miércoles, 8 de junio de 2011

Beneficencia. El Rastrillo de los antitaurinos / Por José Ramón Márquez

Víspera de Beneficencia
Las 7, y aquí no está ni la perra loba

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Beneficencia.
El Rastrillo de los antitaurinos

"...La mayor fortuna que pueden tener los que vayan por Morante es que en su toro o en el de otro se pegue cuatro o cinco verónicas y una media. Los mitómanos cantarán entonces como oro molido esas verónicas cuyo mayor valor estriba en el hecho de que el torero se haya dignado a darlas...."
José Ramón Márquez
Corrida de Beneficencia en Madrid. Aún hemos llegado a conocerla cuando era una fiesta. Tengo un cartel en seda de los años diez en que se ve a una fila de desharrapados, mendigos, tullidos, niños descalzos, y abajo, a toda plana, la imagen de un fiero toro rompiendo las tablas de la barrera. Ya no hay desharrapados de aquellos, ni tampoco hay toros que rompan las barreras, ni hay Beneficencia. Se mantiene esta corrida con su denominación como un atavismo, sin más.

Ésta de hoy se preparó en enero. Juan Mora, Morante y July con los toros de Victoriano del Río. Un festín, dirán algunos. Yo, desde enero ya supe que no sacaría esta entrada. Esto es lo que creo que pasará y por lo que hoy no voy a estar en Las Ventas:

El mejor Mora es nada. Me dirán de sus maneras clásicas, de su forma de andar por la plaza y lo del estoque de verdad siempre en la mano. Vale. Ni sus maneras me parecen clásicas ni su forma de andar por la plaza me recuerda a la de los buenos toreros. Lo del estoque, sí que es verdad. Se tapará con unas trincherillas para que sus adeptos mantengan la ilusión del ‘viejo maestro’. Muchas carreritas, una manta de Béjar por muleta y, eso sí, en la mano el estoque de verdad.

La mayor fortuna que pueden tener los que vayan por Morante es que en su toro o en el de otro se pegue cuatro o cinco verónicas y una media. Los mitómanos cantarán entonces como oro molido esas verónicas cuyo mayor valor estriba en el hecho de que el torero se haya dignado a darlas. Morante tiene un capote pinturero, pero no es ni mucho menos uno de los cinco mejores capotes que uno ha visto, cosas de la edad, ni uno de los diez que lancea con más naturalidad; acaso uno de los más grandes de tamaño, eso sí. El sueño para los seguidores se completaría si pudiesen contemplar un exquisito inicio de faena o algún adornillo improvisado de los suyos. Me parece que el torero no está para mucho más: el toro de Madrid, aunque sea de Victoriano, impone más que el de por ahí, el torero está algo gordete y no está la cosa para sustos innecesarios.

July es la gran esperanza de la tarde. Tras su olvidado triunfo de la feria de San Isidro tiene que venir como un león a atizar a los espectadores otra de sus insoportables faenas de carrerillas y destoreo, cualidades a las que la selecta crítica ha bautizado como ‘poder’. Por desgracia no pudimos ver brillar el poderío de Julián con los Cuadri, pero a buen seguro que con los Victorianos, cochinetes de lidia, dará muestras inequívocas de su madurez y su poderío, tan innecesario, por cierto, con las reses que él lidia. Su objetivo nato son las orejas de los toros, pues es sabida su fijación por esos apéndices, y suyas serán haga lo que haga, salvo que sus toros se paren y no sean máquinas de repetir las embestidas, en cuyo caso podemos echar mano de la hostilidad de Madrid hacia el niño eterno, para taparle.

A Victoriano del Río le encantaría que José Tomás le adoptase de fetiche, ahora que se ha enfadado con el escrupuloso ganadero Cuvillo. Soñará con que sus toros hagan ‘tilín’, que vayan y vengan, que no creen problemas, que no saquen genio, que si les queda algo de casta se la traguen, que no den una voz más alta que otra, que sean buenos. Para eso los cría, para que echen una mano y no estorben. A lo mejor Tomás se fija en él.

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Un viejo abonado de la delantera de Andanada, cuya avanzadísima edad le impide seguir viniendo a los toros, serio y culto aficionado de los que ya apenas quedan, nunca acudía a la corrida de Beneficencia.

-¿Por qué, don Javier?

-Es que ese día hay muchas entradas regaladas por la Diputación y la plaza es poco seria. Viene mucha gente sólo a aplaudir, y luego se van tan frescos.

Hace lustros me parecía un extravagante. Hoy le entiendo a la perfección.

Víspera de Beneficencia
Japón heroico y galante
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