martes, 28 de abril de 2020

La estupidez humana (..y 3ª parte) / por Carlo M. Cipolla


A la luz de este viejo, pero a la vez recurrente ensayo, la pandemia que trastorna nuestra vida y nos obliga a estar recluidos en casa va a permitirnos distinguir, entre los bustos parlantes que asoman por las televisiones, y las informaciones escritas o las que se propulsan a través de las redes sociales, a qué personas les asignan los calificativos de INTELIGENTES, INGENUAS, MALVADAS o ESTÚPIDAS.

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En 1976 el escritor italiano Carlo M. Cipolla escribió, sin pretensión alguna, un ensayo sobre la estupidez humana. En principio lo distribuyó solamente entre sus allegados, pero fue tal la repercusión que tuvo el boca a boca que doce años después lo publicó una editorial italiana. Al español se tradujo por vez primera en 1991. Y treinta años después, debido al confinamiento por el Coronavirus lo he desempolvado y vuelto a leer. 
Bocanegra
Madrid, 28 Abril 2020

Publicaciónes anteriores:

5.- La Quinta Ley Fundamental. Macroanálisis.
Esta Ley es la más conocida y su corolario se cita con frecuencia:

“La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe.- El estúpido es aún más peligroso que un malvado.”

“Cuando los estúpidos entran en acción, las cosas cambian completamente. Recordemos que las personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas sin obtener ningún beneficio para ellas mismas. Por consiguiente, la sociedad entera se empobrece.”

“La porción de gente estúpida es una constante que no está influida por el tiempo, el espacio, la raza, la clase o cualquier otra variante histórica o sociocultural. Sería un grave error creer que el número de los estúpidos es más elevado en una sociedad en decadencia que en una sociedad en ascenso. Ambas se ven aquejadas por el mismo porcentaje de estúpidos. La diferencia entre ellas reside en que los miembros estúpidos de una sociedad en declive se vuelven más activos por la permisividad que les otorgan los otros miembros.”


“En un país desestabilizado social y económicamente, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual que en cualquier otro país puntero y próspero (recuérdese el ignoto porcentaje de nacimientos niño/niña). Sucede, no obstante, que el resto de la población de ese país en declive, sobre todo entre los individuos que están en el poder, se da una alarmante proliferación de malvados con un elevado porcentaje de estupidez y, entre la mayoría de individuos, que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no estúpidos refuerza, inevitablemente, el poder destructivo de los estúpidos, y conduce al país a la ruina.”

Estupidez y poder. (Carlo M. Cipolla)

“Como ocurre con todas las criaturas humanas, también los estúpidos influyen sobre otras personas con intensidad muy diferente. Algunos estúpidos causan normalmente sólo perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras.


“La capacidad de hacer daño que tiene un estúpido depende del factor genético –algunos individuos heredan dosis considerables del gen de la estupidez--- y de la posición de poder o de autoridad que ocupa en la sociedad. El más exquisito porcentaje de individuos fundamentalmente estúpidos, cuya capacidad de hacer daño al prójimo ha sido (o es) peligrosamente potenciada por la posición de poder que han ocupado (u ocupan) se encuentra entre los burócratas, generales, políticos y jefes de Estado. ¡Ah!, y no nos olvidemos de los prelados.”

“La pregunta que a menudo se planean las personas razonables es cómo es posible que esos individuos estúpidos lleguen a alcanzar posiciones de poder o de autoridad.”


“La respuesta es que las clases y las castas (tanto laicas como eclesiásticas) fueron las instituciones sociales que permitieron un flujo constante de personas estúpidas a puestos de poder en la mayoría de las sociedades preindustriales.”


“En el mundo industrial moderno, las clases y las castas van perdiendo cada vez más su importancia. En el seno de un sistema democrático, las elecciones generales son un instrumento de gran eficacia para asegurar el mantenimiento estable de la correspondiente fracción de estúpidos entre los poderosos.

El poder de la Estupidez.- (Carlo M. Cipolla)

“No resulta difícil comprender de qué manera el poder político, económico o burocrático aumenta el potencial nocivo de una persona estúpida. Pero aún queda por explicar y entender qué es lo que básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida; en otras palabras, en qué consiste el poder de la estupidez.”

“Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido, puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad.”


“El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque, es algo así como intentar disparar sobre un objeto capaz de los más improbables e inimaginables movimientos.”

“Esto es lo que tenían en la mente Dickens y Schiller al afirmar el uno que “con la estupidez y la buena digestión el hombre es capaz de hacer frente a muchas cosas”, y el otro que “contra la estupidez hasta los mismos dioses luchan en vano.

Hay que tener en cuenta una cosa más: la persona inteligente se sabe inteligente. El malvado es consciente de que es un malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez, pero al contrario que todos ellos, el estúpido no sabe que es estúpido. Esta singularidad contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora. 


“Así que, con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder los planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimiento y sin razón. ESTÚPIDAMENTE.”

A la luz de este viejo, pero a la vez recurrente ensayo, la pandemia que trastorna nuestra vida y nos obliga a estar recluidos en casa va a permitirnos distinguir, entre los bustos parlantes que asoman por las televisiones, y las informaciones escritas o las que se propulsan a través de las redes sociales, a qué personas les asignan los calificativos de INTELIGENTES, INGENUAS, MALVADAS o ESTÚPIDAS.
Un abrazo, amigo.

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