jueves, 22 de agosto de 2013

5ª de las Corridas Generales en Bilbao. Ponce reventó la feria... / Por José Antonio del Moral

Enrique Ponce /Foto de Arjona-AplausoS/

 5ª de las Corridas Generales en Bilbao. 
Ponce reventó la feria aún sin las tres orejas que habría cortado por pinchar

 Por José Antonio del Moral
Bilbao. Plaza de Vista Alegre. Miércoles 21 de agosto de 2013. 
Quinta de feria. Tarde calurosa con un tercio de entrada. Seis toros de Alcurrucén, muy bien presentados y de juego desigual. Dócil el muy apagado primero. Más encastado el también noble segundo. Deslucido el meramente manejable cuarto. Incierto y finalmente entregado el quinto gracias a quien lo lidió y toreó. Bravo y en principio difícil el sexto que terminó manejable por el valor de quien lo toreó. 
Enrique Ponce (amapola y oro): Estocada tendida y cuatro descabellos, larga ovación. Estocada casi entera y tres descabellos, aviso y enorme ovación que recogió desde los medios. 
Miguel Ángel Perera (granate y oro): Estocada muy trasera caída, insuficiente aunque ruidosa petición y gran ovación. Estoconazo trasero, ovación. Pasó a la enfermería para que le atendieran del pisotón que le pegó el cuarto toro. Pinchazo y estocada, gran ovación. 
Jiménez Fortes resultó gravemente herido al final de su faena al tercer toro que mató Ponce de pinchazo y buena estocada. La cornada atravesó el muslo derecho del malagueño. Un miembro de la cuadrilla de Fortes recogió la ovación del respetable.

Los por ahora dos últimos faenones de Ponce en Bilbao fueron algo más que grandiosos para la mayoría que los vimos en la plaza o por televisión aunque supongo que no para la pertinaz minoría de sus detractores que siempre le negarán. Y lo fueron porque, además, marcó abismales diferencias por su fondo y por sus formas con las demás figuras. Como siempre ocurrió cada vez que un torero de los que tienen todas las virtudes reunidas en su sola persona pegaba dos aldabonazos en una feria – no digamos en una sola corrida – el término de la comparación pesaba como una losa sobre todo lo que vino después. Un listón tan alto, que incluso afectó al propio autor de las obras. Una vez le dijo don Gregorio Corrochano a Antonio Ordóñez: 
“Si miras a tu alrededor y no encuentras con quien competir, compite contigo mismo”. 

En esas estamos en esta feria. Y con esta expectativa arrancó el quinto festejo de los que llevamos vistos. Esta “resurrección” de Ponce lo ha sido para algunos ahora arrepentidos. Pero no ha sido tal. Ha sido la confirmación de que los años que todavía abarcan su larguísima e ininterrumpida carrera, continúan siendo la época del valenciano.
Yo no creo lo que el propio Ponce dice sobre sí mismo cuando ahora le preguntan qué es lo que le falta por hacer y él responde muy humildemente en voz bajita que ya no sale a competir con ninguno de sus compañeros, sino a sentirse a gusto consigo mismo. No lo creo porque le conozco desde que era niño y sé perfectamente que, en el fondo de su bondadosísimo ser y de su siempre tolerante y paciente estar, hay una fiera que nunca se dejó ni se dejará ganar la pelea por nadie, aunque tenga que esperar a que llegue el momento de sacar las garras para destrozar a quien se le ponga por delante. Por eso me río de los que no paran de largar a sus espaldas. Hasta incluso muchos toreros, no pocos ganaderos y algún empresario que le frecuentan y le tratan como si fueran sus más fieles y mejores amigos. Sepulcros blanqueados a los que alguna vez he sorprendido hablando mal de Ponce y, en cuanto me ven, se apresuran a decir todo lo contrario sonriendo falsamente. Lo mismo un día de estos le paso la lista al propio Ponce aunque dudo de que nadie sea capaz de engañarle.

Pero la situación de la fiesta siegue siendo gravísima. Entre la crisis nacional y la taurina tal como vimos en el petardo de anteayer, en esta quinta corrida no se cubrieron más de un tercio de entrada en los tendidos bajos y poquísima gente en los altos. Como en los viejos tempos, en las plazas hay más ricos que pobres. Y de entre los ricos, solo la mitad. Así está esto, señores. Olvidémonos de esta catástrofe por el momento porque, al fin y al cabo, en los chiqueros había un corridón de toros y en el ruedo, tres hombres dispuestos a jugárselo todo ante tan pocos testigos directos.

Un pavo fue el primer toro de Alcurruén. Negro, con cuajo y pitones. Por el lado izquierdo metió un poco la cara. Por el derecho, nada y salió suelto, Ponce asumió toda la lidia en solitario. Incluso en banderillas. Antes, el toro había echado la cara muy arriba y defendiéndose en el primer puyazo. En vez de quitar, probó las condiciones en que había quedado el toro que fueron aparentemente buenas aunque apagado. No le deberían haber pegado el segundo puyazos. Salvo al clavar los palos, nadie salvo Ponce había tocado al toro. Brindó la faena a través de la televisión al convaleciente gran alcalde de Bilbao, Iñaki Azcuna. Y le hizo el honor. Gran arranque del trasteo por trincheras y ayudados seguidos de buenas tandas por redondos cada una más templada y más suave. La tercera, apretadamente sensacional. Y por el bastante peor lado izquierdo naturales a más y mejor mientras el animal se rajaba. Vuelto a derechas, en todo lo que le hizo tuvo que poner mucho más Ponce que ya remiso animal. Y todo preciso y precioso. Hasta cuadrando al toro lo hizo en artista. Estocada tendida al encuentro y cuatro descabellos que le privaron de cortar una merecida oreja.

Tras matar al tercer toro por la cogida de Jiménez Fortes, corrió turno para que Perera no tuviera que matar dos toros seguidos y Ponce se enfrentó al quinto. Un largo negro altivo y alegre de salida aunque muy suelto de capotes. Fue picado a la carambola por nuevamente suelto en tres encuentros y no quedó precisamente grato tras ser banderilleado. Pero Ponce lo brindó. Algo le vio. Yo, nada. Llevó Ponce la razón y enseguida empezó muy bien por bajo y con la derecha pese a sus inciertas embestidas. Otro milagro poncista al que no faltaron entrega, empaque y precisión de reloj. Señores, este es el mejor y más seguro torero que he visto en mi vida. Le echó coraje el natural y, de nuevo a derechas, toreó pinturero, relajado y exponiéndolo todo. Sobre todo en los extraordinarios naturales y más redondos del final que casó con cambio de mano, trincheras y poncinas. Otro faenón. Y este de mayor merito del primer día. Con el toro ya descolgado, mató de estocada casi entera desprendida y varios descabellos que le cortaron no cortar las dos orejas buscadas. Tres debió haber cortado de matar bien.

Muy veleto y leñudo el segundo toro aunque bajo. No fue grato en el capote de Miguel Ángel Perera. Corto, distraído y echando la cara arriba. Enhebró la vara el piquero en el segundo encuentro tras salir suelto del primero. Y no se dejó banderillear con facilidad. Valiente, como no, Perera en los primeros compases de la faena que, enseguida fue a más como a mejor el toro por redondos muy largos y templados. Superior Perera. E inferior de seguido el animal al que hubo que forzar a embestir por tan remiso. También por el lado no tan bueno derecho. Y otra vez muy bien a derechas. Circulares y arrimón. Perera el que está cuajando la mejor temporada entre los de la primera fila aunque mucho intenten taparlo. Estoconazo muy trasero caído.

Por llevar un lance hecho si probar al tercer toro, casi resultó cogido el huevón Jiménez Fortes. El malagueño es un valiente descontrolado que empobreció el cartel. En varas y en banderillas el toro cumplió sin ninguna fuerza. Fue también noble aunque apagadillo en la muleta como sus hermanos anteriores. Fortes brindó la faena que fue buena dentro de lo que cabe es este diestro aunque sin poder evitar algunos amagos de caída y, por torpe valentonería, una tremenda cogida de la que resultó gravemente herido. Al toro lo mató Ponce de pinchazo y buena estocada.

Con el que hizo de cuarto, un tremendo colorao cuajadísimo y huidizo, Perera no pudo acomodarse con el capote y se limitó a bregar. Impetuoso en varas – simulado el segundo puyazo -, Miguel Ángel quitó por firmísimas y ajustadas gaoneras de verdad. Toreando y templando. Bien Joselito Gutiérrez en palos. El animal resultó tan blando como protestón en la brindada faena de Perera y en muchos pases que pegó tuvo que exponer sin apenas lucimiento. Fue un animal para ganarle pasos tras cada pase no de quedarse siempre quieto. Por eso casi le echó mano y sufrió un serio pisotón. No obstante, el gran valor del extremeño quedó más que patente. También en la estocada.
De vuelta a la arena, Perera lidió y mató al más bravo sexto que derribó en varas, apenas colaboró en palos por irse a tablas escarbando y resultó distraído además de torvo en la muleta. Perera Lo intentó con más fe de la que el toro mereció hasta terminar metiéndolo en la canasta sobre ambas manos con el enorme valor que atesora. Perdió una por pinchar antes de enterrar la espada.
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