viernes, 24 de mayo de 2024

MADRID/ 12ª San Isidro Fuera de contexto / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Ortega cogido por “Cubanoso”. Foto: Las Ventas

La estética y torería de Juan Ortega exoneran una tarde llena de gente, mansos e insultante vulgaridad. Talavante, una oreja del único que embistió y Rufo saluda una ovación…

Fuera de contexto

Jorge Arturo Díaz Reyes
CronicaToro/Cali, V 23 2024
La plaza, pletórica de sol, público y expectación había descendido toro a toro de la ilusión al desastre. Hervían el enojo, la protesta, la ironía. Los gritos pidiendo ¡Toro! Los oles de cachondeo, los pitos. Un desastre sí. Entonces saltó el quinto, “Cubanoso”, feo y también protestado con rabia.

Despectivo recorrió el ruedo como desafiando a sus detractores. Y Juan Ortega, burdeos y oro, capote a dos manos, le salió al paso y dibujó cuatro lances de tan modosa delicadeza y tal exquisitez que parecieron fuera del burdo contexto de la tarde, y que por un instante alcanzaron a insinuar un apaciguamiento de las hostilidades. Ahí fue cuando, el cazador pitón izquierdo le asestó un navajazo al capote abriéndolo de lado a lado.

Y la marea de frustración recreció hasta el escándalo. Bajo ella Juan José Palomares pone una puya baja y corregida y otra bien atrás de las cuales el toro sale blandeando y atizando el odio. En el tercio de banderillas parecía palparse y poderse cortar un cuchillo el deseo de que el animal cayera para justificar su devolución. Pero no, el malhadado se tuvo y se mantuvo sobre sus cuatro patas.

Vertical, sobrio, sereno, quizá el único en la augusta catedral, el trianero fue a él, muleta en la diestra y lo pasó elegantemente tres veces y al embroque de un trincherazo que pintaba de los suyos, el pitón en cuestión el izquierdo lo alcanzó y le lanzó al aire. ¡Uf! Ahí quedó inmóvil, mientras sus hombres se llevaban el agresor. Luego volvieron por él, a levantarlo y revisarlo. Se sacudió de ellos y como estaban las cosas volvió a la brega. Todos, presentes y televidentes, pensábamos que para unos macheteos de castigo con el cuerpo a buen recaudo, pedir la espada y salir del trance cuanto antes como es de uso entre los artistas caros.

No. Nada de eso. Volvió a la lidia. Tocó de pitón a pitón las violentas cabezadas, como para reanudar el discurso, y bordó, sí, bordó (no es metáfora) tres suertes de sublime belleza y un cambio de mano que convirtieron las furias en una emocionada ovación. Cuatro, más cambio y pecho, así, así como es el, únicamente él. Y ahora sí, la gente vio el milagro del toreo. El que ha sobrevivido por los siglos de los siglos. Tras la siguiente tanda, un desarme no logró refutar esa verdad. Cinco por el mismo lado, y el ayudado por bajo. Todo con esa economía de movimientos, con esa facilidad, con esa seriedad, con esa humilde majestuosidad. El arte suaviza hasta el talante de las bestias. Se tiró honradamente, pero la espada quedó solo media, y delantera por el cabezazo del malo. No daba para pelo. Pero qué importa. La ovación de saludo fue monumental. Tenía que serlo, acababa de suceder el toreo. Por una vez en la tarde.

Lo demás fue lo de menos. A Rufo, con la primera plaza del mundo convertida en un ruedo de talanqueras, le pidieron una oreja (no concedida), por una maratón de persecución a un manso sinvergüenza que huía tras cada suerte y un bajonazo. 

Más don Eutimio Carrecedo Pastor no se prestó. ¡Ah! Y a Talavante, torero de la empresa, sí se la dieron por una faena de trámite y una estocada desprendida, al único que se dejó.

FICHA DEL FESTEJO
Madrid. Jueves 23 de mayo 2024. Plaza de Las Ventas. 
12ª de San Isidro. Nubes. Lleno de no hay billetes. Siete toros de Puerto de San Lorenzo bien presentados, en 576 kilos promedio, cinqueños (menos el 4°).

Alejandro Talavante, oreja y silencio
Juan Ortega, silencio y saludo
Tomás Rufo, silencio y saludo tras petición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario