miércoles, 28 de febrero de 2024

El rastro de un valiente / por Paco Delgado

"..en los primeros compases de la campaña de 1967, aprovechando la feria castellonense de La Magdalena, Pedrín Benjumea se convirtió en matador de toros. Fue el 27 de febrero y su padrino Julio Aparicio, dando testimonio de la ceremonia Sebastián Palomo “Linares”, con quienes lidió toros de Montalvo y Antonio Pérez Tabernero.."


El rastro de un valiente

Paco Delgado
Burladero/27/2/2024
Hijo del mayoral de la ganadería de doña Enriqueta de la Cova, durante las temporadas anteriores fue uno de los novilleros destacados y relevantes, asombrando por un valor que asustaba.

Así que en los primeros compases de la campaña de 1967, aprovechando la feria castellonense de La Magdalena, Pedrín Benjumea se convirtió en matador de toros. Fue el 27 de febrero y su padrino Julio Aparicio, dando testimonio de la ceremonia Sebastián Palomo “Linares”, con quienes lidió toros de Montalvo y Antonio Pérez Tabernero.

Derrochó valor y entrega y sólo sus fallos con el estoque le privaron de tocar pelo con el toro del doctorado, “Saleroso”, de Pérez Tabernero. Sí que acertó al matar a sexto, paseando las dos orejas de su oponente, abandonando el coso del Parque de Ribalta con Palomo, que obtuvo un balance de tres orejas y un rabo, mientras que Aparicio sólo pudo sumar una oreja, también por su mal matar.

Benjumea salió ya lanzado de aquella su primera corrida y en la campaña de aquel año sumó más de 80 contratos. Luego el signo de su fortuna varió, pero su valentía, casta y arrojo siempre se recordarán.

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