lunes, 15 de diciembre de 2025

FLORITO Y SU TAUROMAQUIA / por José María Portillo Fabra


'..en el caso de Florencio Fernández Castillo puede incluso hablarse de que casi creó una tauromaquia, la "tauromaquia de Florito", que se sostenía en querencias, en distancias, y que tenía sus suertes, sus triunfos y hasta sus simpáticos errores, de modo que el repetido Florito ha sido tal y como una figura del toreo en Las Ventas..'

FLORITO Y SU TAUROMAQUIA

Con veinticuatro años, Florito Fernández Castillo debutaba como mayoral de la plaza de toros de Las Ventas. Eran mediados de los años 80. Ahora, a mediados del 2025, Florito se retira y le sucede en el puesto de mayoral y veedor de la primera plaza del mundo nada menos que un ingeniero aeroespacial. Es su propio hijo, Álvaro Fernández, que ya sabe lo que le espera de trabajo con el ganado, de diplomacia amistosa con toreros, presidentes y ganaderos. Y también sabe que debe interpretar los gustos del público de Las Ventas en clave de psicología masas.

Y que en la arena debe desplegar una dosis de temple y de profesionalidad para lidiar con reses mansas y adiestradas, y llegado el caso, el valor para lidiar con las bravas más díscolas en los chiqueros y en la arena.

Por eso, yo diría que la verdadera profesión de Florito podría ser la de psicólogo taurino, porque nadie como él ha conocido mejor la mente del toro, del bravo y del manso. Y así, lo que era un valioso oficio, lo convirtió Florito en toda una profesión, sin restar ningún merito a ninguno de los mayorales, en especial a Paco Parejo, cuñado de Antoñete, quien poseía hasta un can que le ayudaba en las tareas de encerrar los toros devueltos en el ruedo.

Pero en el caso de Florencio Fernández Castillo puede incluso hablarse de que casi creó una tauromaquia, la "tauromaquia de Florito", que se sostenía en querencias, en distancias, y que tenía sus suertes, sus triunfos y hasta sus simpáticos errores, de modo que el repetido Florito ha sido tal y como una figura del toreo en Las Ventas.

La "tauromaquia de Florito" comenzaba por buscar la elegancia, vestido siempre de corto, con su parada de nueve mansos iguales, berrendos capirotes en colorao, los cuales se situaban a un susurro en los lugares estratégicos del ruedo para que el toro bravo devuelto se encontrara como entre amigos mansos y se le arropara fácilmente entre entre ellos. Esa elegancia se extendía incluso a qué no hubiera que pasar el rastrillo por la pulcra arena de Las Ventas.


Y Florito, vara de mando pero no de castigo en mano, dirigía toda la tropilla se diría que con mando a distancia. El caso es que los mansos y el bravo se sentían hermanados en minutos y enfilaban hacia toriles, bien al trotecito, bien en fila y al paso. Y al llegar el grupo bovino a la puerta de toriles, siempre había dos mansos que se detenían para dejar entrar al bravo por delante para que así nunca se volviera y además, entrando la arena de la plaza por el túnel de toriles, de forma que las pezuñas no notaran un cambio de espacio.

Pero aunque en el noventa por ciento de los casos la operación transcurriera sin novedad, a veces no resultaba todo a la primera, y entonces Florito sacaba su faceta de torero adolescente adolescente, y citaba al toro desde un burladero, y desde dentro del callejón, golpeando levemente con la varita la parte exterior de la barrera, conducía al toro hasta los chiqueros, donde entraba él solo entre la ovación del público. Pero a veces, el toro se detenía junto a la puerta, y entonces Florito se quitaba la chaquetilla, asomaba el torso por encima de la tablas junto a la manga de chiqueros, y con un sólo toque daba un pase de pecho que provocaba un olé y culminaba con el toro galopando por la manga camino del corral.
Y si tampoco se obtenía resultado y el toro estaba frente a toriles, Florito salía del callejón, citaba desde la misma puerta de chiqueros, lanzaba su vara a los manos del animal con gran precisión, y cuando se le arrancaba el toro, Florito saltaba con agilidad al callejón.

Pero también he hablado de errores en la brega de Florito, y uno hubo, pero eso sí, sonado. Alguien del equipo o el propio mayoral, se hizo un lío con las puertas de los interiores y salieron por el portón de los sustos dos toros a la vez, un doble susto para José María Manzanares padre, que se lo tomó con humor: "Hombre, no les parecen bastante grandes los que salen aquí, y ahora nos los sueltan de dos en dos".

Y es que Florito fue en aquellos momentos, retirado Paco Parejo, un mayoral providencial para Las Ventas, porque cuando el llegó, salían toros más grandes que nunca, de ganaderías fuertes, y encima, se derrumbaban con frecuencia, por lo que eran casi diarias las devoluciones al corral. Y para impulsarlas, estaba el feroz Tendido, la feroz Andanada del 8 y hasta la Grada del 9, y por si fuera poco, diluviaba casi todo el San Isidro, y en muchas ocasiones, la actuación de Florito arrancaba los únicos aplausos de la tarde.

Por eso quiero sumarme con esta semblanza al gran homenaje de Los Amigos de la Dinastía Bienvenida a la figura de Florencio Fernández, que dedico a Juan Lamarca. También tengo que decir que mi abuelo José con sus hermanos fue ganadero de vacuno en la Serranía de Cádiz, y me explicaba muchas c osas del sacrificio y entendimiento que significaba cualquier actividad relacionada con el ganado manso o bravo. Y que el se propuso que todos sus hijos y nietos tuvieran una carrera que les permitiera liberarse de las penalidades de derivadas del manejo del ganado. Por eso me ha emocionado saber que don Florencio Fernández Castillo será sucedido por don Álvaro Fernández, ingeniero aeroespacial y mayoral de Las Ventas. Para ambos, un abrazo.
En cuanto a las palabras plenas de maestría de Juan Lamarca, son las propias, de quien es un maestro. De un maestro como también lo es Florito.

José María Portillo Fabra, de la Tertulia Taurina El Castoreño y del Círculo Taurino de Córdoba

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