miércoles, 9 de octubre de 2024

Jugar a la contra / por Manuel Viera


"..La corrida de toros se está convirtiendo, no pocas veces, en una fiesta de diversión y divertimento. Con actuaciones contrarias a la liturgia y verdad del toreo. Gente que aplaude apasionadamente tanto lo bueno como lo malo como lo absurdo. Gente que asiste con el único objetivo de pasárselo en grande y hacer salir a hombros por la puerta de la gloria al torero de turno.."

Jugar a la contra

Manuel Viera
Burladero/9 de octubre de 2024
Es necesario, y es deseable, que la gente llene a rebosar los tendidos de las plazas de toros para vivir ese encuentro entre dos. Entre un ser humano y un animal fiero. El público en los toros es determinante para el futuro de la tauromaquia. El que le da ese clima apropiado que caracteriza al espectáculo taurino. Pero a veces, demasiadas veces, juega a la contra.

Pese a los tres espectaculares llenos que lució la Maestranza, durante los días de la finalizada Feria de San Miguel, el optimismo del aficionado, exigente con la realidad del rito de la lidia, se debilitó. Es minoría y, aunque el blanco pañuelo de la petición de apéndices auditivos permanezca oculto en el bolsillo, su decisión pasa desapercibida o “tapada” por los tendidos teñidos de blanco de las mayorías desinformadas.

La corrida de toros se está convirtiendo, no pocas veces, en una fiesta de diversión y divertimento. Con actuaciones contrarias a la liturgia y verdad del toreo. Gente que aplaude apasionadamente tanto lo bueno como lo malo como lo absurdo. Gente que asiste con el único objetivo de pasárselo en grande y hacer salir a hombros por la puerta de la gloria al torero de turno. Sea como fuere. Con el beneplácito de presidentes generosos que olvidan la trascendencia de una plaza de primerísima categoría.

En el espectáculo de toros, pese a la necesidad de un público que atiborre las plazas, probablemente desconocedor de la lidia, se ha de salvaguardar su verdad, el prestigio y la integridad. Tan obligatorio es esto como indispensable es formar a quien asiste y muestra actuaciones contrarias a lo que ocurre en el ruedo. Proceder que después se cuestiona y critica sin remedio. Crear ambientes de euforias rigurosas sin conceptos creativos y artísticos en el ruedo, aunque queden plenamente justificados en quien paga el elevado precio de un entrada, solo satisface la demanda del presente, no del futuro. Y los ocupantes de los palcos presidenciales tendrían algo que decir en este asunto.

Ahondando aún más, no se deben dejar romper los patrones del toreo y se ha de saber encontrar la verdad. Diferenciar lo maravilloso de lo vulgar y lo artificial. Enorme empeño que se hace necesario actualizar y reglamentar.

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