lunes, 14 de julio de 2014

10ª y última de los Sanfermines: Oreja para Luis Bolívar a cuenta de una cogida espeluznante en una atormentada corrida de Miura / Por J. A. del Moral




10ª y última de los Sanfermines en Pamplona
Oreja para Luis Bolívar a cuenta de una cogida espeluznante en una atormentada corrida de Miura


Una deplorable corrida de Miura dio al traste con el final de la feria. No obstante, la terna cumplió con creces dadas las condiciones del ganado. El peor librado fue Javier Castaño con un lote infumable. Luis Bolívar cortó la única oreja por la emoción del público a verle librado milagrosamente de una terrible cogida en la suerte suprema. Esaú Fernández perdió otra del más manejable sexto por fallar estrepitosamente a espadas tras una faena bastante entonada.

  • Prefiero despedirme de la Pamplona festiva acudiendo por la mañana a la Misa de la Octava en la capilla del Santo – otra vez cantada de maravilla – y luego acompañar cerca del alcalde en la procesión civil que va desde la Capilla hasta el Ayuntamiento por la calle Mayor.

Plaza de toros de Pamplona. Lunes 14 de julio de 2014. Décima y última de feria. Tarde medio nublada y agradable, ni frio ni calor, con aparente lleno.
Seis toros de Miura, en el tipo de la casa sin exageraciones y de pésimo juego. Muy débil el apenas manejable primero. Con más fuerza pero parecido al anterior el segundo. Malo sin paliativos el tercero. Un marrajo amoruchado el cuarto. También el quinto. El sexto fue el de mayor manejabilidad y duración.
Javier Castaño (blanco y oro): Dos pinchazos, estocada trasera y descabello, silencio. Media estocada tendida trasera que se hundió, silencio tras pitos al toro.
Luís Bolívar (blanco y oro): Estocada entera de la que salió cogido de modo espeluznante sin consecuencias por fortuna, oreja a cuenta de la cogida. Estocada atravesada a toro arrancado que hizo guardia y descabello, palmas.
Esaú Fernández (marfil y oro con remates negros): Estocada caída, silencSiete pinchazos y ocho descabellos, aviso y silencio.

Y llegó el final de estos Sanfermines. Cada vez que llegan aquí, siento tristeza. Siempre, siempre la sentí. Una vez más tengo que repetir que, si al final de todas las ferias sentimos tristeza, en ésta, mucho más que en ninguna otra. Recuerdo cuando dije lo mismo al despedir el programa que dirigí y presenté en Telemadrid sobre los Sanfermines de 1991. Se bloquearon las líneas telefónicas con las llamadas de muchos pamplonicas que no vivían en Pamplona. No me gusta asistir por eso al “Pobre de mí”. Bastante tengo con lo que paso conmigo mismo, ya encerrado en casa preparando las maletas pasar salir disparado hacia la feria francesa de Mont de Marsan. Luego bajaremos a la de Valencia. Y de allí a Huelva y al El Puerto en el entronque de julio y agosto. Luego, ya veremos sin que falte – nunca falté – la mejor feria del mundo que sigue siendo la de Bilbao.

Prefiero despedirme de la Pamplona festiva acudiendo por la mañana a la Misa de la Octava en la capilla del Santo – otra vez cantada de maravilla – y luego acompañar cerca del alcalde en la procesión civil que va desde la Capilla hasta el Ayuntamiento por la calle Mayor. La banda La Pamplonesa va tocando el pasacalles “Deva”. Escúchenlo a través de google y verán… Las siempre alegres e imparables fiestas de San Fermín por calles y plazas compensan de cualquier fiasco taurino y aumentan el entusiasmo cuando salen bien.

Pero vamos al toro. Aparte lo que pasó ayer con la corrida de Miura, sin apenas interés previo aunque nunca se sabe, anoche y hoy por la mañana llegará la hora de los Jurados y otorgarán sus premios. Ahí van los míos: Mejor corrida y mejor toro, la de Victoriano del Río y a su quinto toro, “Español”, aunque hubo más premiables como por ejemplo más cercano el encastado segundo de Jandilla. No el que inmortalizó quien le hizo la mejor y más importante faena además de la mejor actuación en conjunto, sin ninguna duda alguna por mi parte, Miguel Ángel Perera con menciones a la faena de Pepe Moral y a otra de El Juli, por este orden. Muy bien los tres novilleros cada uno con su estilo. Pero siempre habrá que poner peros cuando sepamos a quienes se dan algunos premios. Seguro que algunos declararán triunfador absoluto por mayor número de orejas cortadas y de salidas a hombros a Iván Fandiño. Bueno y ¿qué?…

Recuerdo una feria de julio en Valencia en la temporada de 1971. Fue la última de Antonio Ordóñez en la capital levantina y el rondeño estuvo cumbre: cuatro orejas en su primera tarde con toros de Juan Pedro Domecq y dos a un toro de Pablo Romero en la segunda. Pues bien, el premio al triunfador “oficial” se lo dieron a Julián García… porque superó al gran maestro rondeño con dos orejas más. No hace falta hacer más comentarios…

De primera comunión vistieron ayer los tres matadores. A ver como terminan los vestidos… Como siempre con los toros de Miura, no se les notan los kilos. El primero pesó 550 y parecía no pasar de 450. Salió muy flojo. Y eso en Miura no nos gusta nada de nada. Que se caigan estos toros es como si un convento de monjas quedaran todas embarazadas… Bueno… fue alegre al caballo para que apenas lo picaran. 
Javier Castaño no había podido lucirse con el capote ni tampoco en el quite. Ni lo intentó. Luego de otro picotazo, llegó el número de los peones de Javier. Faltaba David Adalid que anda cogido y convaleciente. Lo compensaron Manolo Sánchez y Marco Galán. Y en la brega, Regino Agudo. Castaño empezó la faena demasiado pegado a las tablas. El toro se estrelló al salir de un pase por alto y perdió las manos. Luego medio se dejó sin humillar ni emocionar. Manejable sin fuerza. Como uno de tantos corrientes y molientes. Castaño pegó muchos pases con las dos manos de traza irrelevante. Un potaje con mucha patata hasta que el animal empezó a defenderse y a querer coger a Javier. Y lo pinchó al intentar acabar con el negro burel.


El cuarto fue una prenda. Empezó quitándole el capote a Castaño y salvo en un buen par de banderillas de Fernando Sánchez y en su dejarse picar, no hubo modo ni manera de sacarle algo que mereciera la pena reseñar. Para colmo, se cayó al empezar Castaño la pretendida e imposible faena. Ni a derechas ni a izquierdas, ni por arriba ni por abajo ni por en medio. Lo mató con fortuna de media muy trasera tendida.

Luis Bolívar toreó ayer con solo dos tardes en esta temporada. Un trago. Cárdeno obscuro el segundo toro. Corretón tras chocar dos veces contra la barrera. Bolívar se marcó dos largas de rodillas en el tercio y quiso lancear bien. No digo que pudo. El toro fue al caballo de lejitos y se dejó pegar. El colombiano quitó por despegadas chicuelinas y el animal tomó otro puyazo informalmente aliviado. Más chicuelinas desgarbadas de Esaú Fernández en su quite. Mucho esperó el toro en palos mostrándose distraído. Pero se movió y ello fue un plus. Brindó Bolívar su faena planteada en los medios. Por el derecho se movió, en efecto, pero sin clase alguna ni largo recorrido. Animoso anduvo Luís tratando de hacer una faena apreciable. Aguantó las embestidas altas del burel en apuntados naturales. Muy apuesto en los cites, si. Pero esta apostura desapareció en cada pase que, eso sí, dio con notorio mérito. Y vuelta a la izquierda para lo mismo con voluntad a raudales. Le aplaudieron al desplantarse de rodillas. Al entrar a matar entregado resultó cogido y zarandeado de marera espeluznante, horrible. Espantosa cogida que, por milagro de Dios, no acabó en tragedia. El asesino murió de buena estocada queriendo matar a Bolívar que fue premiado con una oreja pedida con total unanimidad.


El pelaje salinero del quinto rompió la atormentada monotonía del festejo. Pero solo el pelaje y eso que Bolívar lo saludó con una larga de rodillas en el tercio. Se había cambiado la taleguilla rota por un calzón de monosabio. Y después, ¿qué? Mucha leña al toro en varas, tres pares de banderillas clavados a duras penas y, tras brindar Bolívar no sé para qué ni a quién, otra larga ración de indeclinable entusiasmo en forma de medios pases y de no pocos sustos propios y de la parroquia que fueron musicados con el pasodoble Nerva que fue agradecido. Experto Bolívar en “robar” pases, se pasó de rosca y de tiempo. Para entonces, todo el mundo estaba deseando que terminara esta pesadilla de una vez. Con gran habilidad, Bolívar metió la espada a toro arrancado y como asomó la punta de la atravesada espada, tuvo que descabellar. Lo hizo con certeza.

El sevillano de Camas Esaú Fernández se arrodilló delante de la puerta de toriles para recibir al tercer toro con una larga cambiada que el público vio aterrorizado. Bien. Y bastante bien los lances que siguieron. El cardenito tomó el primer puyazo empujando con un solo pitón y le aliviaron el castigo. Le dieron en el segundo. Suelto de los dos, llegó con pies a banderillas pese a blandear de remos. Como casi todos los de Miura, esperó en palos. Este, cortó y desparramó la vista. Un miura parecido a los de antes. Esaú brindó en los medios pero se vino a tablas para empezar la faena. Se cayó el toro al salir del primer pase. Decepción general por inesperada. Y otra faena de querer torear en serio sin poder dar ni un pase en forma. Además, el marrajo se pudo imposible. Se aplaudió la bizarra voluntad del sevillano que, finalmente, pudo sacar algún pase medio decente. Mató limpiamente de estocada trasera caidilla.


Cerró el festejo y la feria otro toro de pelo salinero. Fue el asesino que por poco mata a dos mozos en el encierro. Pero como tantas veces ocurrió, para la lidia fue el de mayor manejabilidad y durabilidad. Lo lidiaron, picaron, banderillearon, muletearon y mataron como buena o malamente se pudo. Un vistoso quite de Esaú por navarras, Dos excelentes pares de Curro Robles, otro muy habilidoso de José María Tejero, una muy dispuesta y más que bien intencionada faena de Esaú que hasta tuvo pasajes francamente toreros. Pero, ay, falló estrepitosamente con los aceros. Nada menos que siete pinchazos y ocho descabellos tuvo que pegar. Iba muy posiblemente para oreja lo que hizo el sevillano. Pero terminó en gran disgusto.

Lo siento de veras. Como siento irme de Pamplona una vez más y en mi caso van 49. Doy gracias a Dios por haberme dado salud, fuerza, ilusión y capacidad para conseguirlo. Si Dios me lo permite, el año que viene volveré encantado. ¡Viva San Fermín¡

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