miércoles, 4 de diciembre de 2024

La deuda de Sevilla con Paco Camino / por Rafael Comino Delgado

 

"..a medida que vaya pasando del tiempo, desde que el maestro Camino se nos fue para siempre, su figura se ira agigantando en Sevilla, se le irá valorando y reconociendo cada vez más su grandeza como torero y como persona, pues si grande fue como torero más grande fue como hombre, que hizo mucho bien, ayudó a mucha gente, siempre en silencio.."

La deuda de Sevilla con Paco Camino

Rafael Comino Delgado
En nuestra opinión, y en la de la inmensa mayoría de los profesionales y buenos aficionados, Paco Camino ha sido uno de los toreros más importantes, más grandes, más completos de la historia, sino el más, y así es reconocido en todo el orbe taurino, sin embargo, Sevilla su tierra, y la Junta de Andalucía tan generosa con otros, creemos que no le han valorado y reconocido como lo han hecho en el resto de España, en Francia, Portugal y toda Hispanoamérica, especialmente Méjico, donde fue valorado, querido y respetado, por lo menos, al mismo nivel que Manolete. Aunque, he decir que, hablando con muchos profesionales del toreo sevillanos, todos han estado de acuerdo en que el maestro Camino ha sido uno de los toreros más grandes de la historia, un torero de época, referente para buenos aficionados y, sobre todo, para profesionales. Pero he de destacar que recientemente, el Excmo. Ayuntamiento de Sevilla le ha concedió el IX Premio Taurino, a título póstumo, que recogió su viuda Dª Isabel Sánchez-Flor Piqueras, el pasado día 2 de diciembre de 2024, sin duda alguna muy merecido, y que motivó un artículo en el Diario de Sevilla, de don Álvaro Rodríguez del Moral, titulado, Paco Camino ya reina en el corazón de la Sevilla taurina, título que aplaudo. 

Dª Isabel, tras la recogida del Premio, hizo un medido discurso de agradecimiento, destacando lo feliz que hubiese sido su marido de haberlo podido recoger en vida, pues él siempre decía que se sentía orgulloso de ser de Camas, sevillano y andaluz. Pero seguro que, desde el cielo, vio el acto de entrega a su viuda, vio a todos los que allí estuvimos, y lo agradeció. Creo que Sevilla, con este importante premio, empieza a saldar la deuda que tiene con el maestro de Camas.

Nosotros nos preguntamos, ¿Cuáles son las razones por las que en Sevilla no se le haya valorado y reconocido su grandeza como torero y como persona, tal como si se le ha reconocido en el resto de mundo taurino? A continuación las exponemos:

1) Paco Camino se hizo torero y figura de Despeñaperros para arriba, y a Sevilla vino, de novillero y luego de matador de toros, ya en gran figura, y creemos que esto puede que algo haya influido.

2) La alternativa la tomó en Valencia, y no en Sevilla, siendo gran figura de los novilleros, y habiendo triunfado fuerte en la Maestranza. Esto también pudo influir.

3) Por los avatares de la vida, desde aproximadamente los 22 años, vivió fuera de Andalucía, primero en Madrid, y posteriormente, muchos años, en su finca, “Los Caminos” provincia de Cáceres. Quizás esto también haya influido más o menos.

4) La muy buena afición sevillana era consciente de sus enormes cualidades para ser máxima figura del toreo, para mandar en el toreo, pero él no tuvo tal ambición, de hecho dijo muchas veces que, “no quería ser el número uno”, y eso es probable que no gustara a algunos sevillanos, que hubiesen preferido un Camino con más ambición. De hecho, él decía que, “fue el torero que quiso ser, y no el que querían que fuera, y que el buen torero debe ir a su aire y no al que le impongan desde fuera”. Hay que tener en cuenta, y esto lo digo yo, que no es lo mismo ser máxima figura que el mejor torero.

5) Por su carácter, su personalidad, era un hombre recto, integro, cabal, de una sola palabra, enemigo acérrimo de la mentira, de la falsedad, de las falsas adulaciones, y amante de la verdad, que siempre defendía, por encima de todo, de frente y con la cabeza muy alta. Al respecto, el gran filósofo y teólogo, Santo Tomás de Aquino dijo, “Si un hombre no ama la verdad no es un verdadero hombre”. El maestro Camino, como decíamos, siempre amó la verdad ante todo, y eso molestaba a aquellos cuyo hábitat natural es la mentira, lo cual le pudo crear algún desafecto.

6) Era un hombre muy inteligente, y cuando alguien se le acercaba, con medias verdades, falto de sinceridad, intentando aprovecharse de él, rápidamente lo captaba, y ese duraba a su lado, como mucho cinco segundos (lo mismo que duraría a mi lado). Esta forma de ser también le pudo crear algún detractor.

7) Tuvo amigos en todos los niveles de la sociedad. Trataba igual al muy pudiente y al más desfavorecido, pues para él lo importante era la honestidad, la lealtad, la humildad, la bondad y la verdad de la persona. Por eso no cultivó, especialmente, amistades entre personas influyentes que realzaran su imagen, o de políticos que llegado el momento le favorecieran. Fue una persona humilde, pero jamás se humilló ante nadie. Y esa actitud suya también molestaba a algunos.

8) Eso que hoy está tan al día en España, y que se ha dado en llamar, “ser políticamente correcto”, no iba con él (conmigo tampoco). Siempre fue una mente, un alma, un hombre libre, que dijo e hizo lo que quiso, y eso fue siempre lo correcto y lo justo. Creo que también esa forma de ser, en parte de la sociedad española, no es bien vista. Allá cada uno con su conciencia.


Creo, sin embargo, que a medida que vaya pasando del tiempo, desde que el maestro Camino se nos fue para siempre, su figura se ira agigantando en Sevilla, se le irá valorando y reconociendo cada vez más su grandeza como torero y como persona, pues si grande fue como torero más grande fue como hombre, que hizo mucho bien, ayudó a mucha gente, siempre en silencio, procurando que su mano izquierda no se enterara de lo que hacia su mano derecha.

Es mi opinión, que algunos no compartirán, y otros compartirán parcial o totalmente, para todos mi mayor respeto.

Por qué no trago a Pérez-Reverte / por Txusmi


'..A juzgar por su lamentable éxito de imprenta, Pérez Reverte ocuparía por propio mérito un lugar entre los difusores de la leyenda negra fuera y dentro de España, como un Padre Las Casas o el autor de la Apología. Todo un honor. Y un muy curioso amor a España el suyo..'

Por qué no trago a Pérez-Reverte

por Txusmi

Del conjunto de la obra de Pérez-Reverte se puede sacar entre otras conclusiones que estamos ante un país que:

- Esclavizaba y masacraba a los indios.
-Estaba dominada por una Iglesia oscurantista, cruel, opresiva y llena de egoísmo.
- Su clase dirigente era también inculta, corrupta, cobarde e incapaz.
- Su pueblo era miserable, zafio, lleno de supersticiones y bastante salvaje. Aunque capaz a veces de hechos heroicos.
- Impedía el éxito de cualquier causa noble o de cualquier empresa justa, porque todas fracasaban entre abismos de maldad, océanos de corrupción y/o montañas de torpeza.
- Solo podía ofrecer de bueno una historia militar llena de ejemplos de valor y heroísmo, aunque a veces trufados también de rigidez, crueldad y corrupción.

Creo que podemos partir de un punto aceptado por todos nosotros, o así me parece. Pérez-Reverte se inscribe dentro del mundo de lo que llamamos leyenda negra. Sus personajes responden a todos los tópicos de ésta y navegan entre ellos con naturalidad. Prueba de ello es el éxito editorial que ha supuesto Alatriste en el mercado anglosajón. No ha sido para los lectores de habla inglesa el descubrimiento de algo diferente, sino la confirmación de todos sus prejuicios en forma de novelas entretenidas que, para colmo, acaban malamente para los malos. O sea, para los españoles.

La leyenda negra está ahí y está para quedarse, porque tiene su función. Fuera de España, porque la lucha contra el español está en los mitos fundacionales de media Europa y es necesaria para la explicación que esos países se dan de sí mismos, es decir, para su propia legitimación histórica. Un caso claro es el de los Países Bajos. Guillermo de Orange encabezó un proyecto nacional distinto y enfrentado al de su Señor Natural. Se mire como se mire, actuó con doblez, cometió traición en un grado que sólo sería justificable ante un poder tiránico en grado sumo. La infamia de Guillermo, la mayor que en su época podía cometer un súbdito, sólo podría salir justificada como reacción ante un abuso aún más infame. España tiene que personificar algo cercano al mal absoluto para que las cosas discurran en correcto equilibrio entre los diques y canales del país de los Orange…

Algo similar ocurre con Alemania, Inglaterra, Italia… Tampoco es para escandalizarse demasiado. Al menos a mí el Islam y su cultura, que jugaron para nosotros un papel análogo, me resulta entre inquietante y antipático, y no suelo tener mucha paciencia a la hora de buscar sus excelencias, que seguro que (alguna) tuvo. Lo interesante en este caso es qué significa la leyenda negra para el señor Pérez-Reverte.

Lo que podemos preguntarnos es qué papel juega la leyenda negra de puertas para adentro, en concreto en este escritor. No cabe duda de que los valores que movían a los españoles del siglo XVII son completamente ajenos al mundo actual, España incluida. La identidad religiosa, más allá de la religión o, si se quiere, desarrollando su propia función en un mundo que no establecía fronteras en estos asuntos, motivó la actitud de los españoles identificándose con catolicismo, ante arrianos, andalusíes y turcos. Y sin solución de continuidad, afrontando la evangelización del nuevo mundo, en el que España crea réplicas de sí misma, para desbordarse y desangrarse en la lucha contra la herejía protestante, consolidante de la rebelión antiespañola.

Nada de esto tiene valor hoy día como mito fundacional. No podemos vivir nuestra historia (me refiero a ésta en su función de relato mítico, imprescindible para el equilibrio psicológico de una comunidad nacional, más que en su dimensión de fenómeno objeto de estudio) en base a valores que apenas son un pálido reflejo de lo que fueron. Una referencia al pasado basada en ser, por ejemplo, un país cuna del arte y las ciencias, o del libre comercio, o de la democracia, no encuentra raíces en nuestra historia, lo que no implica que no hayan podido en su caso tener su papel en ella. Pérez-Reverte acoge la visión de aquellos incapaces de ver en nuestro pasado otra cosa que la causa de una decadencia que les amargaba, y que no tuvieron mayor capacidad de reacción que revolverse ante él, sin ser capaces de ir más allá, o haber intentado algún tipo de síntesis fecunda. Pérez-Reverte entra en la leyenda negra y la utiliza de fondo para resaltar por contraste determinados personajes, por otra parte trasuntos de él mismo. A juzgar por su lamentable éxito de imprenta, Pérez Reverte ocuparía por propio mérito un lugar entre los difusores de la leyenda negra fuera y dentro de España, como un Padre Las Casas o el autor de la Apología. Todo un honor. Y un muy curioso amor a España el suyo.

Los motivos que pueda tener Pérez-Reverte, sin duda relacionados con su experiencia vital, no parecen en definitiva muy originales y se encuadran con los de esos españoles que parecen sufrir un inmenso disgusto ante nuestra historia e incluso ante la existencia de su propio país.

Una variedad de conciudadanos, que casi invariablemente se consideran moralmente superiores a su condición de españoles, suelen dar a entender que ellos merecen más. Acaso ser suecos o quién sabe si suecas.

Ayuda a entender la actitud de Pérez-Reverte contemplar sus personajes. Porque el autor no es muy variado en este terreno. Por su obra suelen rondar, bajo distintas máscaras y cáscaras, dos personajes muy concretos. Uno es un pobre diablo al que un desdichado azar ha enrolado bajo banderas (las de España, concretamente) para él absolutamente ajenas —como no podía ser menos— y que en un desesperado intento de salvar el pellejo (su horizonte vital no da para más), perpetra heroicidades sin cuento para, tras tocar con la mano una gloria que ni busca ni entiende, volver a sumirse en una existencia inane, víctima invariable y resignada de la maldad de los de arriba. Lo vemos en La sombra del águila o en el libro dedicado a Trafalgar.

El otro, el “héroe cansado”, por usar los términos del mismo autor, es un trasunto bastante transparente de Pérez-Reverte, en el que él gusta verse reflejado. Alatriste, una mezcla de rufián y de héroe, sin que se sepa muy bien por qué, es el ejemplo que ahora nos interesa, aunque el personaje culebree constantemente por la obra del autor. Descreído, duro, cínico, presto a matar por dinero o a morir por nada, es el reportero de guerra que ha visto más de lo que hubiera querido ver y que rechaza con odio cualquier explicación transcendente de un mundo que le parece horrible y caótico. Este cínico de la postmodernidad trasplantado al siglo XVII constituye un personaje inverosímil. No fue menos horrible ese siglo, pero el espanto se cifra en aquel episodio del saco de Amberes, en el que unos soldados se pasan de pica en pica un niño. Un soldado vizcaíno no puede consentirlo: corre hacia aquellos desalmados, les arrebata su víctima entre reproches, bautiza al pequeño hereje y, una vez asegurado su destino eterno, se lo devuelve a sus compañeros para que sigan con su juego. El horror y lo sublime ocupan espacios distintos según las épocas. Por eso, sea la terrible historieta cierta o apócrifa, Alatriste es un fraude.

¿Qué clase de obra nos suministra pues, Pérez Reverte? Temo que nada que pueda inspirarnos. Su admiración por los Tercios, por la bravura de aquellos hombres, y su simultáneo desprecio por sus almas, se desparrama en un absurdo despliegue de testosterona que no lleva a ninguna parte. Pérez Reverte no cree en que la Historia de España dé para más que para estéticas derrotas: nada sobre lo que se pueda edificar ni presente ni futuro.

Ya en este punto es para preguntarse qué aporta en definitiva el héroe cansado.

Poco.

Alatriste acaba sirviendo en el mejor de los casos para suscitar ese tipo de comentarios complacientes al estilo de cómo éramos, que tíos aquellos, que se lo llevaban por delante.

Alatriste acaba su penoso recorrido acodado en la barra del bar, hecho compañía del inefable Torrente, confundidos los tercios viejos con los tercios de Mahou.

Y en el peor de los casos... ¿Qué sentido tiene fomentar este extraño narcisismo que celebra la pérdida anticipándose a ella? Ese bucle melancólico del que tanto se ha hablado no es ajeno a este relato de la lamentable autocomplacencia de unos personajes destinados a ser derrotados, porque después de todo a ellos les da lo mismo y su país no merece otra cosa.

Recordemos: es la leyenda negra. Hagamos lo que hagamos, somos los malos.

Y en medio de este paisaje… ¿Qué queda? Queda Pérez Reverte, subido a su atalaya de superioridad moral, encaramado en su columna de Vocento como un Kong hiperhormonado a su rascacielos, repartiendo emociones fuertes a los lectores, insultando a diestro y siniestro con una habilidad especial para no traspasar los límites de lo políticamente correcto: qué tío, le canta las verdades al lucero del alba, qué bien puestos los tiene el jodío…

Si alguien esperaba alguna idea fecunda de tan ruidoso personaje, sepa que al final, caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

El Manifiesto.com/4 de diciembre de 2024

Tauromaquia es cultura / por Antonio Martínez Iniesta

 

La reciente decisión del Ministro de Cultura español, Ernest Urtasun, de excluir al mundo taurino de la entrega de las Medallas de Oro de Bellas Artes no es solo un acto administrativo. Es un mensaje claro que va más allá de las preferencias individuales, representa una posición política que busca relegar al olvido una tradición profundamente arraigada en nuestra identidad cultural, reflejando un claro sesgo que margina a una parte fundamental de nuestro patrimonio cultural.

Antonio Martínez Iniesta
La tauromaquia no es solo un espectáculo, es historia, arte y economía. Desde Goya y Lorca hasta Picasso y Hemingway, el toro ha sido símbolo e inspiración en la creación artística, reflejando una conexión ancestral entre el ser humano, la naturaleza y el misterio de la vida y la muerte. Negarle su lugar en el panorama cultural español es ignorar su peso histórico y su relevancia en la construcción de nuestra identidad.

El sesgo cultural del poder

La función del Ministerio de Cultura no debería ser seleccionar qué tradiciones merecen protección según los gustos del gobierno de turno, sino garantizar la pluralidad cultural que define a una sociedad democrática. En un país donde la tauromaquia está reconocida como patrimonio cultural, excluirla de eventos oficiales es un acto discriminatorio que traiciona el deber del Estado de proteger y promover toda forma de expresión cultural, incluso aquellas que generan debate.

Decisiones como esta no solo marginan a los aficionados, sino que alimentan una peligrosa narrativa, la cultura como herramienta de exclusión en lugar de ser un espacio de encuentro y diálogo.

Un sector económico que no se puede ignorar

Más allá de su valor simbólico, la tauromaquia es un motor económico para miles de familias. Desde los ganaderos hasta los artesanos, fotógrafos y empleados de las plazas de toros, este sector genera empleo directo e indirecto y contribuye al desarrollo de las zonas rurales, donde pocas actividades tienen un impacto tan significativo.

Atacar la tauromaquia sin ofrecer alternativas económicas es ignorar a quienes dependen de ella para vivir. Es fácil criticar desde un despacho en la ciudad, pero las consecuencias de estas políticas recaen en quienes sostienen con su esfuerzo una tradición que también forma parte del tejido productivo del país.

Cultura no significa censura

Ser crítico con la tauromaquia es legítimo, pero querer borrarla del mapa cultural es algo muy distinto. La cultura no es un catálogo cerrado de expresiones que se adaptan a las preferencias de quienes ostentan el poder. Es diversa, compleja y, a veces, incómoda. Su riqueza reside precisamente en esa pluralidad que permite a cada persona decidir qué valorar y qué no.

Eliminar tradiciones como la tauromaquia en nombre del progreso es un error. El verdadero avance no está en imponer una visión única de la cultura, sino en fomentar el respeto por las diferencias. Tradición y modernidad no son enemigas, pueden y deben coexistir en una sociedad que se precie de ser inclusiva.

La responsabilidad de gobernar para todos

El Ministro Urtasun tiene el deber de ser garante de toda la cultura, no solo de aquella que comparte sus convicciones personales. Actuar desde el rechazo y la exclusión es un camino peligroso que debilita el pluralismo y abre la puerta a un Estado que decide qué merece o no ser considerado cultura. Debemos ser claros, si Urtasun persiste en su bucle de prejuicios manifiestos, queda en evidencia su falta de cualidades para desempeñar un cargo tan importante como el de Ministro de Cultura.

La tauromaquia forma parte de nuestra historia y nuestra identidad. Y si algo debe enseñarnos la cultura, es que el debate y el respeto son siempre mejores que la censura.

Defender la tauromaquia no es estar anclado al pasado, es reconocer que, en la diversidad, está la riqueza de una sociedad. Negarlo es traicionar el espíritu de convivencia que debería guiarnos a todos.

Como dijo Unamuno, “Solo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Solo la cultura da libertad.” Defender la tauromaquia es defender la diversidad, el conocimiento y la libertad que toda sociedad plural debe proteger.

'MI TORERO' 2 / Epílogo de José Luis Fernández Castillo


El libro Mi Torero 2, nace de una idea de la Tertulia Internacional de Juegos y Ritos Táuricos (T.I.J.R.T.). Formada por aficionados del mundo de la cultura y de distintos países.

EPÍLOGO

José Luis Fernández Castillo
Universidad de Melbourne, Australia

Feliz aquel que atesora recuerdos taurinos, retazos memorables de una faena, un pase, una estocada. Las breves semblanzas que esta nueva entrega de Mi torero contiene dan cuenta de la intensidad, el entusiasmo y la precisión con que los actos de un torero alcanzan el estrato profundo de la memoria de aquellos que supieron contemplarlos. Poco importa que dicha memoria necesariamente modifique algunos hechos, resalte algunas partes en detrimento de otras u omita ciertos detalles que para otro acaso podrían resultar reveladores. La memoria taurina no está sujeta a la obligada fidelidad a los fenómenos propia de una cámara fotográfica o de un espectrógrafo. Responde, más bien, a los principios de la exaltación épica, aunque ello no le impide el dar cuenta con análisis puntillosos de las características técnicas desplegadas por el torero. No puede, sin embargo, quedarse en estas, como las páginas de este libro bien ilustran: derivan hacia un tono propio del epinicio, como toda rememoración admirada de las acciones de un héroe. La tauromaquia es hoy acaso la única práctica viva que permita contemplar la grandeza moral y el valor de un ser humano de la forma más directa y memorable. La única, por lo tanto, que nos permite hoy acercarnos a las inmediaciones del epinicio.

Un epinicio que es, asimismo, memoria personal y colectiva a un tiempo: la épica requiere de una colectividad, de una comunidad. La tauromaquia es, al cabo, su afición. Pero esa afición no se halla flotando en el aire: pertenece al área cultural ibérica y sus ámbitos de influencia; tiene su origen, preciso es recordarlo, en la nación española. En el paraíso plurinacional europeo en el que se proyecta convertir España, no hay ya lugar para cualquier práctica cultural que se salga de los límites ontológico-morales dictados por la anglobalización. Si hay espacio para las rarezas culturales, estas tienen que corresponder a «culturas» minoritarias, localísimas, convenientemente «purificadas» de aquellos contenidos que no se avengan con los principios ideológicos de las sociedades de mercado «occidentales».

La tauromaquia, por su relevancia histórica, estética y ontológica, por su condición de práctica vertebradora en la expansión del área de influencia hispánica a ambos lados del Atlántico, se convierte en un obstáculo —uno más— para aquellos que aspiran al debilitamiento de los vínculos nacionales en España y de los vínculos entre los fragmentos aún vivos del gran naufragio imperial hispánico hace más de dos siglos. La ideología animalista, con su errónea equiparación entre animales y seres humanos, es uno de los burdos instrumentos que se utilizan en este empeño antitaurino, pero no sólo (al cabo, el animalismo en su versión más «fuerte» no goza ni mucho menos de implantación entre las élites, o únicamente en la medida en que pueda ser utilizado para justificar determinadas políticas alimentarias dictadas desde ideologías derivadas de fenómenos como el «cambio climático»). Detrás de dicha aspiración no se halla tan sólo un antihispanismo balcanizante. Hay además una incomprensión cada vez mayor, y un rechazo frontal, de los rituales colectivos vinculados a la tradición. El «mito del progreso» es el espacio en que estos políticos y sus seguidores desarrollan sus posturas ideológicas. Un «progreso» que, supuestamente, se manifiesta de forma englobante, sosteniendo tanto los delirios transhumanistas del «género» como la nueva generación de Inteligencia Artificial. Un «progreso» siempre emancipador, sin contrapartidas ni consecuencias negativas, pura iluminación aparentemente racionalista, ante el cual todos hemos de rendir nuestro intelecto y nuestra voluntad.

A ese «progreso», una práctica como la tauromaquia le resulta en todo punto incomprensible y ajena, como toda otra forma ceremonial que entronque con tradiciones centenarias o milenarias, de inmediato culpables de estar teñidas de componentes anacrónicos: la tradición es un territorio peligroso, radicalmente inferior frente a un presente que, por su mera condición actual, en la medida en que se encuadre en las categorías morales establecidas como «progreso», se convierte en inmediatamente superior.

La crisis de la tauromaquia en la sociedad actual es también, como resultado de la ideología derivada del «mito del progreso», una crisis de lo ceremonial, del rito. Mario Perniola, en su excelente libro Del sentire cattolico, ha dado cuenta de ello: el debilitamiento de los vínculos comunitarios está conectado con la pérdida de un sentido de lo ritual. Un «sentir ritual» que es un modo de «estar junto a las cosas del mundo», siendo que, en la sociedad de mercado pletórico, lo que tendría lugar no sería tanto una pérdida o «alienación» de la subjetividad, sino del propio mundo, de un «mundo común» en el que encontrarnos, frente a una «mentalidad a-mundana, que considera tanto la interioridad como la socialidad a la manera de modos subjetivos de lo existente». El rito sería el proceso antropológico de objetivación radical, de corporización radical, de vivencia plena e irrenunciable de nuestra inmanencia. En el rito realizamos de la forma más intensa el componente más característico y diferenciador de la lengua española: el verbo estar. En la plaza estamos, más acaso que en otros espacios sociales de la civilización.

Sin duda, existen hoy también nuevas formas ritualísticas en las sociedades de mercado pletórico. ¿Acaso podría ser de otra manera, dada la inevitable deriva institucional de toda práctica antropológica? Sin embargo, el rito propio de la modernidad tardía responde a otras necesidades. Toda apariencia de similitud con el ritualismo tradicional es superficial, más allá de funcionalidades muy evidentes. El rito contemporáneo responde a eso que los situacionistas denominaban espectáculo: un simple epifenómeno del dinero, un acto de consumo, al servicio de la necesaria recurrencia del mercado. El espectáculo debe siempre equilibrar los elementos especialmente profundos o ambiguos que por azar contenga con dosis equilibradoras de banalidad. Debe, ante todo, sofocar todo resto verdaderamente trágico y contradictorio en un trasfondo edificante y a ser posible, al servicio de un didactismo que obedezca de forma más o menos velada a los mecanismos del poder político. En dicha banalidad no cabe la rotunda gravitación de la muerte que constituye el ámbito irrenunciable de la tauromaquia. En ella, el espectáculo se inserta en el rito y el rito, en una ontología trágica que, sin negar el vínculo político, remite más allá o más acá: hacia el centro de nuestra inmanencia como seres humanos. Allí podemos encontrarnos todos en nuestro estar. La continuidad de ese sentir ritual de la tauromaquia pasa hoy por la propia continuidad del ámbito civilizatorio hispánico y, más directamente, de la nación española. Tal es su ámbito fundamental de realización. Conviene no olvidarlo en los tiempos que vienen, tan adversos para lo taurino, y obrar en consecuencia, si es que queremos que nuevas generaciones de hispanos (en España, en México, en Colombia, etc.) puedan seguir aprendiendo en las plazas el valor y la belleza.


MI TORERO 2
Tertulia Internacional de Juegos y Ritos Táuricos (TIJRT)

Madrid, 2024
Ilustración: Plaza de toros, Mario Martín Crespo
Edición: Fernando Carbonell y José Campos Cañizares
  • MATADOR
Raúl Fernández Vítores
  • EL MAESTRO RAFAEL ORTEGA DOMÍNGUEZ
José Carlos de Torres
  • MANOLO VÁZQUEZ
Carlos Martínez Shaw
  • CURRO ROMERO: UNA EXPERIENCIA ESTÉTICA PROFUNDA
José Suárez-Inclán.
  • SANTIAGO MARTÍN «EL VITI»
Rafael Cabrera Bonet
  • ANDRÉS VÁZQUEZ. DOS TIEMPOS A LA VEZ
Evaristo Bellotti.
  • RUIZ MIGUEL: LIDIAR Y LIDIARSE
Valentín Moreno Gallego
  • CURRO VÁZQUEZ
Jacobo Gavira Vázquez de Parga
  • EL PRODIGIO QUE ERA LA MULETA EN SU MANO IZQUIERDA. MIGUEL ESPINOSA «ARMILLITA»
José Antonio Luna Alarcón
  • PEPÍN JIMÉNEZ TORERO DE CULTO
Yolanda Fernández Fernández-Cuesta
  • «EL APARECIDO»
Antón Lamazares
  • CÉSAR RINCÓN O HABLAR CON LOS DIOSES
José Campos Cañizares
  • MANUEL JESÚS «EL CID»: LA ELEGANCIA Y EL CLASICISMO
José Ramón Márquez
  • EPÍLOGO
José Luis Fernández Castillo
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Mario Martín Crespo, Plaza de toros, tinta sobre papel, 10 x 15 cm, 2022

martes, 3 de diciembre de 2024

La feria de San Sebastián 2025 con el modelo original del éxito / por Jesús Ramírez "El Tato"


'..Ya son conocidos los nombres de las ganaderías venezolanas "Los Aranguez", Campolargo y "Rancho Grande" y "El Prado" para el trío de corridas junto a los nombres de Jesús Enrique Colombo, Antonio Suárez, Emilio de Justo y Manuel Escribano..'

Los socios Pocaterra, Guerrero y Faroh cierran carteles a gusto de la afición de todo el país.

Jesús Ramírez "El Tato"
En San Cristóbal la empresa "Fiesta Brava" completa todos los elementos informativos para dar a conocer los carteles de la sexagésima edición de la internacional Feria de San Sebastián 2025.

Los abonos a la venta desde el 1 de noviembre.

Por cierto que elegantemente, la empresa salió al paso a algunas observaciones de aficionados que esperaban la despedida del maestro Enrique Ponce en San Cristóbal, plaza que imaginamos de buen recuerdo para el maestro de Chivas, ya que allí recibió los primeros trofeos simbólicos de su carrera con el indulto de un toro de "El Prado".

Ponce, uno de los toreros más importantes de las últimas décadas, tras la ausencia de dos años por nuevos amoríos, decidió una campaña de retirada que no incluyó nuestro país.

En el campo bravo de "Rancho Grande" apretando los toros para el ferial tachirense

Ésta campaña ha sido doblemente triste, porque además del hecho de su despedida de los ruedos, es que no está llevando gente a las plazas. En su Valencia natal para despedirse, recurrió al adiós de Pablo Hermoso de Mendoza y la presentación de Marco Pérez en el cartel y solo hubo tres cuartos de plaza.
Ahora en Acho, el francés Castella le arrebató el trofeo del Cristo Morado. Y en la despedida mexicana ha tenido muy tibios triunfos, en Juriquilla dió una vuelta al ruedo mientras Isaac Fonseca cortaba cuatro orejas a su lado, igual salió sin trofeos en Irapuato y Aguas Calientes.

Realmente Enrique Ponce nunca ha sido taquillero a pesar de ser una figura legendaria, y cuando nos enteramos del dinero que está pidiendo para venir a la Venezuela taurina que tantas ganancias le dió, pues es preferible que siga por su ruta del triste adiós por cosos aztecas.

En San Cristóbal en un mes de incertidumbres como nunca, rige el esfuerzo empresarial para tres corridas los días 30 y 31 de enero y 1 de febrero con entradas por el cómodo sistema de abonos a disposición desde el pasado mes, y éste martes 10 de diciembre en rueda de prensa, la empresa dará a conocer las combinaciones definitivas con presencia de toreros de varios países con la base nacionalista de apoyo a las ganaderías venezolanas.

El mal ejemplo de Castella / por Paco Cañamero


 '..Allí no faltaba nadie y todos tratando de dar un empujón para paliar los inmensos daños causados que han dejado un total de 53 poblaciones asoladas y 227 fallecidos. Por eso no era motivo, ni de mostrar su carácter reivindicativo que podría haber sacado en otras muchas ocasiones para exigir cosas que deben mejorarse; pero claro, a Castella, de eso otro no le gusta hablar porque va muy bien en esa burra de una sistema que tanto daño está haciendo al futuro de la Fiesta..'

El mal ejemplo de Castella

Paco Cañamero
Colea el asunto de las declaraciones del torero francés Sebastián Castella a los micrófonos de One Toro denunciando presuntos impagos del canal taurino. Lo hizo de manera trasnochada, sin venir a cuento y cuando la solidaridad debía ser la bandera de esa tarde de emociones en la que brotaron tantas lágrimas desde el momento de abrir las puertas del Palacio de Vistalegre. Nudo en el corazón cuando el gran Francisco, ahora reconvertido a tenor, interpretó los sones de ¡Valencia!, la mítica canción símbolo y unión de esa tierra; la que antes había sonado por la trompeta de Vicente Ruiz El Soro, símbolo de la querida Valencia, de la huerta y la barraca que fue aplaudido en todo el mundo con un par de banderillas en sus manos. Ya a todos nos había acongojado las lágrimas de Manzanares, mientas fijábamos la mirada en Ponce, otra víctima de la riada (DANA que llaman ahora) después de que sus padres sufrieran grandes destrozos en su casa de Chiva, perdiéndose incluso infinidad de recuerdos del grandioso torero.

Se había llenado la plaza de Carabanchel mostrando una vez más la cara solidaria que es otra identidad del toreo. Allí no faltaba nadie y todos tratando de dar un empujón para paliar los inmensos daños causados que han dejado un total de 53 poblaciones asoladas y 227 fallecidos. Por eso no era motivo, ni de mostrar su carácter reivindicativo que podría haber sacado en otras muchas ocasiones para exigir cosas que deben mejorarse; pero claro, a Castella, de eso otro no le gusta hablar porque va muy bien en esa burra de una sistema que tanto daño está haciendo al futuro de la Fiesta; de ahí que su actitud estuviera marcada por el egoísmo y más en una jornada tan especial.

En toda regla fue una metedura de pata y es que las reivindicaciones hay que saber hacerlas en su momento. Y ojo, no es la primera vez que se lleva a cabo una medida así. Ya ha habido más y algunas provocaron que corrieran auténticos ríos de tinta. Una de ella la protagonizada por Jaime Ostros a Lozano Sevilla, quien además de comentarista de TVE era el taquígrafo personal de Franco. Fue en 1968, en una corrida que se celebraba en Marbella cuando en el momento de brindar su primer toro se dirigió al comentarista con las cámaras en directo, para estupefacción de los espectadores tras escuchar estas palabras:

Tengo el gusto de brindar la muerte de este toro a don Manuel Lozano Sevilla, que es el trincón más grande y más sinvergüenza que ha habido en la crítica taurina. Si quieres el dinero de los toreros póngase el vestido de torear y deje de robarnos.

Se armó una inmensa polvareda y todos los compañeros elogiaron la valentía de Jaime Ostos. Días más tarde y a petición de Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, Lozano Sevilla fuera apartado de ese puesto, aunque no de su cargo de jefe de prensa de Franco que desempeñó hasta la muerte del general. Después, en TVE hubo varios personas al cargo de comentar los festejos taurinos, desde Antonio García-Ramos, pasando por Matías Prat… hasta que en 1972 llega Pepe Alameda del exilio mexicano para convertirse en una auténtica revolución del medio… pero el gran Pepe se encontró con las envidias y zancadillas de los prebostes de la crítica española, quienes le hicieron la vida tan imposible que, al año siguiente, se vio obligado a regresar a las tierras aztecas. Pero dejó claro que estaba muy por encima de los grandes de España y ninguno le hacía sombra.

Volviendo al brindis de Ostos y las consecuencias que tuvo, otra inmediata polémica estalló en la entrega de los premios Mayte, entonces los más prestigiosos del planeta taurino. Fue al siguiente año, finalizado San Isidro y en ellos presente el ministro Manuel Fraga, además de otra autoridades y Emilio Romero, director del diario Pueblo, que además era el periodista más poderoso del momento. Todo ocurrió en el momento de tomar la palabra Paco Camino tras recibir su premio y denunciar directamente a Gonzalo Carvajal, crítico taurino del diario Pueblo por cobrar también el sobre a los toreros. Fue un escándalo y Emilio Romero esa misma noche tomó cartas en el asunto y decidió prescindir en la sección taurina de Gonzalo Carvajal para poner en su lugar a Alfonso Navalón, que destacaba en Informaciones haciendo caso a la sugerencia de don Eduardo de Rojas, quien ostentaba el título de conde de Montarco, persona muy poderosa, cercano a Emilio Romero y a Alfonso Navalón por la vinculación del aristócrata con Ciudad Rodrigo.

Gonzalo Carvajal, uno de los mejores periodistas de su época, en sus tiempos jóvenes.

Con Navalón al frente de Pueblo, quien además había firmado un buen contrato laboral se acabó el sobre –en la manera literal que se conocía hasta entonces- y junto a Vicente Zabala, la pronta llegada de Joaquín Vidal, Carlos de Rojas –hijo del conde de Montarco que accedió al cargo que Navalón dejó en Informaciones-, Carlos Ilián, Manuel Moles, Mariví Romero… es el inicio de una nueva época de la crítica marcada por la dureza, cruel en ocasiones, pero con la credibilidad del aficionado.

Y por cierto, como era de prever, porque era un grandioso periodista, Gonzalo Carvajal desempeñó un brillantísimo trabajo en América. Nadie mejor que él plasmó todos los movimientos producidos en el Nuevo Mundo desde la muerte del Che Guevara, el movimiento Sandino, el terrorismo de Sendero Luminoso, la gran mentira de la política de Fidel Castro que empobreció al pueblo cubano, la guerrilla colombiana, la corrupción política… en reportajes que se pudieron disfrutar en las páginas de Pueblo y de TVE.

Por lo explicado no son nuevas esas denuncias, aunque la de Sebastián Castella, en el festival por los damnificados de Valencia no venía a cuento al estar marcada por el egoísmo. Aunque eso sí, en ese instante, que no es nada fácil, me encantó la forma de actuar de Víctor Soria para sujetar las riendas en el momento que lo entrevistaba, todo ello con una enorme profesionalidad y poso. Y es que para saber estar ahí y guardar la compostura hay que ser muy grande. Como lo es Víctor Soria.

Publicado en Glorieta Digital

Lázaro Carmona, nuevo apoderado de Fernando Plaza


El acuerdo se ha sellado con el tradicional apretón de manos

Lázaro Carmona, 
nuevo apoderado de Fernando Plaza

El matador de toros madrileño Fernando Plaza pone su carrera taurina en manos del matador de toros y apoderado de Linares Lázaro Carmona, con el objetivo próximo de confirmar la alternativa en Las Ventas tras su participación en la Copa Chenel 2023, donde tomó la alternativa de manera triunfal.

El acuerdo se ha sellado con el tradicional apretón de manos y con la ilusión de formar un gran tándem.

Sí, la era de Franco fue un periodo de progreso / por José Javier Esparza


 "..la realidad histórica no se borra eliminando frases del Diario de Sesiones ni rostros de las fotografías, al estilo estalinista. Y la realidad es que la época de Franco, tanto como una dictadura (en efecto), fue un periodo de progreso económico y social.."

Sí, la era de Franco fue un periodo de progreso

José Javier Esparza
Dijo el diputado Mariscal en el Congreso que el franquismo fue un período de progreso económico y social. Contestóle después el ministro Torres con un apretado repertorio del catecismo memoristérico: que si la represión sobre los homosexuales y las mujeres, que si el exterminio de la oposición, etc. Pero la guinda la puso la presidente del Congreso, Francina Armengol, al ordenar que las palabras de Mariscal se suprimieran del Diario de Sesiones. Esto último es lo más relevante de todo: la decisión política de censurar unas palabras en las Cortes por «apología del franquismo e incitación al odio». La prohibición, el tabú, hace que pasemos de lo político a lo religioso y, por tanto, de la disidencia a la blasfemia. Es asombroso que hayamos llegado a esto.

Los datos desnudos

Vamos a lo esencial. ¿Fue la era de Franco un periodo de progreso económico y social? Es una evidencia que sí. Por ejemplo, en veinte años el analfabetismo se redujo del 30% de 1940 al 9% de 1961 y al 3% en 1975 (los datos están en el Archivo Linz de la Fundación March). La industria pasó de representar un 12% del PIB en 1950 a un 36% del PIB en 1975. La extensión del progreso técnico al conjunto de la población también fue evidente: en 1971, el 56% de los hogares tenía televisor, el 66% frigorífico, un 39% teléfono, el 52% lavadora y un 35% automóvil propio. En 1946 había 72.000 vehículos privados en España; en 1966 habrá ya más de un millón. España dejó de ser un país rural: en 1970, un 37% de la población ya vivía en ciudades de más de 100.000 habitantes, y sólo un 45% vivía en núcleos de menos de 20.000 personas. 

En 1950 había en España 6.687.200 viviendas. Diez años después, el número había crecido al ritmo de cien mil viviendas anuales hasta las 7.726.400. Y aun otros diez años más tarde, en 1970, el número de viviendas alcanzaba ya las 10.658.882. Son datos del Banco de España.

En términos puramente económicos, España creció a un ritmo medio anual de un 4,4% entre 1945 y 1975. Entre 1951 y 1956 el PIB español creció a una media de un 7,9 % anual. Entre 1960 y 1973 el PIB real creció un 7,73% y el PIB per cápita un 6,59%. El indicador económico por excelencia, la producción de electricidad, pasó de 3,61 millones de kilovatios/hora en 1940 a 90,82 en 1976. Entre 1960 y 1970 la renta per cápita creció nada menos que un 98%, es decir, nos habíamos convertido en un país rico. La clase media, según cálculo por ingresos reales, abarcaba ya al 56% de la población en 1978. Se caminó aceleradamente hacia una convergencia creciente en renta per cápita con Europa, entendiendo por tal los nueve países centrales de la Comunidad: si en 1950 el grado de convergencia era de apenas un 45%, en 1975 se había llegado ya al 83%.

La cuestión social

Un aspecto muy importante de este proceso de desarrollo fue la cuestión social, que era objetivamente uno de los grandes problemas de España desde muchos decenios atrás. El despliegue legislativo del régimen de Franco en materia social es apabullante. Tan pronto como en 1939 se instauró el Retiro Obrero, se creó el Instituto Nacional de la Vivienda y se aprobaron las Leyes de subsidio familiar y de vejez. Al año siguiente entró en vigor la Ley de descanso dominical y festivos. El Seguro Obligatorio de Enfermedad y las Mutualidades Laborales datan de 1942. Luego llegarían (a partir de 1944) las Cajas de Empresa, las vacaciones retribuidas, el permiso de maternidad y la paga extra de Navidad. En 1947 se impusieron los Seguros obligatorios de vejez, invalidez y enfermedades profesionales. Y también la paga del 18 de julio. Las Escuelas de capacitación profesional y las universidades laborales, que fueron una pieza clave del despegue económico, se crearon en 1955. El repertorio se completó con el Seguro de accidentes de trabajo y los Convenios colectivos (1958), las mutualidades agrarias (1959), el Seguro Nacional de Desempleo (1961) y, culminando el proceso, la Ley de Bases de la Seguridad Social en 1963. A la altura de 1972, el 80% de la población gozaba ya de cobertura de la Seguridad Social, pieza esencial en eso que se llama «Estado del Bienestar». Aquí, por cierto, hay que reivindicar el papel de una mujer excepcional, injustamente olvidada: Mercedes Sanz Bachiller, la viuda de Onésimo Redondo.

Se podrá decir que estas cosas no las inventó Franco, sino que la mayoría de ellas venían impulsadas ya desde las legislaciones sociales de primeros del siglo XX. Es exacto. De hecho, lo que más llama la atención en la legislación social de la Restauración es la cantidad de buenos propósitos… y sus escasísimos resultados prácticos. Lo mismo ocurriría después en la II República. De hecho, a los gobiernos de Franco hay que atribuirles el mérito de haber hecho realidad las grandes reformas sociales en las que los gobiernos anteriores fracasaron por falta de financiación, por incompetencia o, simplemente, por la inexistencia de un aparato estatal capaz de gestionarlas. De manera que también aquí, en efecto, el régimen de Franco fue un periodo de progreso económico y social.

Mujeres y homosexuales

Un aspecto muy importante, en el que incidía el ministro Torres en su respuesta a Mariscal, es el de la igualdad de derechos. Sostiene Torres que «las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria o hacer trámites administrativos sin el sí del varón». Eso fue así un tiempo y, por cierto, no pasaba sólo en España. En Francia las mujeres no pudieron abrir una cuenta corriente por sí mismas hasta 1965 (ley de 13 de julio de 1965 para la reforma de los regímenes matrimoniales). Pero también en esto el régimen anterior fue escenario de grandes progresos: a partir de 1958, y por empeño especialmente de la falangista Mercedes Formica, se emprendió una reforma sistemática del Código Civil que terminaría afectando a 66 artículos (incluyendo la posibilidad de abrir cuentas corrientes). De hecho, el combate por la igualdad civil entre hombres y mujeres en España comienza realmente con esta mujer (por otra parte, notable escritora), hoy completamente olvidada por el feminismo «canónico».

A propósito de las mujeres, ese portento llamado Zapatero asombró al mundo en el congreso del PSOE asegurando que gracias al socialismo las mujeres podían estudiar en España. Es alucinante. La verdad es que la escolarización de las niñas españolas fue obligatoria desde 1857 (ley Moyano) y la universidad se abrió a las mujeres en 1910. ¿Significa esto que las mujeres acudieran masivamente a los centros de enseñanza? No: por un lado, el Estado carecía de instrumentos adecuados para materializar la universalidad de la enseñanza (de las mujeres como de los hombres) y, por otro, las propias familias eran renuentes a prescindir de brazos en el hogar o en el campo. También en esto, por cierto, la época de Franco marcó un hito: es a partir de 1940 cuando se puede hacer realidad la escolarización obligatoria y cuando las mujeres entran masivamente en la enseñanza secundaria y en la universidad. El número de mujeres que cursaban estudios universitarios se multiplicó por 20 entre 1940 y 1970. En 1962 representaban aproximadamente el 20% del alumnado; en 1976 estaban en torno al 38%. Son, por cierto, datos prácticamente idénticos a los de Inglaterra en esas mismas fechas. Al final el PSOE es ese partido que explica a mujeres que estudiaron en los 60 que, en los 60, las mujeres no podían estudiar.

En cuanto a la cuestión de la homosexualidad, también presente en la respuesta de Torres a Mariscal, es un perfecto ejemplo de media verdad: es cierto que la homosexualidad (en público) era delito, pero es que también lo era en Inglaterra o en Francia, por ejemplo. En Inglaterra las relaciones homosexuales no se despenalizaron hasta 1967, y eso sólo para las relaciones en privado y de mayores de 21 años. En Francia la homosexualidad siguió estando penada hasta 1982 (ley Forni de 4 de agosto de ese año). España, en fin, no era una excepción.

Todo lo hasta aquí expuesto no es una apología de nadie y aún menos una «incitación al odio». Son simplemente hechos. Pero hay más: resulta que todos esos avances de España en lo económico y en lo social son prácticamente gemelos de los que estaban viviendo toda la Europa occidental en los mismos años. Y eso es seguramente lo que más exaspera a la izquierda española, y especialmente al PSOE: en España, la gran transformación de la posguerra no la pilotó la izquierda, sino un dictador de derechas. Aún peor: la izquierda, cuando tuvo la oportunidad, que fue durante la II República, no sólo no la aprovechó, sino que nos embarcó en una guerra civil. Como la terrible realidad es esta, la única solución que le queda al PSOE es taparla con leyes liberticidas, censuras, multas y, en definitiva, represión. La historia real, la que vivieron todos los españoles, queda proscrita y en su lugar se construye otra donde el PSOE nos trajo la igualdad para la mujer, la democracia, la rueda, el fuego, la imprenta y el acueducto de Segovia. Y si uno quiere medrar en la vida académica, más le vale no salirse del coro: ex PSOE lux.

Pero la realidad histórica no se borra eliminando frases del Diario de Sesiones ni rostros de las fotografías, al estilo estalinista. Y la realidad es que la época de Franco, tanto como una dictadura (en efecto), fue un periodo de progreso económico y social. Tal vez la pregunta debería ser por qué esto no pudo hacerse antes en democracia. Pero ese es un debate que el poder cultural de la izquierda no aceptará jamás. Porque quedaría en evidencia que su relato es una gigantesca falsificación.

-La Gaceta Iberosfera/3 de diciembre de 2024

Una mirada inocente / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Albert Serra
“La expansión internacional de Albert Serra y Roca Rey: éxito de 'Tardes de soledad' en Nueva York y Montreal y una opción de Oscar”, extracta el impacto en la cultura que esta nueva “mirada inocente” al toreo reedita.

Una mirada inocente

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, 2 XII 2024
Lejos de clisés, debates, moralismos, Albert Serra y su equipo han lanzado una visión íntima de la corrida. Provistos de última tecnología (sin lo cual hubiese sido imposible tanto, dicen). Durante cinco años, uno y medio de rodaje, han construido ese retrato con el que vuelven a poner de presente la fascinación que el más viejo de los cultos continúa ejerciendo sobre la humanidad.

La película, “Tardes de soledad”, premiada en el Festival de San Sebastián, se ha paseado solicitada por los más prestigiosos del mundo. La mayoría en países no taurinos: Canadá, Estados Unidos, Alemania, Austria, Japón, Francia…, e incluso se le ha considerado posible candidata para un Oscar. Y pese a que el gobierno español ha querido desterrar la tauromaquia de los premios anuales a las bellas artes, no pudo evitar que su director se les llevara una de las medallas de oro 2024.

Sin aún haber sido entregada al consumo público, los mass media se han ido tras ella prolijamente. Todos hablan, todos opinan, todos toman partido. Es el tema, seguro, ese misterio quizá tampoco develado esta vez, dice el celebrado cineasta catalán, la vida y la muerte, sin apriorismos ni concesiones.

Es una obra de arte, reconocen hasta los antitaurinos más feroces. Que sin haber ido nunca a una corrida, aclaran, la vieron en festival y juran no volver a verla, exigiendo su prohibición por “romantizar” la barbarie, y además proponen el enjuiciamiento de los toreros, a quienes tachan de “psicópatas” por las cosas “salvajes e inhumanas” que hacen.

“Pero qué dices, si son más humanos que tú”, contesta Serra a uno. Es cine, es arte, es símbolo, cómo se hace sobre la guerra…, los museos están llenos de imágenes de gente mala, que todos saben que fueron malos ¿por qué no los quitan? No soy muy inteligente, si lo fuese hubiese escrito un libro, ironiza.

Otro, pregunta, ¿por qué un protagonista peruano y no un torero español? Por sus características y las exigencias propias de la filmación; el dramatismo, el compromiso, el magnetismo personal, su soledad, la fotogenia…, no por otra cosa. Trabajamos también con Paco Aguado, pero seleccionamos a Roca Rey, contestan en conjunto los creadores.

—Tuvimos suerte además con la cuadrilla, la de él. Sus diálogos, su espontánea poesía, esa estética popular que son. Eso de, “la vida no vale nada”, “es el precio”, porque hay algo más grande que ella y la trasciende. Encarar cada día el miedo, ese que vive con todos nosotros y a veces nos impide actos necesarios o menos graves que no acometerlos. “En la filmación de las corridas yo era el más miedoso, hasta me tapaba la cara”, confiesa Albert, pese a que de niño lo llevaba su padre a la plaza.

Un titular de El País de Madrid: “La expansión internacional de Albert Serra y Roca Rey: éxito de 'Tardes de soledad' en Nueva York y Montreal y una opción de Oscar”, extracta el impacto en la cultura que esta nueva “mirada inocente” al toreo reedita.

Ahora, cuando el taurinismo y sus publicistas se devanan los sesos en hallar un camino a la vigencia, o al menos cualquier vía, la que sea, para salvar el negocio, la resonancia global causada por la versión de Serra, ofrece sin proponérselo, una pista. Mostrarse tal como se es. La autenticidad se defiende sola. Así es como desde el fondo de los tiempos han llegado hasta hoy los toros y así es como han de seguir. O no seguir.