jueves, 21 de agosto de 2025

Cuerda de golfos / por Paco Delgado



VIENTO DE LEVANTE
Cuerda de golfos

Por Paco Delgado
Aunque parezca mentira, o broma, de cuando en cuando siguen apareciendo noticias que si hace ochenta años o un siglo aún hubiesen podido tener una cierta normalidad debido a las circunstancias de hace tanto tiempo, ahora no deberían ocupar lugar y resultan tan anacrónicas como preocupantes para la salud del espectáculo taurino.

Claro que, viendo cómo está el panorama en nuestra escena política -aunque de política tiene poco y casi todo lo que ahora se relaciona con ella tiene más cabida en las páginas de sucesos y tribunales- ya poco puede extrañar. Empezando, ojo, desde arriba, desde lo más alto de la pirámide de gobierno, con un presidente al que la basura le llega al cuello, rodeado de familiares, amigos, amiguetes y colaboradores enfangados en la corrupción, descubriéndose cada día nuevos casos y ejemplos de una conducta que le debería haber inhabilitado desde hace mucho tiempo -prácticamente desde que pugnó por hacerse con el poder de su partido- para ejercer cualquier tipo de cargo público y que sigue demostrando con empeño y tenacidad digna de mejor causa que lo único que le importa en realidad es mantenerse en la poltrona, siendo ya su imagen la de un sátrapa acosado y desquiciado al borde la enajenación mental.

Y de ahí para abajo, más de lo mismo. Mucho más. Basta rascar un poco para que nos salpique un escándalo, un chanchullo, una trampa. Ministros, jueces, fiscales, asesores, fontaneros -y fontaneras-, empresarios, pseudoempresarios, conseguidores... y un larguísimo etcétera dan motivo a diario para el asco y la vergüenza, aunque ya parece que nada sorprenda, siendo el último sobresalto el que produce enterarse que personas a las que tenías como respetables, serias y honestas resulta que llevan más de cuatro décadas chupando del bote gracias a la falsificación de sus expedientes y méritos. Vaya tela…

Y viendo y leyendo todo esto, puede que a lo peor tenga menos relieve e importancia el que haya empresarios -ellos dicen que taurinos cuando en realidad son saltimbanquis que andan trapicheando aquí y allá para echarse un puñado de euros a la faltriquera- que se presenten a concursos de arrendamiento de plazas más o menos importantes y que luego dejen tirada a la afición si la cosa no funciona en la venta anticipada de localidades o a la hora de hacer frente al pago del correspondiente canon. Y que, por si fuera poco, si no son admitidos a concurso o derrotados por propuestas más serias, se dediquen a impugnar las adjudicaciones, por molestar, tienen el morro de decir cuando se les pide que expliquen los motivos de su impugnación, como ha sido el caso del último concurso para adjudicar la explotación de la Plaza Real de El Puerto. Conductas que deberían ser duramente sancionadas de no haber sido ya antes eliminadas tales empresas y sus responsables del censo útil de ANOET.

Ha sido la tauromaquia terreno abonado de siempre para la picaresca y la trapacería. Y ejemplos los hay a montones, como el de aquel personaje que era empresario, apoderado y periodista, todo a la vez, que cuando la autoridad le pidió examinar al sobrero -que no existía- para una corrida que organizaba, se metió en el cajón que presumiblemente debería contener al toro y comenzó a dar golpes y trompazos, aduciendo al salir que el animal estaba muy nervioso y era mejor mantenerlo encajonado hasta su posible salida al ruedo... Pero ahora ya no caben conductas así. Y menos la del organizador de una feria madrileña que ofrecía torear en la misma siempre que el torero a quien pretendía anunciar le firmase un contrato por mucho menos de lo que marca el convenio. 

El túnel ha existido siempre y sigue funcionando, pero si queremos que el de los toros sea un espectáculo serio, digno, considerado y reconocido como tal, este tipo de prácticas tendrían que desaparecer junto a sus autores. Y más si hay denuncia, pruebas y testigos. Lo que falta, parece, es voluntad de meter mano en asuntos como este y eliminar, de una vez para siempre, a toda esta cuerda de golfos, vividores, bribones, truhanes, granujas, canallas, estafadores y sinvergüenzas.

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