miércoles, 1 de junio de 2011

San Isidro: César Jiménez por la Puerta Grande / Por Juan Miguel Núñez

-César Jiménez trinufador en Las Ventas-
Fotografía: Luis M. Sánchez-Burladero

César Jiménez por la Puerta Grande
 tras hacer lo más importante de la feria
Juan Miguel Núñez / EFE
Madrid, 31 may (EFE).- Lo más importante de la feria de San Isidro lo ha hecho hoy Cesar Jiménez en Las Ventas, en sendas faenas de una oreja cada una, en las que se premió la plasticidad y la hondura, la entrega y el valor, la técnica y la torería, como magnífico compendio del mejor toreo.
ROTUNDO CÉSAR JIMÉNEZ
Dos orejas, una en cada toro, de muy distinto significado, las que cortó César Jiménez para salir a hombros por la Puerta Grande. Dos orejas, hay que advertir, de una absoluta rotundidad. La primera fue escasa para el reconocimiento que mereció la faena.
Aunque todavía faltan dos días para que caiga el telón de la feria, ya se puede aventurar que esa faena de Jiménez a su primer toro va a tener consideración de "la mejor" del serial. Mal que le pese al presidente, que jugó a la contra, remoloneando para sacar el pañuelo, que aguantó hasta el último instante para cansar al público en la petición, y evitar así el doble trofeo.
Malvada estrategia para negar y reconocer lo evidente: la faena más exacta y rotunda, la más compacta y bella, la más emotiva también por las características del toro, que aún teniendo clase fue muy fiero y exigente. La faena de la feria, para ser claros. La más importante con diferencia de las que se han llevado a cabo este mes de mayo en Las Ventas, dicho sin querer hacer de menos a Alejandro Talavante y a José María Manzanares, premiados cada uno de ellos con el doble trofeo de un toro.
Gran toro el primero, sí, pero había que estar ahí. Siempre se ha dicho de estos toros que son los que descubren a los malos toreros, puesto que son los pueden dejarlos en evidencia. Y habría que aplicar esa misma fórmula pero con la variante de que es ahí donde hay que ver también a los buenos toreros, caso de César Jiménez. ¡Qué maravilla de torero!
La faena resultó maciza por la forma que tuvo el torero de afrontar el reto, muy plantado y firme. Y bella y emotiva, de una extraordinaria hondura, por la interpretación, de mano muy baja, con media muleta barriendo la arena. Figura de notable empaque y arrogancia, de mando y poderío, de mucha suficiencia.
Mejor si cabe por el pitón derecho, aunque al natural también hubo pasajes de alta nota. Al caer el toro tras la estocada, la plaza se puso blanca de pañuelos como nunca había estado esta feria. Le faltó sensibilidad al presidente para haber sacado el primer pañuelo mucho antes de que las mulillas estuvieran a punto de arrancar para el desolladero. Muy mal "el Palco".
Menos mal que todavía hubo oportunidad para redondear la tarde, con el sobrero de Carmen Segovia que hizo quinto, aunque mirándolo bien tampoco fue tal oportunidad, pues no fue nada claro este toro, berreón y un punto violento.
Jiménez -quien sabe lo que busca encuentra lo que quiere- estuvo muy despejado de ideas y, de nuevo, con firmeza consiguió imponerse al astado en una faena también de interesantes apuntes. De nuevo funcionó la espada a la primera, y cayó la otra oreja con la que tan merecidamente iba a abrir la Puerta Grande.
Del resto del festejo hay que señalar que Eugenio de Mora, con un lote infumable, estuvo muy digno, y sin darse importancia, con aplomo, entrega y sinceridad, con valor y recursos. En el marrajo primero, manso y con mucho genio, tragó lo indecible. Y aguantó asimismo el tirón con el imposible cuarto, que no tuvo un pase por ningún pitón.
Javier Cortés pasó algunos apuros con el tardo y bronco primero, en el que se hizo un autoquite de mucha serenidad cuando estaba caído a merced del toro. El sexto, sin clase no fondo, puso otra vez a prueba su voluntad, pero no hubo forma.
Al final, a hombros César Jiménez, torero "resucitado" después de cinco años con otro "portazo" que no fue convenientemente rentabilizado. El reto ahora es para su apoderado, Ángel Bernal, que tiene que volver a ponerlo en todas las ferias. "La Fiesta" lo necesita. EFE
FICHA DEL FESTEJO.-
Cinco toros de Peñajara, bien presentados y de juego desigual, destacando el buen segundo, extraordinario toro, bravo en el caballo, y en la muleta con clase y fiereza, mucha "transmisión". Toro, naturalmente, ovacionado en el arrastre. Los otros cuatro, bajos de raza y de poco juego, sobre todo primero y cuarto, estos con peligro. El quinto, sobrero de Carmen Segovia, se movió pero con brusquedad.
Eugenio de Mora: estocada desprendida (silencio); y estocada desprendida (silencio).
César Jiménez: estocada (oreja); y estocada (oreja).
Javier Cortés: pinchazo, estocada baja y cuatro descabellos (silencio); y estocada (silencio).
En cuadrillas, Jesús Arruga, "tercero" de la cuadrilla de Jiménez puso dos estupendos pares en los toros segundo y quinto, desmonterándose en este último, e invitando a compartir la ovación a su compañero José Daniel Ruano.
En la enfermería fue atendido Eugenio de Mora de "una herida en la cara dorsal de la mano derecha, de pronóstico leve".
La plaza se llenó en tarde de nubes y claros.
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