
Diego Urdiales. Foto, Eduardo Porcuna
'..Debo confesar que sentí un escalofrío de profunda emoción al contemplar la grandiosidad del toreo de Diego Urdiales a un buen toro de Garcigrande en Bilbao. Quince naturales inmensos, inacabables, como quince catedrales por las que adentrarse para recrearse con el encanto cromático de sus vidrieras..'
Cuando el toreo se hace bello
Manuel Viera
En el arte sólo hay un factor que pone a uno, por encima de rangos y gustos, en su sitio: el tiempo. El tiempo puede ser caprichoso, pero siempre será justo. Tiempos en los que demasiadas veces triunfa la escenificación, convertida en banalidad, sobre la autenticidad absoluta. Sin embargo, he aquí que un torero, llamado a última hora para cubrir una sustitución, realiza un toreo rico en matices y en pureza abriendo la mente a la ortodoxia de unas formas tan diferenciales como únicas.
Debo confesar que sentí un escalofrío de profunda emoción al contemplar la grandiosidad del toreo de Diego Urdiales a un buen toro de Garcigrande en Bilbao. Quince naturales inmensos, inacabables, como quince catedrales por las que adentrarse para recrearse con el encanto cromático de sus vidrieras. Un toreo trascendente sin nada de virguerías superfluas, sino intensivo, rompedor y espléndido. Un lujo de concepto. Una tauromaquia para almas sensibles que se conmueven con unas formas tan artísticas como puras, y que es clara referencia del presente de un gran torero. Es elevación a lo sublime, a la categoría de excepcionalidad. Es singular y remite a cánones de belleza transformada en gigantesca obra artística.
Al torero riojano parece sobrarle la técnica. Con conocer al toro, esto es, su embestida, le basta. Toreo de alta nota, y de detalles de torería provocadores de oles a coro. Pero el natural ¡ay el natural! tuvo el sensitivo embrujo para deslizarse al borde mismo de la locura. Es entonces cuando uno aborda la conciencia de sentirse en la misma senda emocional de toda una plaza.
Todo fue posible en quien, sin estar injustamente anunciado en las Corridas Generales de Bilbao, llamarón después para cubrir la baja de Morante de La Puebla. Diego dio lugar con su toreo a la creación de una obra soberbia. Irrenunciable para comprender la belleza intrínseca de un natural. Todo formó parte de lo mucho bueno sucedido en la plaza de toros de Vista Alegre. Un Aste Nagusia con evidentes signos de la deseada recuperación de esta gran feria del norte.
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