lunes, 21 de febrero de 2011

MATAR UN RUISEÑOR: PEPÍN MARIÑAS / Por Aquilino Sáncez Nodal


""..Las corridas de toros televisadas han desaparecido por la corrupción de los que estaban, algunos siguen, al mando de las negociaciones con las cadenas solo,  interesados en llenar la maleta y salir corriendo sin mirar atrás, de una y otra parte. No se comprende que los gobiernos españoles ignoren el carácter social de estas programaciones y excluir un espectáculo cultural, tradicional y aglutinante ideológico de la mayoría de los ciudadanos de España...""

MATAR UN RUISEÑOR: PEPÍN MARIÑAS

Aquilino Sánchez Nodal.

Lunes, 21 de febrero de 2011

Totalmente de acuerdo con el artículo de Pedro Javier Cáceres, mal panorama se nos presenta. Es natural que con las exigencias que manejaron los mandones de las asociaciones profesionales, en especial los subalternos, las retransmisiones en directo desaparecerán sin remedio. Hace varias décadas tuve la suerte de conocer a un periodista enjuto, inteligente, atrevido y defensor de su profesión de comentarista taurino, Pepín Mateo Mariñas. Es posible que fuera el último profesional en dar información taurina diaria por televisión. Al principio de hacerse cargo en el telediario de la noche disponía de 5 minutos. Por motivos de programación lo dejaron en 60 segundos. Seguía siendo el mejor escaparate de la Fiesta y su actualidad ya que se emitía 7 días a la semana. Como en la Cope un día dejó de emitirse sin más.

     La primera conexión de televisión en España fue en 1.948 y como no, una corrida de toros desde la "Chata". Fue un fracaso. La segunda, de nuevo, otra corrida de toros que la pudieron ver los afortunados que consiguieron acceder al salón principal del Círculo de Bellas Artes convertido en centro de producción y recepción en varias pantallas. Asistió doña Carmen Polo. Los españolitos aficionados que queríamos ver una corrida teníamos que recurrir a los locales que disponían de televisor en bares que se podía fumar o en casa de algún vecino afortunado. 

     Surge el egoísmo paranoico de los subalternos y exigen cobrar derechos de imagen. Tal era el canon exigido aceptado en protocolo firmado entre asociaciones profesionales. Con la televisión de corridas los empresarios modestos perdían dinero cuando organizaban un festejo cuando y se emitía otro de mayor atractivo desde otra plaza a la misma hora. Aún así, Joaquín Prat y José Luis Carabias hicieron unas campañas inolvidables a favor de las corridas televisadas antes del impuesto revolucionario de los inaceptables, por desmesurados, derechos de imagen. 

El protocolo que regulaba las retransmisiones se celebran cada vez que se pide permiso para televisar de un empresario. Se reúnen en comité, actualmente A.N.O.E.T.  y los subalternos, también las agrupaciones de matadores pero estos últimos ni pinchan ni cortan sino son de la secta VIP. 

Los picadores y banderilleros confeccionan las normativas y los emolumentos a cobrar por cada festejo. En un principio existían 3 divisiones en la temporada, la Alta, si se retransmitía en esas fechas el empresario “televisario” resarcía a los modestos que daban festejo coincidiendo. 

Si un empresario de modesta condición no le llega para pagar los derechos de imagen, los subalternos hacen una huelga contra la plaza o la localidad en que se encuentra ya sea de carácter privado o público y ese pueblo se queda sin toros aunque la culpable sea la empresa contratada para organizar su feria. patronal. Prevaricación de los dirigentes o mafia laboral en demostración de la turba es la ley. 

Si algún banderillero independiente que no pertenece a la UNPBE actúa en un festejo televisado no recibe el suplemento que le corresponde por derechos de imagen sin un duro enfrentamiento a los oficialmente inscritos y pasa a engrosar la lista de incómodo traidor no digno y merecedor de muerte laboral.

     Todo se desmadró y los empresarios hicieron la guerra por su cuenta televisando todo lo que surgía. Los telespectadores comenzaron a comparar tamaño de toros, estado de pitones y arte. Contemplaban una corrida de Bilbao y luego otra en Algete, creían que les estafaban, nada tenía que ver la presentación y la calidad entre ambas. Con aquel desbarajuste la Fiesta sufrió un daño irreparable que ha llegado al día de hoy.

     En una de esas reuniones propuse que se habilitara uno de esos canales que sobran en las cadenas de pago para dar espectáculos taurinos en directo o diferido las 24 horas, el mismo anuncio prometido por Canal + hace unos días, fue rechazado si no volvían a cobrar los derechos de imagen los subalternos por cada corrida repetida. Parece que con los sectarios de la Prisa si tragarán, ¡ojalá!.

     Es cierto que el tiempo da y quita razones. Si la avaricia, la incompetencia y la estupidez terminarán con las corridas televisadas sería como matar un ruiseñor. Castilla la Mancha, con innumerables defectos, sigue en sus trece, presiona, obliga y otorga las organizaciones a empresarios, no siempre muy recomendables pero todos los que participan saben que “son lentejas”.

     Murió Pepín Mariñas, Murió Curro Fetén, Joaquín Prat, Enrique Bojilla y también Manolillo Valencia, paladines en posesión de todos los chanchullos del toreo moderno, solo nos queda la afición de Jordi Gracía Candau y su estrangulado medio. Cuando le despidan o se aburra de aguantar a tanto cretino se acabarán toros al alcance de discapacitados, ancianos, parados y aficionados excluidos, solamente los que tengan. “contrato previo pago de su importe” con el nauseabundo Canal+ y su dictadura serán los agraciados. ¡…Y que no nos falte también!.

     Todo se puede mejorar, solo es cuestión de que las propuestas las hagan los que conocen la historia y su problemática. Las corridas de toros televisadas han desaparecido por la corrupción de los que estaban, algunos siguen, al mando de las negociaciones con las cadenas solo,  interesados en llenar la maleta y salir corriendo sin mirar atrás, de una y otra parte. No se comprende que los gobiernos españoles ignoren el carácter social de estas programaciones y excluir un espectáculo cultural, tradicional y aglutinante ideológico de la mayoría de los ciudadanos de España.

Aquilino Sánchez Nodal.

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