La paciencia, virtud de Castella, en la cumbre de su torería en Latacunga con un toro de vuelta al ruedo de Triana, su fiel compañero de viaje. Daniel Luque no tuvo material, apuntes que no alcanzan a conformar una obra en sus dos toros.
Guillermo Rodríguez
Tendido7/noviembre 18, 2023
Fotografías de Diego Alais para tendido7
El toreo es sin prisas, es templanza, despaciosidad , dialogar con ese ser vivo que es el toro proveniente del bos taurus.
Sebastián Castella se encontró con un ejemplar que embistió por ambos pitones, que hacía el avión, haciendo surcos en la arena, metiendo la cara, embistiendo con clase y el francés comenzó a dirigir esa orquesta unipersonal con el toreo fundamental. Todavía recuerdo con el capote una chicuelina, con perdón, a la manera del maestro Camino.
Y luego aderezado con trincherillas, naturales en redondo y ese «je, jey, toro», cambios de mano, un pase de las flores un cambio por la espalda y más toreo largo, sentido, crujiente.
Hasta se olvidó del incómodo viento. Cuadró al toro, se perfiló en corto y por derecho y la espada cumplió su cometido, vinieron las dos orejas, aclamadas en la vuelta al ruedo del toro y al final abandonó el coso en hombros.
Daniel Luque no tuvo material, apuntes que no alcanzan a conformar una obra en sus dos toros. Mañana puede ser su tarde en esta nueva etapa de su profesión en el festival. Ya veremos.
El rejoneador Alvaro Mejía se quedó con la oreja del primero, ejerció como buen equitador, las jacas le respondieron, tuvo temple y armonía en la colocación de las banderillas , las cortas y uno que otro alarde . En su segundo falló con el acero y marró con el descabello pero la gente le agradeció su lucida entrega.
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