
Fortes y Fernando Adrián paseados en hombros / Fotografía: Eduardo Buxens, Diario de Navarra
'..el ambiente de Pamplona es un disparate permanente en muchos o todos los aspectos por el desenfrenado jolgorio que se vive en la ciudad durante los sanfermines, resulta que en la plaza de toros no todo se determina con la cordura que ha de exigirse en el balance final de la corrida..'

Ginés Marín
SAN FERMÍN - 9° DE FERIA
EL GRAN DISPARATE SANFERMINERO: EL QUE MEJOR TOREA, EL MENOS VALORADO
Por Juan Miguel Núñez Batlles
No es el mundo al revés, pero casi, a tenor de cómo se entiende el espectáculo de los toros en Pamplona. Cómo lo aprecian los espectadores y cómo lo valoran los presidentes y sus asesores de cada día. Enfoques absolutamente diferentes a los que se dan en todas las plazas importantes. Y no hay que olvidar que la de Pamplona, durante su Feria de San Fermín, tiene categoría "de primera", al menos en el reglamento, y como tal se rige y actúa en sus funciones la Casa de Misericordia, popularmente conocida como "La Meca", que es la propietaria del coso y organiza los festejos con ejemplar esmero. En este sentido aquí no hay concesiones que rebajen la seriedad y puntualidad en el cumplimiento de las normas.
Pero como el ambiente de Pamplona es un disparate permanente en muchos o todos los aspectos por el desenfrenado jolgorio que se vive en la ciudad durante los sanfermines, resulta que en la plaza de toros no todo se determina con la cordura que ha de exigirse en el balance final de la corrida.
Dicho más claro, y por enésima vez, aquí importa sobre todo que el toro muera rápido, caiga donde caiga la espada. Como también se tiene muy en cuenta si ha habido algún susto durante la faena por voltereta, enganchón o cogida del torero. Mejor que esto último no ocurra, pero ayuda mucho la imagen del hombre "inmolado". En estas situaciones los tendidos de Pamplona pierden el juicio por completo en una exagerada petición de trofeos. Y quien se supone que debería poner orden y evitar la desmesura de tantas orejas fáciles como se conceden en esta plaza y feria, el presidente en cuestión, ocurre que suele ser de los primeros en sacar su pañuelo para "legitimar" el exceso o desmadre que hay en este tema.
Dicho lo cual, conviene pasar al relato más o menos pormenorizado de lo que fue la tarde, y que saque el lector sus conclusiones. Con la advertencia por delante de que ahora no se trata de hacer de menos a los dos toreros que salieron a hombros. Pero, las cosas en su sitio: lo más rotundo y de más calidad lo hizo el diestro que al final abandonó la plaza andando.
Ahí va "la película" de la función:
De rodillas recibió Fortes al primero, con larga afarolada frente a toriles, seguida de majestuosos y templados lances a la verónica. Medido castigo en el caballo. Quite por saltilleras de Adrián en su turno. El toro apuntaba nobleza en la embestida pero con poco empuje, sin chispa.. Otra vez de hinojos Fortes en la apertura de faena. Muletazos de calidad por ambos pitones. Y un final por apretadas manoletinas. Buena estocada. Oreja.

Toro noble el cuarto, pero con poca raza y escasas fuerzas. Empezó Fortes la faena sentado en una silla, una originalidad de tauromaquia antigua; total para dar un pase por alto, sin eco en el tendido ni respuesta favorable del toro, que le costaba seguir los vuelos del engaño. Faena con intermitencias; lo mejor, al natural, toreando Fortes con cierto encaje y templanza, pero sin llegar a mayores. La conexión con el tendido, algo sorprendente, se produjo con el toreo accesorio, por bernadinas finales. No obstante, hay que insistir en que metió la espada a la primera; y aunque fue "suerte" de bajonazo, en Pamplona ya está dicho cómo se aprecian estas cosas. Tal que acabó Fortes paseando la oreja con la que abriría la llamada Puerta del Encierro, aquí Puerta Grande.
El segundo, primero de Adrián, poco picado, tuvo embestida irregular. Se arrancaba pronto, pero sin terminar de humillar en la muleta, con poca clase y escaso celo. La entrega la puso Adrián, no obstante, sin llegar a armar faena, y con poca fortuna en el manejo de los aceros.

Toro también justo de fuerzas, el quinto, al que Adrián no pudo bajarle la mano lo suficiente. Todo a media altura, sin la profundidad necesaria. Toreo más efectista que otra cosa. Y en un desplante, obligado "adorno" de la espectacularidad que suelen tener estos guiones, llegó una voltereta que iba a ser definitiva para cambiar el panorama. Por suerte nada que lamentar, pero la escena del torero hecho un guiñapo a los pies del toro, viajando los pitones por toda la anatomía superior del hombre, produjo una enorme conmoción. Las asistencias buscando posibles lesiones, despojándole de la chaquetilla, la cara ensangrentada (sangre del toro, hay que advertir), el torero descalzo y con gesto de rabia. Qué cuadro. Y conmoción sobre todo en "el palco", que firmó aquello con las dos orejas. Ahora, eso sí, no vale preguntar por argumentos artísticos.
Toro amplio el tercero, al que saludó Marín con exquisitos lances a pies juntos. Tuvo el astado empuje y calidad, con embestida a más. Notable inicio de faena, y un pasaje por naturales de mucho temple y despaciosidad. Quizás se pasó Marín en el tiempo, de modo que el toro no ayudó en la suerte suprema.

Ya en el sexto, sin llegar a lucirse con el capote, abrió faena de rodillas posiblemente en busca de ese sensacionalismo tan necesario en esta plaza para acercarse al triunfo. Pero enseguida se dejó de pamplinas al darse cuenta de la movilidad y la calidad del astado, bravo y exigente, al que, ya en la vertical, dio sitio y distancia adecuadas para enjaretar tandas en redondo de mucha verdad y consistencia. Faena con entidad, la más completa de la tarde; de concepto puro y clásico, con final por las inevitables bernadinas. Le sonó el aviso antes de entrar a matar, señal de lo que se entretuvo toreando, disfrutando como estaba. Y como se cruzó un pinchazo antes de la estocada, no hubo sensibilidad en "el palco" para premiarle como hubiera sido lo justo con el doble trofeo.
De modo que la foto de la salida de los toreros a hombros, sin Ginés Marín, esta vez quedó incompleta. Qué desatino.

FICHA DE LA CORRIDA
Toros de La Palmosilla, bien presentados y encastados, aunque algunos con las fuerzas justas y perdiendo celo paulatinamente. Toros realmente completos fueron el tercero, el quinto y sobre todo el sexto. El menos lucido, el segundo.
Fortes: estocada (oreja); y bajonazo (oreja).
Fernando Adrián: pinchazo, metisaca, otro pinchazo y siete descabellos (silencio tras aviso); y estocada (dos orejas).
Ginés Marín: pinchazo y estocada (ovación tras aviso); y pinchazo y estocada (aviso y oreja).
La plaza se llenó en tarde que amenazaba lluvia, desapacible, de viento y agua tras el paseíllo y durante el primer toro, "abriéndose" finalmente para dejar una agradable temperatura.

No hay comentarios:
Publicar un comentario