sábado, 29 de noviembre de 2025

EN CORTO Y POR DERECHO La corrida de toros, el último género escénico / Por José Carlos Arévalo


'..Lo extraordinario del drama de la corrida reside en que su planteamiento es trágico y su desarrollo se vive como una fiesta, emocionante y dramática, pero festiva..'

EN CORTO Y POR DERECHO
La corrida de toros, el último género escénico

Por José Carlos Arévalo

1.Hace 26 siglos, más o menos, los atenienses inventaron el teatro: la tragedia y la comedia. Hace 3 siglos, más o menos, los españoles inventaron la corrida de toros moderna, o sea la lidia a pie. Un género escénico extremadamente singular. Por dos razones. Es el único drama escénico protagonizado por varios actores humanos y dos actores animales, el toro y el caballo; y es también el único no representado sino vivido. En los demás géneros, el actor representa a un personaje de ficción, y es el personaje quien vive los hechos, no el actor que le da cuerpo. En la corrida, el actor y el personaje son uno, y no solo interpretan los hechos sucedidos, también los viven. La corrida no es una re-presentación sino la restauración, con todos sus grados de realidad, de un combate entre el hombre y una noble fiera, sucedido in illo tempore.

2.Lo extraordinario del drama de la corrida reside en que su planteamiento es trágico y su desarrollo se vive como una fiesta, emocionante y dramática, pero festiva. Sucedida en un círculo cerrado, envuelto por un coro circundante, omnipresente, 360 grados de una mirada vigilante: el escenario final de la tragedia, del que el torero no puede salir hasta no haber descubierto cómo era el toro y éste no ha dicho quién era el torero. Para el toro la lidia es el acto final de su vida y muere porque una vez ha revelado su bravura ya nada tiene que hacer en el mundo. Para el torero, la lucha del bovino agresivo no es un combate sino una prueba, la demostración de que puede trocar su letal embestida en acuerdo, su violencia en cadencia, su promesa de muerte en arte, que en la lidia surge con mas intensidad: es la belleza sublime nacida del abismo. Y por eso, solo por eso, el drama de la corrida se vive como una fiesta. Una fiesta bravía sin ápice de culpa, pues el torero mata al toro porque este, en cada embestida, lo quiere matar. En el drama real e imaginario del toreo, el toro lucha, y, sin saberlo, juega el papel del destino, que es la muerte del hombre. Pero el torero no lucha, torea. Torea para vencer a la muerte con las armas del arte. Eso sí, provisionalmente. Todos los aficionados saben que el toro resucita cada vez que por el toril vuelve a salir otro toro. Y todos saben que, como toda fiesta, la corrida es una justa, bellísima transgresión del injusto final de la vida. No está mal que el drama taurino otorgue al toro de la noble bravura encarnar el papel del destino, y al torero ser el artista que con la muerte crea bellas estatuas de quietud en movimiento, de belleza incendiada, de vértigo y temple. No, no está nada mal.

3. ¿Quién inventó la lidia a pie? El arte popular lo crea el inconsciente colectivo. Pero siempre hay genios que lo modelan. A mi entender, el primero fue Joaquín Rodríguez “Costillares”, quien concibió la lidia en tres tercios, los tres actos del drama taurino, que si bien coinciden con la preceptiva del teatro neoclásico de su época -planteamiento, nudo y desenlace; unidad de acción, tiempo y espacio-, de hecho cumplen rigurosamente el método que hace posible el arte de torear. En el primer tercio, lidiador y picador consiguen del toro que aclare su carácter y comportamiento y a su vez éste revela la destreza y el arte de ambos; en el segundo, el banderillero y el bregador comprueban su atemperamiento y si ha corregido o empeorado sus defectos o si ha mejorado o debilitado sus virtudes; y en el tercero, el toro ha definido su bravura y el torero ha de darle, con su valor, su arte y su entrega la respuesta final. Pero este argumento, siempre el mismo, siempre es distinto. Porque distintos son los toros y distinta la manera de torearlos. El toreo revela la infinita variedad de lo idéntico.

4. Otro gran dato: por qué la ciudad, no la España rural, crea la corrida de toros. El campo, fronda de ancestrales juegos taurinos esencialmente idénticos a través de los siglos, aporta la materia prima, el toro. Eso sí, ya obra de un mundo rural evolucionado, en penosa y larga evolución, aunque evolucionado. Así lo demuestra la transformación de la innata agresividad del toro ibérico en toro de lidia, gracias a un intuitivo y empírico uso de la genética luego confirmado por la ciencia: la bravura es hija de un maridaje entre la naturaleza y la cultura. Pero ese género escénico que llamamos corrida de toros se inventa y se forja en la ciudad. En ciudades pequeñas que no han perdido sus raíces rurales, aunque también permeables a los cambios políticos y sociales de su tiempo. En los mataderos urbanos se forjan los toreros -el de San Bernardo, en Sevilla, es trascendental-. De las Maestranzas de Caballería salen los toreros que crearán el mercado taurino. En Madrid, en el último tercio del siglo XVIII se celebran dos corridas, una matinal, protagonizada por varilargueros, maestros en el uso de la vara de detener y picar, y por los toreros de a pie; y otra vespertina, la tradicional corrida caballeresca. Y la gente prefiere y elige la de la mañana. En las plazas construidas por la fuerte demanda de la lidia a pie, nace el nace el nuevo público de los toros, ya no los pasivos espectadores de la antigua corrida, sino el coro taurino soberano de la lidia.

5. Y ahora viene el aluvión de preguntas sin respuesta:¿Por qué España, entre los siglos XVIII y XIX, dueña de un gran imperio y pobre hasta las ratas, más vacía que la actual España ruralmente vaciada, con solo 10 millones de habitantes, se impregna primero de la cultura ilustrada y acto seguido del ideario liberal? ¿Por qué la llegada de la modernidad no restringe su secular culto a las fiestas? ¿Por qué sus pequeñas ciudades transforman la milenaria afición al toro de sus viejos y nuevos habitantes en un género escénico que marida un mito ancestral con un método de inspiración científica y una narrativa de la lidia que sigue evolucionando a día de hoy? ¿Por qué, en la corrida de toros, el arte se convierte en vida y la vida en arte? ¿Por qué, miles de años después, la corrida restaura el coro trágico y lo convierte en festivo sin ablandarlo?

Alguien, algún día, descifrará el enigma.

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