lunes, 1 de enero de 2024

Auld lang syne / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Pirotecnia. Foto: Wikipedia

"..Al fin y al cabo, como decía Faulkner, toda la literatura del mundo ha girado sobre los mismos cuatro o cinco temas. Igual que hace el toreo fundamental girando sobre las mismas cuatro o cinco suertes. Las versiones originales de la misma triste alegría también son muchas.."

Auld lang syne

Jorge Arturo Díaz Reye
Media noche. Pirotecnia, euforia, copas, risas, lágrimas, besos, promesas, nuevo año, ilusión y… detrás la melancolía.

Esa inevitable sensación de intrascendencia, fatalidad y adiós que no tapa del todo la felicidad convencional. Es tan humana, tan común, tan lugar común, que no se puede citar sin riesgo de cursilería. Pero la imaginación halla siempre formas nuevas de recrearla sin incurrir. Al fin y al cabo, como decía Faulkner, toda la literatura del mundo ha girado sobre los mismos cuatro o cinco temas. Igual que hace el toreo fundamental girando sobre las mismas cuatro o cinco suertes. Las versiones originales de la misma triste alegría también son muchas.

Hace 56 años Peter Glenville recreó la suya en las escenas finales de la película “Los comediantes”, filmada sobre la novela homónima de Graham Green. Con un reparto extraordinario: Richard Burtón aun joven, Elizabeth Taylor en sus esplendorosos treinta y cinco años, el muy británico David Niven, y el talentoso rusodescendiente Peter Ustinov, dando cuerpo a cuatro personajes arrastrados por los acontecimientos al infierno. El Haití de Francois Duvalier, “Papá Doc”.

Acosados a muerte por los feroces Tontons Macoutes del dictador, llegan a la última noche del año, en medio de una multitudinaria fiesta del Hotel Trianon, planeando la fuga. A las doce, mientras explota la celebración confundida con su angustiosa situación, suena la melancólica y alegre melodía escocesa y ellos escapan, sin saberlo, hacia la derrota y la muerte.

Los espectadores, también abandonan el teatro, abrumados por el sentimiento de pérdida, derrota y levedad del ser. Auld Lang sine el fondo musical es uno de los grandes aciertos del director. Lleva la carga emocional de la escena.

Desde que la vi, hace más de medio siglo, no puedo llegar al rito del año nuevo sin evocar esa pesadumbre cinematográfica. Hoy asociada al recuerdo de tantos años de festejar la fecha en la plaza, con personas queridas que ya no están, después de la corrida que ya no se da, y que quizá tampoco volverá, como aquellos que quisimos, perdimos, y a los cuales tarde que temprano seguiremos. Feliz año.

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