jueves, 4 de abril de 2024

Por un Comité de Actividades Antiespañolas / por HUGHES


 "..La inercia es antiespañola. Teniendoñ esto claro, debe formarse un clima de opinión que denuncie cualquier maquinación contraria e intente (y será labor titánica) españolizar la conversación.."

Por un Comité de Actividades Antiespañolas

HUGHES
La Gaceta/3 de Abril de 2024
Anuncia Pere Aragonés un referéndum que plantea la independencia y ya se vende como «dentro de la Constitución». «Todo cabe dentro del Estado de Derecho», dirá pronto alguien. La reacción más probable, y a todas luces insuficiente, será hablar de Pedro Sánchez.

Cuando conocimos el proyecto de la Ley de Amnistía, parte de España se indignó y hubo quien bramó y salió a la calle. Eso se condensó en Ferraz, una protesta estigmatizada por los corruptísimos medios antiespañoles y por el europeo Partido Popular, alias La Tonta del Bote (y el bote es la pasta), que la fue adormeciendo arteramente. La policía amedrentó y ejerció violencia, y el fenómeno se fue apagando hasta quedar el Rosario, los últimos de Filipinas.

Tras Ferraz, volvimos a las andadas y el duopolio político, usufructuarios del duopolio televisivo, dueños a su vez de la conciencia política de los españoles, restablecieron su partido de tenis eterno con la corrupción: que si Ábalos, que si Ayuso… cuando todo es corrupción y el sistema entero es corrupto. No es que sea corrupto el cuerpo, es que es corrupto el latido, el algoritmo, la sístole y la diástole.

Ahora volvemos a las andadas. Aragonés, caganer erecto con pedigrí franquista, plantea el reto de la independencia que, por otro lado, no se les cae de la boca.

Lo alarmante es que ya se cuela el argumento del «encaje constitucional», como colaban el del derecho a decidir los medios antinacionales («furcias mediáticas» es redundar y pecar de generoso); se dirá que es momento electoral, programa de máximos, pero ya está en la conversación. ERC, socis del PSOE, lo ponen sobre la mesa y Junts es validado como interlocutor por Feijoo en reciente entrevista (como antes lo hiciera Pons). Si no hay consulta, servirá como presión para negociar nuevas concesiones que condenen al resto de España a la condición de colonia.

Somos colonias sucesivas: del Imperio, de la UE alemana, de los «territorios históricos» y, para el remate, siervos de los partidos.

La unidad de España y su libertad deberían ser los argumentos principales, pero todo conspira en contra y lo que abunda en los medios es una labor de policía activa de gente que parece a sueldo del extranjero, comisarios otaneros, belicistas de lejanías, emisarios caribeños, o gentes con querencia alauí y pelo de camello en la chaqueta. En España no se habla de Gibraltar, por ejemplo. El mundo se descoloniza, los países, los museos, los continentes, el orbe entero, y Gibraltar aquí es un tabú que crece a costa del mar español. Somos un país sin nervio, con la honra desfigurada y en el perímetro de nuestra cárcel dan vueltas demasiados carceleros.

Pero ya que estamos sometidos al canon ideológico anglosajón, y canta diariamente un coro de cipayos, deberíamos emular al menos sus métodos de defensa. Que alguien proponga, por ejemplo, un Comité de Actividades Antiespañolas que rastree seriamente toda injerencia extranjera para el fomento de iniciativas, actividades, movimientos separatistas o disolventes. No Putin, que de Putin ya hablamos todos los días, ya nos lo sabemos: los otros, los que llevan metiendo la cuchara desde hace décadas y siglos.

Ojalá esta ignominia y esta afrenta constantes sirvieran para la consolidación de una potencia discursiva tal que pusiera en primer plano la salvaguarda nacional y la independencia y libertad españolas, que pudiera nombrar las operaciones exteriores e interiores contra España; que identificara las intrigas, las genealogías intrigantes, que las señalara; que despertara la conciencia en el español y le alumbrara las relaciones de interés y connivencia entre el separatismo y ciertas élites. Porque hay traidores, traición hacia dentro y hacia fuera, como hay etarras (ahí está su obra) y colaboracionistas. También debería plantearse un endurecimiento penal para quien maniobre contra España.

La institucionalidad española es, queriendo o sin querer, antiespañola. La inercia es antiespañola. Teniendo esto claro, debe formarse un clima de opinión que denuncie cualquier maquinación contraria e intente (y será labor titánica) españolizar la conversación. Realizar un primer trabajo colosal (agotavidas, consumebiografías) sobre la misma conversación, la sola conversación. Partiendo de lo que ya hay, del trabajo de mucha gente, serán necesarias redes crecientes de amistad, lealtad y compromiso en la defensa nacional ante una amenaza en todas direcciones. ¡Porque todo conspira contra España! Salvo el jilguero que canta por la mañana y el sol que aún permanece leal, todo lo demás está en contra y hasta de las nubes es posible empezar a sospechar (por supuesto, en este momento crítico, lo paranoide es inevitable, ¡hay que ser absoluta y revolucionariamente democrático pero un poco paranoide! ¡Un movimiento —ya valiera un espasmo— democrático-paranoide!).

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