martes, 21 de mayo de 2024

La diferencia entre un toro encastado y un animal domesticado / por Pla Ventura

Emilio de Justo

"..la actitud de Emilio de Justo, un hombre que está toreando en todas las ferias podía haberse aliviado y, para demostrar su grandeza, una vez más, se enfrentó a una auténtica corrida de toros que, como todo el mundo pudo ver, además de emocionarnos a todos, con su arrojo, valor, torería y gran concepto del arte, todo ello, frente a los toros de Santa Coloma pudo haberle costado muy caro.."


La diferencia entre un toro encastado y un animal domesticado

Pla Ventura
Toros de Lidia/20 mayo, 2024
La cogida sufrida por Emilio de Justo el pasado viernes en Madrid nos ha hecho reflexionar para poder explicar, en la medida en que se pueda, la diferencia que existe, en todos los órdenes, entre un toro encastado y un animal de los que suelen lidiar las figuras del toreo consagradas. El verdadero peligro de un toro empieza por la casta, nada que ver con la bondad franciscana de esas ganaderías llamadas comerciales que, difícilmente hieren a los toreros. Y, cuidado, somos conscientes de que un toro puede hacerte daño hasta con el rabo.

Por supuesto que nadie quiere que el torero resulte herido, ni lo quiero yo ni lo quiere nadie, pero, todo es muy distinto cuando desde el tendido se palpa el peligro que existe en el ruedo o cuando la gente, prisionera del hastío, come pipas en el transcurso del festejo. Y ese peligro que aludo solo viene dado por la casta, por la fiereza, por las intenciones de un toro determinado en que, como ayer con los Miura, en cada toro se palpaba la ilusión de los bicornes por llevar a los toreros al hule. Y eso que parece lo más sencillo del mundo, diríamos que debería ser lo normal, en las corridas en la que se anuncia un acontecimiento de relevancia por aquello de los grandes toreros contratados al efecto, rara vez sucede que el aficionado se emocione desde su localidad.

Quiero hacer un paralelismo entre las dos cogidas que ha habido en Madrid, una con los toros de Victoriano del Río y, la siguiente con los toros de La Quinta. El toro de Victoriano del Rio se encontró en su camino a Tomás Rufo, le prendió, le volteó y se marchó el toro como pidiéndole disculpas al matador. Es cierto que, pudo haberle herido, por supuesto que sí. Pero lo relevante del asunto es que el toro, dada su nobleza y sin el menor atisbo de casta, no quiso hacer presa con el torero. La otra cara de la moneda le tocó en “suerte” a Emilio de Justo con el toro de La Quinta que, le prendió no porque se lo encontrara en el camino, más bien porque desde el primer muletazo le iba buscando. La cogida, en un primer instante, al caer de cabeza el diestro nos hizo presagiar la tragedia que supuso para De Justo hace dos años en Madrid. Luego, tras estar el torero a merced del toro, éste le buscó con saña, le asestó varias puñaladas para matarlo, pero, como dije en la crónica, estaba Dios allí para evitar lo que pudo haber sido una tragedia que todos hubiéramos lamentado.

Esa es la diferencia entre un toro noblote y un animal encastado, lo relatado es la prueba evidente del peligro que tiene la casta y la fiereza de un bicorne mientras que, los llamados toros comerciales, o sea, los aborregados, las diferencia es abismal porque mientras los primeros, los de la casta, te buscan con saña para herirte, los que no tienen maldad, aunque te cojan, como no lo hacen con saña, si no te hieren en el preciso instante de la cogida estás salvado.

Sea como fuere, en calidad de aficionados preferimos el milagro de la casta, la razón por la que huyen despavoridos todos aquellos que pueden hacerlo porque, claro, es más cómodo matar el toro constatado por aquello de su bondad, aunque no tenga el menor atisbo ni de casta ni de fiereza, por dicha razón, la actitud de Emilio de Justo, un hombre que está toreando en todas las ferias podía haberse aliviado y, para demostrar su grandeza, una vez más, se enfrentó a una auténtica corrida de toros que, como todo el mundo pudo ver, además de emocionarnos a todos, con su arrojo, valor, torería y gran concepto del arte, todo ello, frente a los toros de Santa Coloma pudo haberle costado muy caro. Pero no olvidemos que, solo existe esa fórmula para convencer a todo el mundo. Luego, claro, están los sucedáneos, pero ya no es lo mismo.

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