lunes, 11 de marzo de 2024

11M: dos décadas después / por Hermann Tertsch


"..Después de aquel 11 de marzo del 2004 que llevó en volandas al poder a quienes jamás lo habrían logrado sin la sangre de 193 muertos y dos mil heridos, España entró en una de las fases más vergonzosas, dañinas e indignas de su larguísima historia que ya estaba cuajada de dramáticos avatares y trágicas vicisitudes.."

HACE VEINTE AÑOS EL CRIMEN COMENZÓ A GOBERNAR ESPAÑA

11M: dos décadas después

La Gaceta/Marzo, 11, 2024
Hace ya veinte años que nos pusieron una inmensa bomba en las vías por las que España transitaba hacia un futuro que, fuera cual fuera, fuerzas poderosas decidieron abortar. Por eso nos hicieron descarrilar. Para que la nación más antigua de Europa y una de las pocas decisivas en la historia de la Humanidad entrara en una etapa de vertiginosa degradación, perversión y podredumbre interior que permitiera la instrumentalización de nuestra desgracia en servicio de intereses de dichas fuerzas, ajenos y hostiles a la nación española.

Después de aquel 11 de marzo del 2004 que llevó en volandas al poder a quienes jamás lo habrían logrado sin la sangre de 193 muertos y dos mil heridos, España entró en una de las fases más vergonzosas, dañinas e indignas de su larguísima historia que ya estaba cuajada de dramáticos avatares y trágicas vicisitudes. Pero hay que buscar bien en esta turbulenta evolución de siglos de la España moderna para encontrar 20 años seguidos en los que sólo han gobernado por turnos, la vileza y la cobardía, sin ápice de verdad, dignidad y patriotismo.

Sólo los directamente beneficiados por aquella matanza, que son claramente quienes hoy gobiernan España y las fuerzas foráneas que la instigaron, tienen la osadía de pretender que la sentencia de aquel juez Bermúdez que daba carpetazo a los atentados de Atocha, tras haberse destruido sólo en días las pruebas, resolvía el caso definitivamente. Las bombas, los muertos y la España postrada dieron el poder a esta alianza que ya estaba en gestación entre las fuerzas separatistas, terroristas, totalitarias y las fuerzas con mantos ideológicos globalistas y socialdemócratas del «centrismo» rojo y azul, volcados en el control del poder por el bien de intereses propios y foráneos.

No pretendo saber quiénes idearon y ordenaron la ejecución de este atentado contra la Nación Española para cambiar radicalmente su rumbo y destino. Pero sí soy uno de tantos españoles que sabe bien, por experiencia propia, de la obsesión de dichos beneficiarios internos de la tragedia por impedir que se cuestione, investigue y rebata la ridícula visión oficial que se deriva de la sentencia

Las bombas convirtieron España en un gran campo de ensayo en territorio europeo de procesos totalitarios sólo aplicados antes fuera del continente.

Y claro está que nos convertimos en un país aún más entregado a los intereses de las dos grandes potencias europeas, Francia y Alemania, centradas ya en transformar la UE en un megaestado bajo su dirección. También de nuestro vecino del sur, Marruecos. Y por si fuera poco, también sometidos a la cada vez mayor influencia del proceso iberoamericano de secuestro de la izquierda por el crimen organizado. Éste, representado por Hugo Chavez Frías, fue quien protagonizó la primera visita de un jefe de Estado a la España gobernada por Rodríguez Zapatero, jefe de gobierno por la gracia de las bombas. Y fue Hugo Chávez con otros dirigentes criminales del llamado Socialismo del Siglo XXI los que organizaron y financiaron el desembarco de la franquicia chavista para secuestrar, con leninistas españoles a su servicio, aquel movimiento de protesta juvenil del 15M para convertirlo en Podemos y así forzar al PSOE a una radicalización en sus bases que se llevó por delante a todos los dirigentes que pudieran aun albergar un mínimo de sentido de Estado, aquellos que murieron tras el retorno triunfante en primarias del indeseable defraudador que habían expulsado de la secretaria general pero que, insensatos, no expulsaron del partido como delincuente que era tras intentar estafar en las urnas a sus compañeros.

Y así España, como fue vanguardia en el proceso de descomposición de las democracias parlamentarias en los Años Treinta se convirtió en adelantada en el desmantelamiento de los mecanismos de control del gobierno. El devenir no ha podido ser más trágico. Zapatero puso las bases para llevar al Estado hacia la dictadura de la mentira, el Partido Popular le ganó siete años después de las bombas y sólo gracias a la crisis económica unas elecciones. Y no pasó nada. 

La mediocridad tramposa se instaló a gestionar primero la crisis económica y después la crisis política que su falta de decisión alimentaba sin cesar. Y hubo un golpe. Y un 155. Y los jueces actuaron. Pero después nada. Todo siguió por los carriles políticos e ideológicos que habían impuesto quienes volaron las vías de Atocha. Y el gobierno memo e indolente de un líder tan despreciable como Mariano Rajoy se dejó atropellar por su propia cobardía, España quedó entregada a una izquierda ya plenamente identificada, tanto en Podemos como en el PSOE, con el socialismo del crimen organizado. Así este, desde Iberoamérica, corrompía a comunistas y socialistas españoles con Pedevesa y muchas otras modalidades de maletas Delcy y los convertía en servidumbre. Lograban así los narcocomunistas y todas las redes del blanqueo y tráfico que el Foro de Sao Paulo, después su otra careta del Grupo de Puebla, dieran el salto al Atlántico y establecieran en la Península esa cabeza de playa para la entrada de todo su negocio y todos los mecanismos de influencia política e impunidad criminal en la Unión Europea.

Y ahí estamos ahora. España gobernado por una banda de malhechores íntimamente relacionada con los regímenes más criminales del globo. Unos con Rusia, todos con Venezuela y Cuba, con Bolivia y el Brasil de Lula y la Colombia de Petro y a Zapatero lo tienen para las relaciones con todos, incluidos las relaciones personales privilegiadas con los peores como Maduro y por supuesto con los chinos, cada vez más presentes en Sudamérica y México, allí donde la banda de los Koldos que es la actual izquierda española en el poder, sacia sus instintos más primitivos de codicia.

Olvidada la broma de que las bombas las pusieron los cuatro moritos que se comieron el «marrón»… 

¿Quién puso las bombas que secuestraron a España con la evidente intención de destruirla, acelerar y hacer irreversible su división y degradación en unas taifas gobernadas arbitrariamente por criminales? 

Para que un gobierno central en pacto con estos poderes territoriales pueda perpetuarse al impedirse toda posibilidad de cambio político hacia una recuperación de la nación, de la libertad, de la verdad, de la democracia, de la dignidad?

Beneficiarios evidentes y directos han sido aquellos que, como después hemos sabido, cuando estallan las bombas ya negociaban en secreto esa alianza de PSOE, terroristas vascos y separatistas catalanes, con este concepto hacia la creación de un «régimen progresista» como el que hoy gobierna. Pero sin duda tuvo otros capitalizados del proceso que se institucionaliza a partir de aquellas elecciones. Otros más importantes que las bandas delincuentes que hoy disfrutan con esa artificiosa y perversa mayoría parlamentaria en España. Fuerzas que no querían que España tuviera para el siglo que comenzaba entonces un papel propio, con soberanía y aliados que podían haber desarrollado otros ejes y espacios que no fueran el triste y humillante sino bajo del rodillo franco-alemán en Bruselas y hasta de la prepotencia y procacidad de Rabat.

Veinte años después, nuestra curiosidad sigue en pie. Pero nuestra prioridad tienen que ser ya acabar con los efectos del 11M, con el secuestro de España y su futuro por las fuerzas que llegaron al poder por la matanza y que responden a muchos intereses viles dentro del país y muchos otros foráneos. Llegados a donde estamos, es iluso creer que hay un retorno a la libertad, a la democracia y al imperio de la ley que no sea traumática de alguna forma traumática. Porque las instituciones están en su mayoría secuestradas por criminales prácticamente desde aquella noche electoral tras las bombas y los secuestradores no soltarán al rehén porque es el que les da todo el poder para el abuso sin límites y toda la impunidad para este abuso y el delito.

No hay motivos para el derrotismo ni la resignación. Veinte años después hemos avanzado con la toma de conciencia de muchos los españoles de que estamos de nuevo en una guerra larvada por la independencia, la libertad y nuestros derechos, una guerra que van ganando el enemigo por falta de reacción, presencia de ánimo, por tanta cobardía e indolencia de muchos que juraron defender las leyes y la nación, y no lo han hecho cuando han podido. Pero cada vez son más los españoles que saben que es una contienda que no se puede perder porque es existencial y esencial, de ella depende la continuidad histórica de España

Estamos mejor que hace quince o diez años porque muchos sabemos con quiénes no se puede contar, porque son falsos defensores. Y estamos mejor sobre todo porque hoy sabemos bien lo mal que estamos. Lo presos que estamos. Lo sometidos, maltratados, saqueados y humillados que estamos. Nos jugamos seguir existiendo como españoles y seres libres. Por eso tenemos un deber hacia nuestros descendientes, hacia nuestros antepasados y nuestra historia y hacia nuestro honor de ganarla.

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