martes, 18 de febrero de 2025

Ay, animalistas, si los toros firmaran / por Rosario Pérez


'..Pues ahora, a rebufo de la faena del ministro, que se ha saltado a la torera su misión de proteger y promover el patrimonio cultural –y la tauromaquia lo es–, los antitaurinos han presentado sus rúbricas para derogar la ley de 2013, con el objetivo de apuntillar siglos de historia. En definitiva, destruir y no construir..'

Ay, animalistas, si los toros firmaran

Los garabatos de los antitaurinos no vienen a defender derechos, sino a recortarlos.

Rosario Pérez
Con la ‘tortura’ montada en la muleta de su discurso ideológico y bajo los olés del populismo, Urtasun decidió de manera arbitraria –que no discrecional, como subrayó Page– que las mulillas de Sumar arrastrarían el último premio Nacional de Tauromaquia. Pero su faena terminó con los pitos de sol y sombra, con el resurgir de aficionados y el impulso categórico para que la sociedad, harta de imposiciones, llene los tendidos: casi un millón de personas acudieron a Las Ventas la pasada temporada. Y añadan los millones que se citaron en San Fermín, las Fallas, la Feria de Abril, los Sanjuanes y todos los festejos populares que se celebran en la piel de España.

Pues ahora, a rebufo de la faena del ministro, que se ha saltado a la torera su misión de proteger y promover el patrimonio cultural –y la tauromaquia lo es–, los antitaurinos han presentado sus rúbricas para derogar la ley de 2013, con el objetivo de apuntillar siglos de historia. En definitiva, destruir y no construir.

Cuando ya tenían el tercer aviso en lo alto tras la prórroga, estos entusiastas de la moral ajena presentaron su fajo de firmas con la mano de contar los billetes, que es la de la izquierda, la que mueve los hilos económicos del animalismo. Y lo hicieron con su tradicional consigna de que los toros son tortura, con su habitual ignorancia sobre el empleo verde, con su absoluto desdén al encaste bravo, un tesoro genético del que son guardianes los ganaderos, mucho más ecologistas que los pijo-progres de despacho, los mismos que no distinguen una vaca de un cabestro. Es lo que tiene asumir un cargo de algo que desprecias: la tentación de borrarlo del mapa es grande.

Aquí se ha pasado de firmar a favor de la libertad a firmar contra la de los demás, pues estos garabatos no vienen a defender derechos, sino a recortarlos. No es lo mismo estampar una rúbrica por la abolición que por el respeto, porque la primera deriva del desconocimiento y la segunda exige la tolerancia, menos vistosa en los tiempos que corren. No deja de ser curioso que los antis abanderen una versión unilateral: la que deja fuera una identidad que no les gusta. Ay, si los toros firmaran… Quizá tendrían algo que decir sobre los que persiguen su extinción.

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