domingo, 13 de septiembre de 2015

4ª de feria en Valladolid. Una faena de El Cid y un buen toro de Victorino / por J.A. del Moral


Manuel Jesús El Cid

"...Por fortuna, la correspondió el bueno y pudo recrearse a la verónica en el recibo y componerse más tranquilo y templado en una faena que recordó a las suyas buenas de sus mejores años..."


Solamente un buen toro y una faena de El Cid digna de ser premiada en la corrida de Victorino

Tres alimañas, dos manejables sin clase y un buen cuarto toro que aprovechó El Cid para respirar a gusto. Le fueron concedidas dos orejas. La segunda, por la regalada que le dieron al local Joselillo del tercero. También le regalaron la del sexto. Ambos salieron de la plaza en hombros mientras Manuel Escribano lo hizo a pie por culpa de sus fallos a espadas tras mostrarse tan capaz como valiente en la lidia de sus oponentes que conjuntaron el peor lote del envío.


Ya era hora de que la afición y los profesionales salgan a las calles para protestar airadamente del acoso a que estamos siendo sometidos.

...a gente está hasta el gorro de los antitaurinos y de los políticos que acaban de estrenar mandato por lo mismo.

Este es el somero resumen de un festejo que apenas concitó un tercio de entrada. Por la mañana hubo más gente en la manifestación en defensa de la Fiesta que transcurrió por el paseo Zorrilla en un largo trayecto que terminó en la plaza. El acto terminó con un discurso de Victorio Martín hijo que levantó continuos clamores. Los aficionados de Valladolid y de la región acudieron en mayor número de lo que algunos esperaban, sorprendiendo a propios y extraños. Aquí la gente está hasta el gorro de los antitaurinos y de los políticos que acaban de estrenar mandato por lo mismo. El nuevo alcalde de la capital aunque no está totalmente en contra de que sigan celebrándose corridas de toros en la feria de septiembre en honor de Nuestra Señora de San Lorenzo – dicen que será difícil que se celebre la de mayo en honor de San Pedro Regalado -, ha cortado el grifo al Museo Taurino y al camión de riego que solía utilizarse en la plaza de toros los días de corrida. En esta feria fueron los empleados de la plaza quienes se encargaron de regar el ruedo con las viejas mangueras… A la manifestación acudieron muchos paisanos de Tordesillas para aprovecharla para defender el famoso “Toro de la Vega”… En definitiva, que ya era hora de que la afición y los profesionales salgan a las calles para protestar airadamente del acoso a que estamos siendo sometidos.

Por la tarde, los amantes del llamado toro-toro no pudieron disfrutar a tope con los de Victorino Martín aunque, como cada vez que se lidian estas reses, la gente disfrutó con las alegres salidas que tuvieron los seis, con la veloz manera de acudir a las primera llamadas y de rematar, más bien rascar, en tablas – casi todos fueron los que antes llamaban “carpinteros” – además de celebrar con los que, puestos de largo ante el caballo, lo hicieron con alegría. Los seis fueron aplaudidos al aparecer en el ruedo y otra vez en el arrastre, independientemente del juego que dieron.

Pero la mayoría con la excepción del ya mencionado cuarto, apenas se dejaron torear como los diestros y muchos espectadores hubiéramos querido. El Cid fue el favorecido con el único que se prestó al lucimiento tanto con el capote como con la muleta. Lo había pasado muy mal con el primero, incapaz de cruzarse una sola vez en los cites que hubiera sido la única manera de que el morlaco pasara al menos en el primer muletazo de los muchos que intentó el de Salteras. Por fortuna, la correspondió el bueno y pudo recrearse a la verónica en el recibo y componerse más tranquilo y templado en una faena que recordó a las suyas buenas de sus mejores años. Le cambió el gesto para bien y celebró el éxito encantado. No era para menos. Pero ya hemos dicho que sobró la segunda oreja y por qué.

Manuel Escribano anduvo por encima de su lote, tanto con la alimaña que hizo de segundo como con el manejable quinto. Bregó en ambos con aplomo y saber. Banderilleó a los dos con tantas facultades como brillantez. Supo esquivar las asesinas intenciones del peor y aprovechar los posibles viajes del mejor. Pero en ambos falló con la espada. Podría haber cortado la oreja del quinto o quién sabe si las dos de haberle matado pronto y bien. Se le vio muy disgustado por el fallo.

El ya veterano Joselillo, hombre muy querido en la región por su ilustre talante personal – universitario, educadísimo, galante – tampoco tuvo suerte con su primer toro, pero sí a la hora de matar. Cobró dos buenas estocadas y a ello se agarraron sus paisanos para solicitar las orejas que le dieron un tanto por puro paisanaje. No obstante lo poco que torea, le vimos muy ducho en la brega previa y posterior a la suerte de varas. Así como bastante suelto y resuelto con el más posible sexto que, por blandear más de la cuenta y resultar muy tardo en la muleta hasta pararse, no le permitió ligar los muchos pases que pudo darle hasta que el animal se negó totalmente a seguir colaborando.

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