martes, 13 de junio de 2017

La moción / por Ignacio Ruiz Quintano





Abc
Hoy, martes y 13, Pablemos, jefe del comunismo español (¡los pecios del PCE!), cita en los leones de la madrileña Carrera de San Jerónimo al jefe del marianismo en una moción de censura cogida con los alfileres que tiran las modistillas en la verbena de San Antonio.

¡Martes y trece! En una fecha así, Curro Fetén dijo a un cenizo famoso que lo saludó en la barra del bar:

–¡Anda, paga tú, que hoy celebras santo y cumpleaños!

Pablemos es el jefe del comunismo igual que en Las Ventas han elegido Toro del Año a un pobre bóvido (no fue picado y murió aculado en tablas) con nombre de vaca:

–Han matado a la vaca porque quería comerse el vestido de la dama –dice Cocteau que oyó a una chiquilla, en Sevilla, contar su corrida del 1 de mayo.

El toro, una vaca, y el torero, una bella dama: la tauromaquia contemporánea.

En la tauromaquia contemporánea lo que cuenta (porque así lo ha establecido la propaganda mediática) es que el toreador (torero es otra cosa) ligue los pases por las afueras, igual que en la comunicación contemporánea lo que cuenta es la verborrea (políticos, radiofonistas, tertulianos), hablar por hablar, ligar –digan lo que digan– las palabras, cosa que impresiona mucho al español, genéticamente sumiso al poder y afecto a la delación, y por tanto, balbuceante por mera prevención.

El éxito de Pablemos es que liga los pases (por arriba, por atrás y por afuera), que habla como parpayuela y que tiene coleta como el chino del flanín. Por cierto, que entre la Dictadura de Primo y la República de Miguelito Maura en el movimiento obrero español se llamaba “chinos” y “coletas” a los comunistas porque su prensa, que tampoco sabía muy bien qué pensaba Stalin de la revolución china, daba el turre a sus lectores con cuentos chinos.

Hoy, con su coleta china (que en realidad es manchú), Pablemos juega a caballo de Troya del sistema, pero no se sabe de un solo partido que aceptara el juego oligárquico para liquidarlo.


Pablemos es sistema, y su salsa, el Consenso.

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