domingo, 30 de noviembre de 2025

La sordina del consumismo / por Rafael Nieto


'..Los actos por el cincuentenario del fin del franquismo se le han vuelto en contra del profanador y a su séquito de corruptos, como si una extraña fuerza del más allá (quien sabe si no será el espíritu del Caudillo) devolviese al PSOE, con creces, sus afrentas y su desprecio a las leyes..'

La sordina del consumismo

Rafael Nieto
La anestesia del black friday ha obrado su efecto, y la mayoría de los españoles se dispone a deglutir, con la normalidad acostumbrada, el hecho inaudito de que un fiscal general del Estado y un exministro sean condenados por distintas formas de corrupción en el plazo de unos días. Conspiranoicos y bebelejías como somos algunos por naturaleza, no descartamos que los jueces hayan querido hacer coincidir sus sentencias con este tiempo de rebajas para una mejor aceptación social del escándalo. Lo que viene siendo la sordina mental y espiritual del consumismo.

El caso es que huele a elecciones, y no sólo en Extremadura, sino en toda España. Algo nos dice que esta poza de aguas fecales en que ha devenido el Gobierno de España no va a poder acabar la legislatura, y no solamente por la encrucijada judicial en que se encuentra Sánchez con sus más allegados. También, y sobre todo, porque sus socios separatistas, en su continuo escrache a España, le han hecho al felón el jaque del pastor; en cuanto ha intentado empezar a jugar con ellos para alargar su estancia en La Moncloa, le han dado una patada en salva sea la parte, porque incluso los golpistas de Junts, que son hediondos de origen, ven en Sánchez un cadáver político al que ya no pueden exprimir más.

Los actos por el cincuentenario del fin del franquismo se le han vuelto en contra del profanador y a su séquito de corruptos, como si una extraña fuerza del más allá (quien sabe si no será el espíritu del Caudillo) devolviese al PSOE, con creces, sus afrentas y su desprecio a las leyes. Cuanto más grande es su odio hacia la memoria de Franco, más casos de corrupción le salen, más condenas judiciales acumula, y mayor es su descrédito social. Este esperpento que se reúne los martes en el Consejo de Ministros (una de las mayores asociaciones de frikis que hay actualmente sobre la piel de toro) goza de una salud bastante peor de la que tenía Franco cuando su yerno le hizo las polémicas fotos.

Así las cosas, cualquiera diría que Feijoo lo tiene más fácil que nunca para poder capitalizar esta debacle socialista, si no fuese porque el propio Feijoo quizá se sienta un poco socialista también; o al menos lo bastante socialista como para haber votado a Felipe González. El gallego se queda en el centro de la escalera, sin que nadie pueda adivinar si sube o si baja, cuando le preguntan por la posibilidad de presentar una moción de censura contra Narciso El Bienhecho: «Es que me faltan votos». Y ahí se queda todo.

Los españoles compran en las rebajas cibernéticas porque el consumo innecesario adormece la conciencia una barbaridad. Y en ese consumismo donde uno se gasta lo que no debe pensando que se está ahorrando algo, el paisaje político queda necesariamente en un segundo plano, aunque el hedor que proviene de él sea similar al de las letrinas de Mordor. La democracia pluscuamperfecta que los padres de la Transición vendieron a sus hijos se está quedando, por obra y gracia del bipartidismo, en un estercolero institucional a diez minutos del Estado fallido.

En las calles, las primeras luces nos recuerdan que la Navidad está cerca, y las familias que todavía tienen conciencia de serlo organizan sus cenas y sus viajes. Esto a Sánchez le viene de vicio, porque en el estado comatoso en que se encuentra, el esparcimiento de los polvorones y del cava supone para él un paréntesis de calma; como el luchador que tiene delante a Topuria y reza (aunque sea ateo) para que al gachó se le mueva una lentilla o le pique una avispa. Algo que le dé cinco segundos de respiro. Igual está el profanador de La Moncloa.

Y es que San Martín fue el pasado 11 de noviembre. Pero que nadie descarte que lo podamos seguir celebrando.

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