martes, 6 de agosto de 2024

Paco Camino, entre la chicuelina y el “mushasho” / por Antonio Campuzano


'Y la sociedad civil ajena a los toros conserva en el imaginario, en atención al maestro desaparecido, las imágenes del Directísimo de José María Íñigo, con bigote personal y permanente capilar, juez de línea improvisado para discernir quién con más propiedad pronunciaba con más estilismo andaluz aquel mushasho que destapó casi tanta controversia como tantas y tantas cosas que sucedieron en ese final de 1975'

Paco Camino, entre la chicuelina y el “mushasho”

Antonio Campuzano 
Paco Camino está siendo reconocido en la inmortalidad con su anatomía oriental. Para el aficionado a los toros siempre será asociado a la sabiduría por aquel sintagma afortunado de, al parecer, Gonzalo Carvajal, unido a su pueblo natal, Camas, y nunca puesto en entredicho pese a la misma condición que le asiste a Curro Romero, inscrito en el Registro Civil de la localidad seis años antes que el recién fallecido. Raya marcada en el pelo y rostro barbilampiño, así se iniciaba la simpatía que despertaba aquel niño que habría de permanecer algo menos de veinte años con continuidad profesional tras la alternativa en Valencia, y formaría parte del paisaje estelar del firmamento taurino de la segunda mitad del siglo XX. 

El 17 de abril de 1960 Paco Camino, hace su ingreso en el escalafón de matadores, en Valencia, en corrida de la Prensa, 300 pesetas la barrera de sombra frente a las 65 pesetas de la localidad más asequible. Jaime Ostos, maestro de ceremonia, con la cercanía de Julio Pérez Vito como peón de confianza; y Juan García Mondeño, con Chaves Flores como principal confidente en el ruedo. Camino tenía entonces 19 años y todo el futuro por delante y, a su inmediato lado, a Agustín Díaz Michelin, que compartió relación paterno filial con el cineasta Agustín Díaz Yanes. Mucha tralla en aquel cartel. Un papiro cargado de futuro. 


La otra imagen que trata de tú a la historia de la tauromaquia es la del final del festejo de la Beneficencia, de 4 de junio de 1970, en Las Ventas de Madrid. Una quincena de costaleros acompaña la hazaña del torero que había coleccionado ocho orejas a seis toros de distintos hierros. 

Las tendencias textiles aún se encontraban lejos de las vanguardias de París y Milán pero el torero opaca modas y vanguardias. Las sisas no existían y las dietas equilibradas tampoco. ABC decía en la edición de ese día que Certina era un reloj “que no temía a nada”, y la selección brasileña ganó a Checoslovaquia en su camino de gloria del Mundial de México. … Y la sociedad civil ajena a los toros conserva en el imaginario, en atención al maestro desaparecido, las imágenes del Directísimo de José María Íñigo, con bigote personal y permanente capilar, juez de línea improvisado para discernir quién con más propiedad pronunciaba con más estilismo andaluz aquel mushasho que destapó casi tanta controversia como tantas y tantas cosas que sucedieron en ese final de 1975. Paco Camino tenía unas patillas armenias que pararon los ánimos de Palomo Linares. Se cortó la emisión cuando mejor se ponía el asunto del “mushasho”. Paco Camino, sabiduría, chicuelinas, toreo al natural y la dicción de “mushasho”.
AvanceTaurino/Valencia, Ag./2024

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