"..El festejo tuvo que iniciar tarde consecuencia de que los supuestos animalistas se comportaron como seres irracionales, seres salvajes y agredieron al gran público taurino, cerraron calles para intentar impedir se diera la corrida, así como intentaron destruir la puerta y columnas de la Monumental México.."
En la Monumental México… Interminable océano de kilos de
José Mata
Monumental Plaza de Toros México. Domingo 28 de enero, 2024. Casi lleno, unas 45 mil personas. Se han lidiado astados de la ganadería Fernando de la Mora, anunciados inexplicablemente como Tequisquiapan, con muchos, muchos, muchos kilos de mansedumbre, descastamiento; sus cornamentas no tan grandes carecían de armonía con sus engordadas geografías corpóreas; y definitivamente, no pondría las manos al fuego por su integridad. Y, sí, un océano interminable de carne mansa que dio al traste al festejo.
Joselito Adame: Silencio tras aviso y silencio.
Diego Silveti: Saludó en el tercio y palmas.
Andrés Roca Rey: Pitos y gran bronca tras tres avisos.
Detalles:
El festejo tuvo que iniciar tarde consecuencia de que los supuestos animalistas se comportaron como seres irracionales, seres salvajes y agredieron al gran público taurino, cerraron calles para intentar impedir se diera la corrida, así como intentaron destruir la puerta y columnas de la Monumental México.
Ojalá y las autoridades encarcelen a los que violaron flagrantemente algunos de los derechos de los aficionados taurinos
En recuerdo de mi amado padre, D. Antonio Mata y Macedo, quien a los 92 años trascendió al universo el reciente sábado 27 de enero; extraordinario esposo, excepcional padre e inmejorable amigo; nos guio por la senda de la dignidad, el respeto y la honestidad.
Cuando se anunciaron los carteles para la temporada del reencuentro, mi padre entró en una gran ilusión.
Quiso ser torero a temprana edad y cuando a los 14 años vio que no había futuro en esta difícil profesión, con evidente honestidad se puso a trabajar en la Telefónica Ericsson que después pasó a ser Teléfonos de México y fue un trabajador ejemplar, llegando a ser líder nacional en el sindicato de los telefonistas.
Esto no le impidió dejar de seguir con su gran afición a los toros, así que a esa edad, después de haber visto la construcción del coso mayor del mundo, asistió a la corrida inaugural y desde los tendidos generales fue testigo de cómo se comenzó a escribir la historia del ahora legendario coso de Insurgentes.
Siempre que llegaba de la Monumental México, mi padre me daba su severo juicio con relación al festejo. Veía las corridas en televisión y con el volumen apagado, le molestaban los falsos elogios.
Todavía hace unos días, me decía que a la corrida de la reapertura le iban a faltar toros, que no veía que fueran a ir a más los de Fernando de la Mora anunciados subrepticiamente como Tequisquiapan.
Cuánta razón tuvo, un día después de su partida para seguir evolucionando en el universo, la realidad le dio la razón.
Quien haya impuesto esos toros debe ser el peor enemigo de Andrés Roca Rey, y lo menciono a él, porque él es quien manda en el toreo y puede imponer a las empresas sus caprichos.
Todos sabemos que los ferdinandos de la mora, los teofilitos o los bernalditos son sinónimo de fracaso por la incalculable mansedumbre que habita en sus ganaderías.
Lamentablemente, esta tarde no fue la excepción.
Al margen de la gordura de los astados, su inacabable mansedumbre fastidió el festejo. Era inconcebible que, Roca Rey, quien saca agua de las piedras no haya podido hacer algo por lo menos decoroso, que impactara con su primero, después de algunos trapazos, decidió abreviar y hasta ahí quedó todo.
Con su segundo, supuso, pero supuso mal, el joven Andrés, que se movería, pero desde Júpiter y con los ojos cerrados se veía que eso era imposible. Así que intentó en los medios, se pasó por espaldinas y de frente al astado hasta en dos ocasiones y ahí acabó la historia que le llevó a no poder concretar, y lo peor que estuvo fatal con los aceros por lo que escuchó los tres avisos con toda y la bondad franciscana del buenazo de Gilbert, quien generosamente le regaló algunos minutos.
Fracasó Roca Rey…
… sí, fracasó y todo porque quien le asesora en cuanto a ganado, es su peor enemigo, y sus deseos de querer consolidarse en México se esfumaron, por lo menos, para este año.
Señor Roca Rey, confiar en ineptos nunca ha sido lo ideal.
Por supuesto que, Joselito Adame, tuvo que sufrir de la mansedumbre más con su segundo; porque el que abrió plaza fue un bobalicón y no dejó nada para el espíritu de los diletantes taurinos. Al pasar alrededor de la geografía corpórea de, Joselito, como una linda ovejita mañanera no nos conduce hablar de ningún héroe y mucho menos de algún artista. Después de dos series con la derecha ya no hubo más que contar.
Mal con el acero, citó primero afuera de la suerte y de cerca, dejó un pinchazo; en el segundo intento, un poco más de largo y pinchó; luego una media tendida delanterilla caída y naufragó con el acero. Escuchó una aviso y tuvo que hacer uso del descabello.
El 4º que fue muy chico, anovillado, manso de salida, no peleó en caballos, durmió en el peto el sueño de los justos. Aparecieron correctas chicuelinas y cuando Joselito recortó a una mano el animalillo, se derrumbó en la arena.
Joselito absurdamente intentó banderillear, sin embargo, el astado que acudía frenándose, le hizo dejar un primer par pésimo; después, lo puso de largo y al no moverse Joselito llegó hasta su jurisdicción dejando un par correcto al cuarteo; para imponer el tercer par pasó en falso y al final quedó mal colocado porque se frenaba el animalillo.
Joselito puso las rodillas en la arena y dejó pases vulgares y embarullados con el ferdinando, un animalito reservón que iba a media altura. Acudió a una serie con la derecha, otra inconsistente y el animalillo visitó la arena como una vaca echada. Faena esforzada e insulsa por la incalculable mansedumbre del ferdinando. Mal con la espada.
El 2º de Fernando de la Mora para, Diego Silveti, ha sido más chico y tampoco peleó en varas, aventó cornadillas de manso con el fin de quitar al caballo de su camino y así huir. Esto significa que fue manso. Así, aparecieron unas gaoneras embarulladillas acudiendo el animalito con la cara alta, además de escarbar la arena… reservón, más características de la mansedumbre.
Diego le citó de largo y el animalillo acudió rebrincando, como borreguillo juguetón, hasta en dos ocasiones. Después de una prudente espera, una serie con la derecha. Y… el animalillo huyó a las tablas justo en donde extrajo otra serie deslucida para con la zurda en esos terrenos aparecer algunos trapacillos.
El animalillo sacó su realidad ser un… ferdinando. Al final, hubo dosantinas de poca valía.
Citó para a un tiempo dejar una entera tendida que hizo claudicar al bobillo. Si hubiera habido bravura y no bobaliconería, habría sido, quizá, una faena interesante.
El 5º otro pequeño panzoncillo para, Diego, que no peleó en caballos, se arrancó y con la inercia que llevaba tras chocar en el peto aventó al jamelgo a las tablas, pero ahí no hizo más que dormirse en el peto. Manso y deslucido el animalillo cuando iba no pasaba como debiese, y si bien es cierto que la faena tuvo loable esfuerzo, no quedará en el recuerdo. Estocada caída.
Epílogo
Al final cuando me retiraba y veía cómo los vándalos, supuestamente antitaurinos, habían agredido no sólo al público sino al inmueble taurino, volví a recordar lo que me dijo mi amado padre:
“Para el reencuentro con la Plaza México habrá que escoger un encierro con gran trapío, que muestre bravura y casta, así se le devolverá su verdad a la Fiesta y los enemigos tendrán que callar, mientras que nosotros los que amamos a la Fiesta saldremos toreando”.
Mi padre ya no vio este decepcionante festejo, pero seguiré su ejemplo como lo he hecho durante la vida, hablando con honestidad y respeto para el gran público
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