viernes, 19 de julio de 2024

No pasarán ¿O sí? / por Paco Delgado


"..La que fue una de las primeras manifestaciones de un serial taurino continuado y de fecha fija no parece que atraviese actualmente por su mejor momento ni, lo que es más grave, mucho más, tenga asegurada su continuidad, estando en muy seria duda, incluso, su viabilidad.."

 No pasarán ¿O sí?

Paco Delgado

Tras el prólogo que ha supuesto la primera parte del Certamen Internacional de Escuelas, otro avance tan interesante como importante, en todos los aspectos, arranca una nueva edición de la feria de julio de Valencia, un serial capital en su día y que hoy lucha por la supervivencia.

La que fue una de las primeras manifestaciones de un serial taurino continuado y de fecha fija no parece que atraviese actualmente por su mejor momento ni, lo que es más grave, mucho más, tenga asegurada su continuidad, estando en muy seria duda, incluso, su viabilidad.

Sus orígenes se remontan a las corridas que el Hospital General organizaba en torno a las festividades de Santiago y Santa Ana. Espectáculos que congregaban a un gran número de aficionados, tanto de Valencia, como de las poblaciones cercanas a la capital, que llegaban para presenciar las actuaciones de los más famosos matadores del momento.

Puede fijarse la temporada de 1871 como el inicio oficial de esta feria de julio, cuyo ambiente creció exponencialmente con la puesta en funcionamiento de la línea férrea Valencia-Játiva y, poco más tarde, la de Almansa-Tarragona. Esa masiva afluencia de forasteros repercutía económicamente en el comercio y en el incipiente negocio de la hostelería.

Tres concejales del Ayuntamiento de Valencia, Pedro Vidal Cros, José Segura y Enrique Ortiz, fueron los promotores de un proyecto para celebrar “una feria anual y una exposición de productos y ganados de toda clase, que debería celebrarse en los últimos días de julio, época en que, terminada la recolección de las principales cosechas y en las que se celebran las corridas de toros, se considera la más apropiada para atraer concurrencia”.

La propuesta, tal como cuenta Vicente Sobrino en su libro Memoria de luces, fue aprobada por unanimidad y la feria echó a andar el 20 de julio de 1871, celebrándose en la misma tres corridas de toros, la primera celebrada el día 23 de julio, con Antonio Carmona “El Gordito” y Francisco Arjona Reyes “Currito” en el cartel, lidiando reses, ocho, de Manuel García Puente.

Poco a poco fue tomando carta de naturaleza y no sólo aumentó el número de espectadores, locales y foráneos, sino de festejos, pasando de las cuatro o cinco corridas que fue norma durante muchos años y que constituían el tramo grande y destacado de la temporada valenciana, a la media docena, más alguna que otra novillada, con la aparición de Gallito y?Belmonte, hasta llegar, en los años sesenta del pasado siglo, a los diez o doce festejos.

La implantación de la feria de fallas, celebrada como tal por primera vez en 1929 y su posterior auge y crecimiento acabó, finalmente, por afectar seriamente al ciclo de San Jaime, siendo varios los factores que de un tiempo, reciente, a esta parte le ponen en muy grave peligro. Por una parte es bien cierto que la sociedad ha cambiando de manera sustancial en los últimos años. La oferta de ocio es casi infinita y la comodidad se ha instalado en nuestras vidas, actitud y pensamiento. Da mucha pereza salir de casa cuando a un golpe de mando y desde tu más confortable sillón puedes ver y disfrutar de lo que quieras. El calor afecta e influye, pero también afectaba e influía medio siglo atrás... y la gente iba a los toros. Y ya había entonces playas y apartamentos. Aunque, naturalmente, tenían alicientes y motivos para ir a la plaza. Cuando algo interesa no hay barreras que impidan que la gente acuda.

También antes las instituciones apoyaban, no hay que olvidar que fue del Ayuntamiento el impulso inicial y el soporte posterior que desde hace años brilla por su ausencia, y si se quiere mantener este evento su ayuda es imprescindible, como ha sucedido, por ejemplo, en Santander, aunque el taurinismo a su vez debe echar su cuarto a espadas y apostar decididamente por una feria que fue santo y seña. Ahora parece como si Valencia debiese limitarse a marzo y todo son excusas y pretextos para, poco a poco, ir marginando esta celebración hasta que caiga por sí sola. Lo que probablemente acabe ocurriendo. Hay que luchar por que la feria no se extinga, aunque parezca que, por ley natural, deba ser así. Hay mucha gente interesada en que tal cosa suceda, pero no pasarán... ¿o sí?...

Burladero.com/Valencia, 18 Julio 2024

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