes mortíferos. El Nápoles tuvo que hacer falta para frenar varios de ellos, ante la impunidad otorgada por el árbitro. El primer tiempo se esfumó con Kroos impartiendo magisterio en largo, en corto y en como ustedes quieran, con su compatriota Rüdiger rebañando balones en el área pequeña y con la sensación de haber asistido a un gran espectáculo…
… estropeado al comienzo de la segunda mitad, otra vez, con la característica (por desgracia) desconexión blanca a la salida del vestuario. Se plantó cerca de Lunin el Nápoles ante la pasividad defensiva del lado izquierdo de la defensa, y el rechace forzado de Ceballos lo fusiló Zambo Anguissa, empatando. Estas faltas de atención se las debe hacer ver el equipo. Son graves por reiterativas. Para terminar de sembrar el pánico, Valverde tuvo que barrer un balón que era medio gol en un contragolpe letal de los italianos. Osimhen ya estaba sobre el campo, convertido en otro elemento de incertidumbre. Para combatirla, Ancelotti metió a Joselu por Ceballos.
El Madrid había perdido claramente el control, quizá como pérdida secundaria a la del fuelle en un mediocampo muy marcado por las bajas. Brahim pasó al puesto de Ceballos, pero parecía claro que se precisaba más ayuda en esa zona, por lo que Carletto introdujo a Nico Paz en su lugar. Antes registramos un fallo aparatoso en el segundo palo de Joselu tras centro de Mendy. No fue como lo de Cádiz pero casi. En su descargo cabe decir que tal vez no esperaba el balón, o creía que llegaría Rodrygo.
Los minutos transcurrían y el desmoronamiento del Madrid se constataba. No puede salir gratis perder a tantos efectivos.
Sin embargo, Bellingham estaba ahí para mantener el tipo. Su exhibición en el segundo tiempo fue de una exuberancia insultante. Pidió el balón y asumió la responsabilidad. Se fue por la izquierda y centró, para que el remate de Rüdiger lo despejara Meret con reflejos imposibles. El portero tuvo que despejar también un centro de Rodrygo que Joselu remató fuera de chilena. Poco después, un pase largo descomunal de Carvajal casi lo convierte Bellingham. Joselu tenía el gol en el rechace, pero remató inocentemente fuera. En todo caso, el Madrid había recuperado el control, en gran medida gracias al inglés.
No obstante, el protagonismo final estaba destinado a otro centrocampista. Nico Paz maniobró en la posición de interior, se perfiló y soltó un latigazo de los que acostumbraba en el Juvenil y en el Castilla. Pero esto, amigos, no era el Di Stéfano. Era la puñetera Copa de Europa, y la gran promesa de la cantera blanca presentaba sus credenciales para la élite.
A lomos de Bellingham y Kroos, el Madrid volvió a volar cuando ya pocos lo esperaban. Bellingham, que no es de este mundo, se fue una vez más por la izquierda y regaló a Joselu el gol que cerró una noche inolvidable.
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