miércoles, 22 de mayo de 2024

Kroos. La medida trayectoria / por HUGHES

Se va una especie de aristócrata que embelesaba un poco la gran catetez del fútbol.

La medida trayectoria

HUGHES
La Gaceta/21 de Mayo de 2024
Al principio fueron los fichajes. Se convirtieron en sagas de suspense y luego en rituales que eran como romper un matrimonio: el encuentro, el flechazo, la furtiva servilleta firmada, la negación en casa, la rebeldía, la ceremonia, el nacido para, un niño espontáneo saltando a los brazos y el estadio lleno…

Superada esa fase, los fichajes de Florentino ya se hacen solos. Se hacen orgánicamente. Los jugadores llegan al Madrid como las aves migratorias. Siguen un rumbo que conocen desde siempre y casi no hay nada que decir, ellos saben cuándo llegar y cuándo irse; puede que los clubes de origen lo intuyan desde el principio. «No digas nada. Lo sabemos» y llaman al Madrid para ofrecer una cantidad.

Como los fichajes se hacen solos, ahora se perfeccionan las despedidas, las tristes despedidas. El Madrid está desmontando un equipo histórico año a año, piedra a piedra, como una catedral que llevaran al recuerdo. Se quita la tirita lentamente.

Ahora Kroos perfecciona aun más la salida. Con la misma voluntad de control, exactitud y elegancia de su juego, Kroos decide irse en el apogeo. En el cénit. En lo alto de su curva de rendimientos, justo antes de que, como todo en la vida, comiencen a ser negativos.

Kroos se ahorra y le ahorra a los demás su decadencia. Se va en lo mejor, según un ideal que ya Zidane apuntara y que no es ni mucho menos habitual, porque lo habitual ha sido irse escalonadamente, rebañando contratos decrecientes,  retiros exóticos o decadencias tan largas que desfiguraban el recuerdo.

Kroos se quiere ir como los roqueros o los divinos, dejando un bonito cadáver. Eludiendo una ley universal. No la toques más que así es la rosa.

Tiene algo de eutanásico su adiós. Su no sufrir, no envejecer, no deteriorarse. Solo recordaremos un perfil estatuario y se nos olvidarán pronto sus primeros jadeos. Suicida Kroos al futbolista en su esplendor, cuando hasta los más críticos disfrutaban con su mirilla de cazador vestido de tweed, su rítmico mecer, su juego altivo, la cabeza tan alta como la modelo más esquiva…

Se va una especie de aristócrata que embelesaba un poco la gran catetez del fútbol.

Pero lo principal, fútbol aparte, es esa forma de irse que instituye en el Madrid pluscuamperfecto y que podría decirnos algo: irse sin que sobre nada, sin que nadie tenga que carraspear, con la trayectoria exacta, medida, como si su misma carrera, esos diez años que han pasado en nada, fueran uno de sus centros, una hermosa y callada parábola de gentileza. 

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