viernes, 10 de mayo de 2024

Morante, el artista total / por Ignacio Carrasco López


"..Porque sólo así puede catalogarse a Morante de la Puebla, que lo mismo expone su vida, sin darse importancia, al dar lidia a un manso con peligro, desplegando gracia a raudales, que eleva el toreo a la verónica a su más alta expresión, que sublima el manejo de la muleta o que rescata, con toda oportunidad, suertes antiguas convirtiendo la escena en una estampa sepia.."

Morante, el artista total

Ignacio Carrasco López
Le preguntaron una vez a Curro Romero, Séneca de nuestro tiempo, acerca de cuál era su público preferido. El maestro respondió que el del tenis y aclaraba, con gran sabiduría: “el torero es el único artista que ejerce su labor con dos mil personas detrás corrigiéndolo. ¿Se imagina alguien a un pintor ante un cuadro con la gente diciéndole cómo tiene que pintar?”.

Y es que, a diferencia de las demás artes, en las que el espectador contempla la obra finalizada en la intimidad o la ejecución de la previamente ensayada, la tauromaquia permite asistir en riguroso directo a lo que, al mismo tiempo, constituye proceso creativo y obra final, eso sí, de resultado incierto.

Ese proceso creativo es extraordinariamente complejo e imprevisible y exige en el artista tal cúmulo de cualidades (conocimiento del arte mismo y del comportamiento de los animales, valor, intuición, inteligencia, sentido de la medida, plasticidad…) puestas al servicio de la obra con reunión en el espacio y en el tiempo, que puede afirmarse que su excelsa ejecución constituye un verdadero milagro al alcance de sólo unos cuantos privilegiados.

Por eso, en una época en la que, paradojas de la vida, el arte, que debiera ser la más libre manifestación del alma humana, está constreñido (cuando no censurado) por las reglas de la corrección política impuestas por quienes pretenden ingenuamente, porque ignoran su absoluta irrelevancia, pasar a la posteridad, resulta completamente extasiante tener la oportunidad contemplar el proceso creativo de un autor que, por reunir excepcionales cualidades y ponerlas al servicio de su arte sin ataduras ni complejos de ningún tipo, debe ser considerado como un artista absoluto.

Porque sólo así puede catalogarse a Morante de la Puebla, que lo mismo expone su vida, sin darse importancia, al dar lidia a un manso con peligro, desplegando gracia a raudales, que eleva el toreo a la verónica a su más alta expresión, que sublima el manejo de la muleta o que rescata, con toda oportunidad, suertes antiguas convirtiendo la escena en una estampa sepia.

Del mismo modo en que la mayoría de los mortales que poblamos el planeta no estamos siendo conscientes, por falta de perspectiva, de asistir en primera persona a un cambio de era histórica (ignoramos la expresión que los historiadores, dentro de cien años, emplearán para sustituir a la de “edad contemporánea”), es de temer que aún muchos aficionados a los toros tampoco lo sean de que nos encontramos ante quien, a no mucho tardar, será considerado unánimemente como el artista que le dio a la tauromaquia una nueva dimensión, al modo de Pedro Romero o José Gómez “Gallito”.

Debemos congratularnos, pues, como harían los papas Julio II y Pablo III al contemplar in situ la creación de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, del enorme privilegio que supone asistir en vivo a cada creación de José Antonio Morante Camacho, natural de la Puebla del Río, el artista total.

10 de Mayo de 2024

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