jueves, 2 de junio de 2011

SAN ISIDRO: Valeroso David Mora / Por Juan Miguel Núñez / EFE

David Mora con su primero de Palha

Valeroso David Mora,
el único que se salva de una corrida pelmazo
Juan Miguel Núñez
Madrid, 1 jun (EFE).- Un valeroso David Mora fue la excepción del pelmazo de corrida de hoy en Las Ventas, festejo en el que fallaron a partes iguales toros y toreros.
NO ERA CORRIDA PARA MADRID
Tenía que habérselo pensado el ganadero antes de aceptar el compromiso de lidiar una corrida así en Las Ventas. Una corrida que, a la vista de lo que salió por chiqueros, no existía en la camada de este año. ¿Para qué arriesgar el prestigio de una divisa con fama de torista, cuando se da por descontado que va a fallar el toro por su escasa y desigual presencia? Es lo que tiene la vanidad.
Todos quieren venir a Madrid, pero no anunciándose de cualquier manera. Joao Folque de Mendoza, propietario de Palha, otras veces ensalzado en esta misma plaza por su criterio y forma de criar toros, hoy ha dado un notable paso atrás con la corrida que ha traído, ayuna de lo más mínimo en todos los conceptos de la bravura. Las palmas de tango y los gritos a coro de "¡toooooros-tooooros!" le va a hacer recapacitar para la próxima.
La corrida ha sido mala sin paliativos. Los toros no han servido por su extrema mansedumbre. Y a eso hay que añadir la dificultad del viento.
De los toreros, salvo la muy honrosa excepción de David Mora, tampoco hay mucho bueno que contar.
Al colombiano Bolívar le faltó confianza en el primero, el único toro de los titulares que "medio se dejó" por el pitón derecho, aunque sin llegar a ser claro del todo. Hubo prisas en el trasteo, mucha destemplaza y, lo que más se notó, poca confianza para dar el paso adelante en los cites. Descruzado el torero, que además echó casi siempre el toro para fuera, a pesar de algún muletazo muy aislado, el trasteo resultó de lo más anodino.
El cuarto fue mucho más complicado, "metiéndose" por los dos pitones. Un toro poco franco, que arrollaba, con el que Bolívar estuvo aún más desconfiado.
Lo de Salvador Cortés en el segundo tuvo también su miga. Toro que le costaba arrancar, y cuando lo hacía era llevando la cara arriba y para terminar frenándose. Y torero que pretendía aparentar lo que no estaba dispuesto. En resumidas cuentas, ni Cortés llegó a ponerse en el sitio, como si no supiera por dónde meterle mano, ni el sobrero de Carmen Segovia quiso embestir. Un simulacro de faena.
El quinto hacía amagos de humillar, pero para terminar colándose y tirando hachazos. Cortés puso voluntad aparente, pero sólo eso, aparente, pues rectificó mucho, recolocándose continuamente, sin llegar a nada.
Mora tampoco resolvió el triunfo, pero al menos se hizo notar, por actitud y aptitud. En su incómodo primero, que llevaba la cara por las nubes, estuvo queriendo mucho, muy firme y solvente. Aunque quizás se equivocó en los planteamientos al querer hacer la faena donde más soplaba el viento, no obstante, ahí "vendió" muy bien el peligro del toro, ganándose el respeto de la plaza.
Más y mejor en el sexto, un toraco que embestía a trompicones y se frenaba. Toro que se movía, pero con poco celo, sin terminar de humillar, ni de pasar. Difícil papeleta, que resolvió a base de insistir y tragar. De hecho hubo muletazos, aunque aislados, largos y de muy buen trazo. Lo mejor, lo único de la tarde. EFE
FICHA DEL FESTEJO.-
Cuatro toros portugueses de Palha, y sendos sobreros de Carmen Segovia, el segundo, y otro de Aurelio Hernando, el sexto, mal presentados, mansos y deslucidos. De hechuras muy desiguales, la corrida fue un muestrario de toros de todo tipo, entre el escurrido primero, el anovillado tercero, el grandón quinto y el zambombo sexto. Característica común en todos, la mansedumbre. No era corrida para Madrid, y menos en San Isidro.
Luis Bolívar: bajonazo (silencio tras aviso); y casi entera delantera y desprendida (silencio).
Salvador Cortés: estocada y dos descabellos (silencio tras aviso); y pinchazo, otro hondo y media (silencio tras aviso).
David Mora: metisaca y estocada que asoma (silencio); y pinchazo y estocada (ovación).
En cuadrillas, Juan José Domínguez y Pedro Mariscal saludaron tras banderillear al segundo, y estuvo muy oportuno en quites a la salida de banderillas, sin molestar al toro, Domingo Navarro.
La infanta Elena presenció el festejo desde el palco Real, recibiendo el brindis de los tres espadas en sus respectivos primeros toros.
La plaza se llenó en tarde despejada y de viento a rachas que molestó mucho en el ruedo.

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