jueves, 11 de julio de 2024

PAMPLONA / 6ª San Fermín.- Roca al son de “El Rey” / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Pamplona. Roca Rey y Tomás Rufo. Fotograma OneToro

Con tres orejas y una enorme petición de otra, el peruano sale a hombros junto a Tomás Rufo quien recibió dos. Perera cortó una del cuarto. Encastado encierro de Gallardo...

Roca al son de “El Rey”

Jorge Arturo Díaz Reyes
CronicaToro/Cali, VII 10 2024
Cuando Roca Rey se abrió de capa frente al segundo la plaza que parece suya entonó a todo pulmón “El rey” acompañando la primera parte de la faena. Seis verónicas templadas y cargadas, media y una chicuelina. “Pijotero”, cinqueño, como toda la corrida, tremendamente armado y astifino era en cambio ligerito de romana. 525 kilos bien repartidos y ágiles. Toro serio, toro móvil, toro encastado y exigente. Fiero acudió a las medidas y colocadas varas de Sergio Molina.

Entonces Tomás Rufo apareció para un discreto quite de tres delantales y revolera. La réplica de cuatro saltilleras, larga y brionesa fue apabullante, bajo sol de justicia. Viruta y el Algabeño oficiaron con acoso y limpieza el segundo tercio. Brindis al público, dos rodillas a tierra, y de largo dos por la espalda, dos por el pecho y tres más redondos, y ya de pie uno de la firma. Las peñas callaron sus chirimías y centrados en el ruedo dejaron reverentemente paso a la banda.

El fuenteymbro atacaba con brío sin abyección, anunciando cobrar cualquier oportunidad. Y el hombre, vertical, plantígrado y arrimado gobernando con temple y mano baja le condujo por los dos pitones, pero más por el izquierdo. Una tanda exquisita y vibrante de seis naturales y el forzado justificaron los alarde repentinos y alarmantes por la espalda y los demás matices como lo que eran; solo adornos de lo esencial. Y ante semejantes guadañas. “El toro más armado de la feria”, exclamó Domingo de la Cámara. Cinco más ligados, el kikirikí y el de pecho. La cosa tomaba cariz manicomial. Por el otro lado, seis en círculo, costado, cambio de mano, y por alto de pitones a rabo y el desplante jaleado con estruendo. Un arrimón de miedo, en la cuna, llevando las púas sometidas p´allá y p´acá, prepararon el estocadón en la cruz que fulminó. Las dos orejas en medio de la loca batahola, la ovación para el bravo, y la vuelta triunfal.

El quinto fue de menos raza. Sosón a ratos, pero la oferta del cuerpo le animaba. “La esencia de Andrés es la verdad”, apuntó el matador José Luis Moreno en el callejón. Y es en la verdad donde reside la emoción auténtica. Fue lo que validó esta otra faena que el limeño había iniciado apoyado en las tablas con remate mirando al tendido. El toreo fundamental, ambidiestro, salpicado con repentismos y cerrado de nuevo en el área de candela con abandono y exposición total, y la forma como había vuelto a poner la plaza calificaba por sí solo para premio. Pero la estocada suprema, en la yema, con que culminó también calificaba por sí sola para premio. Eran dos. Las pidieron abrumadoramente. Doña Nuria Medina Santos, la presidenta, mandada a la vista de todos por su asesor, solo concedió una. La cosa no hubiese chocado si no fuera porque minutos antes habían otorgado las dos a una estocada caída.

Tomás Rufo es de la camada joven, uno de los nombres más convincentes. Para todos, empresas, públicos y críticos. Su regularidad con casi todo toro, toda plaza y toda circunstancia, se basa en su seria personalidad, una tauromaquia sólida, un gran amor propio y una cabeza fría. No se amilanó en los más mínimo por el apabullante triunfo de su alternante. Acto seguido, sin alardes ni aspavientos, muy castellano, le salió al tercero. Noble, noble y justo de raza y fuerzas. Cosas del sorteo, no suyas. Pues le dio lo que merecía y si se quiere más. Aunque no pudo lucir con el capote, recogió lo que le dejaron, “Espartaco” con la vara y Triviño y Fernándo Sánchez (como siempre brillante) con los palos. 

También brindó a la asamblea, y también se puso de rodillas para torear en redondo con esplendidez. Luego de pie una faena de corrección académica con media docena de circulares por la diestra y docto remate. La gente y los músicos con él. Todos tras la espada que honradamente conducida cayó baja. Pero la prontitud con que derribó a “Manirroto”, sirvió de pretexto para los máximos trofeos y la puerta grande. Sus esfuerzos meritorios y acertados con el áspero sexto fueron opacados por un desarme, medio bajonazo, un aviso, otra estocada inefectiva y dos descabellos antes de irse a compartir la puerta grande.

Miguel Ángel Perera honró sus 20 años de alternativa con una exhibición de maestría. Bienvenidos siempre los veteranos así. Dos faenas de distinto corte, pero de gran significado ambas. Impoluta la del nobilísimo, casi tonto primero. Desafortunadamente infamada con medio bajonazo y otra de poder con el muy áspero cuarto en medio del desierto gastronómico de la merienda. Sometió al indómito y lo puso también a comer en su mano. Una lección. El aviso y la espada descentrada hicieron justa la oreja.

A la salida le preguntaron al ganadero Ricardo Gallardo. ¿Qué le gustó más de la corrida? Contestó tajante: ¡Los toreros! Y entre ellos, digo yo, ese alud que el Perú ha lanzado sobre España. Roca Rey.

FICHA DEL FESTEJO
Pamplona. Miércoles 10 de julio 2024. 6ª de San Fermín. Sol. Lleno total. Seis toros cinqueños, Fuente Ymbro; 556 kilos promedio, parejos, bien presentados, armados, encastados y nobles.

Miguel Ángel Perera, silencio y oreja tras aviso.

Roca Rey, Dos orejas y oreja con petición de otra.

Tomás Rufo, dos orejas y silencio tras aviso.

Incidencias: Al final de la corrida Roca Rey y Tomás Rufo salieron a hombros.

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