Álvaro de la Calle es muy amigo mío. Siente muy cerca la llamada de la esquiva victoria, pero esta se está haciendo de rogar.
En Las Ventas estuvo a punto de de caerle en sus brazos cuando Álvaro hubo de hacerse cargo por el percance del grandísimo torero que es Emilio de Justo -para mí, autor de la mejor faena en el pasado San Isidro, abundante en grandes faenas- y Álvaro remontó una tarde de toros-toros que se había acabado en el primero por el percance del único espada titular. Pero es que Álvaro de la Calle no sólo es un bravo que torea con maestría. Es que además lo hace asi de bien, como muestran las fotos del festejo celebrado en Arévalo con toros del encaste Vega-Villar, los famosos "patas blancas" que antes se disputaban los toreros.
¡Aamos p'alante, torero!
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