martes, 19 de julio de 2011

Resumen (triste, solitario y final) de San Fermín 2011

Javi López, nuestro compañero de Andanada del 9,
en el pitón de un Fuente Ymbro por las calles de Pamplona.
En Las Ventas tiene que aguantar a los chuflas que lo mandan a callar
cuando le grita a July que eche la pierna alante

 Resumen (triste, solitario y final) de San Fermín 2011


José Ramón Márquez

Quiero hacer un apresurado recuento final de Pamplona, ahora que vuelvo de viaje y ahora que ya están todos los alegres peñistas contando los días que les quedan para el próximo chupinazo y los australianos mirando en el mapa dónde diablos cae esta ciudad que durante siete días es la Gomorra -nombre de innegable raíz vascuence- de Occidente, la capital mundial de la gamberrada.

Lo primero la Plaza, para explicar que en la feria en la que menos se mira al ruedo de todas cuantas se dan en España ha habido todos los días unos llenazos de impresión, como no se han visto ni en Valencia, ni en Castellón, ni en Sevilla, ni en Madrid, ni en Soria ni en sitio alguno en lo que va de temporada. Llenazos hubiese quien hubiese en el cartel, que aquí da lo mismo July que Fandiño. Llenazos sin necesidad de anunciar al Caballero de la Triste Figura, al Pasmo de Galapagar, que al decir de sus propagandistas es el único que revienta las taquillas. Pues aquí con el atractivo de las magras con tomate, del ajoarriero y de las demás delicias gastronómicas y como excusa para llenar el rato que hay entre la bolinga del mediodía y el bolingón de la tarde, la Plaza se llena a reventar todos los días. Que aprenda Abella, a quien sus íntimos conocen como Abeya, que aquí si hay una forma de paliar los huecos que este año se han visto en San Isidro y los que vendrán. Moncholi, tan avanzado él, que por algo es doctor, ya hace tiempo que lo vio claro: hay que llevar la gastronomía a la Plaza, haciendo del tendido un merendero para conseguir que ese maridaje entre pasar un rato al aire libre y ponerse morado palíe el insufrible espectáculo que, para muchos, es la corrida de toros.

Lo segundo, la gesta y el gesto. De July han escrito unas cosas que, si no a quien las escribe, si hacen ruborizarse a quien las lee. Bueno, y también a quien las ve, que el otro día andaba yo por unos países y en la TV salió Tendido Cero, programa que apenas habré visto media docena de veces en mi vida, en el que hubo una conversación entre el director y uno de los colaboradores como para echarse a llorar y no precisamente de la añoranza de la Patria, sino de la pena que da comprobar que en TVE los toros no importan un bledo, viendo la ‘performance’ de aquellos dos tipos hablando para ellos y para quedar estupendamente bien con los taurinos. Loor y gloria, pues, a Juliancete, único de los del trust que se atrevió con los pitones de Pamplona. Esta es la gesta.
Y el gesto, el auténtico gesto, ya se comentó, fue la inclusión de tres terroríficos Victorianos que habían sido desechados en Madrid, así como el recuelo de meterles también un Cuvillo desechado. Que mediten los de la Casa de Misericordia de cómo se la han metido doblada, que estas cosas con El Potra original seguro que no pasaban.

Lo tercero, el festival de cogidas del pobre Juan Mora, todo pundonor el hombre, pero que se quedó hecho un ecce homo y sin posibilidades de estar en la gala inaugural, el vernissage de la Tomasitis 2011. Imagino que, a causa de este contratiempo, el Adusto de Galapagar se habrá enfadado un poco más de lo que en él es habitual y que le habrá echado a Boix como un perdiguero a que le levante a algún torero metido en años para que le haga de telonero y le caldee el ambiente antes de su primera transubstanciación pétrea del verano 2011. Queda la duda de a quién recurrirán y de quién se prestará al entremés, porque lo demás es un tedioso déjà vu.

Lo cuarto es algo totalmente inevitable y previsible: le han dado el premio al mejor toro de la feria a uno de El Cid. Es algo absolutamente indiscutible que, estando anunciado el Manuel de Salteras en una feria dada, el premio al mejor toro siempre será para uno de los de su o sus lotes, sin que su cuadrilla o él mismo tengan nada que ver en ello, por supuesto. Por eso es que, a la vista de tantísima y constatable ‘suerte’, no se entiende cómo es que este hombre en vez de ir por ahí vestido de luces de feria en feria, no dedica su tiempo a comprar boletos de Euromillón, Lotería Primitiva, Quiniela, Quiniela hípica, Gordo de la Primitiva, Cuponazo de la ONCE, Lotería Nacional y sueldo para toda la vida del Nescafé, con los que hacerse multimillonario sin sobresaltos y sin tener que ponerse esos vestidos tan incómodos.
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