Uno de los victorinos lidiado en la reciente feria de Bilbao |
"...El toreo tiene
que recuperar sus valores de identidad y desterrar los tópicos con los que se
quiere justificar la realidad. El público está abandonando las plazas de toros
no sólo por la crisis económica, que indudablemente existe, es peor la “crisis
del toro”, y para volver a meter a la gente en las plazas hay que recuperar el
toro y el toreo..."
¿Hasta cuándo? ¿Hacia dónde?
José Luis García García
Presidente de la Plaza de Toros de SegoviaDecano de los Presidentes
Agosto/2012
Esta
tan enraizada fiesta de toros, tan nuestra, tan española y también universal,
tradicionalmente estuvo adornada por una serie de valores como la autenticidad,
la pureza, la integridad, y cuya piedra angular gravitaba sobre el toro de
lidia que, por su casta y su fuerza, generaba la emoción suficiente para que el
espectador, el aficionado, estuviera pendiente en todo momento de cuanto
aconteciera en el ruedo y, además, propiciaba que de la simbiosis entre el toro
y el torero surgiera el sublime arte.
Desde hace ya algunas temporadas,
más de las que se quiere reconocer, en las plazas de toros se está produciendo
un éxodo entre los espectadores, incluyendo, por supuesto, entre éstos a los
aficionados y, sin embargo, por parte de los profesionales siempre se escucha
la misma canción, que si la culpa la tiene la crisis económica que está
incidiendo de una manera bestial en el espectáculo, que si la fiesta tenía que
estar en Cultura, que si el espectáculo está excesivamente gravado por los
impuestos, que si tal que si cual.
Primero pidieron que la competencia
de los mismos se traspasara del Ministerio del Interior al de Cultura y cuando
se promulgó el Real Decreto de traspaso de competencias pudimos comprobar lo
que verdaderamente se traspasaba que no era otra cosa que el registro de los
profesionales y la comisión consultiva nacional de asuntos taurinos, como no
podía ser de otra manera al no haber otras competencias radicadas en Interior
y, claro, estando ya en Cultura también se disponía que a este ministerio le
corresponde el fomento y la protección de la tauromaquia.
Pero que nadie se equivoque, detrás
de esas palabras lo que subyacía y así sigue siendo es la autorregulación de la
fiesta por los profesionales y un espectáculo público como es éste si quiere
mantener con un mínimo de integridad y pureza siempre demandará la
intervención, la tutela del poder público.
Solicitaban insistentemente que
fuera rebajado el I.V.A. por el agravio existente con otros espectáculos y, sin
embargo, a ningún empresario se escuchó que esa rebaja incidiría también en el
importe de las localidades, en la parte que el empresario se embolsa descontado
el I.V.A.
Mas a nadie se le ha ocurrido tomar
algún tipo de iniciativas para atraer a la juventud a las plazas de toros. No
hemos de olvidar que para hacer afición hay que cuidar la cantera. Aquí todos
los aficionados veteranos, los antiguos, lo hemos sido a base de ver festejos
taurinos y comenzamos a muy temprana edad, llevados de la mano de nuestros
padres. Nadie hasta ahora ha sabido o ha querido contrarrestar ese abanico tan
amplio que, en lo que al ocio se refiere, disfruta la juventud de nuestros
días. Y cuando digo nadie, obviamente me estoy refiriendo al organizador del
espectáculo.
No hace mucho una frase que estaba
en boca de los profesionales era la de que “la fiesta se defiende por sí sola”,
pues miren ustedes cómo el paso del tiempo, con algunos desgraciados hechos que
están en la mente de todos (v.g. prohibición de los toros en Cataluña, aunque
prácticamente estaban acabados al no celebrarse espectáculos taurinos más que
en la Monumental de Barcelona), ha venido a demostrar lo contrario; la fiesta
necesita, y mucho, de la defensa de todos para su pervivencia.
Mal que nos pese no son de extrañar
los males que están aquejando nuestra fiesta de toros; posiblemente lo que es
el desarrollo del espectáculo esté necesitado de una adaptación a las
exigencias de los tiempos actuales, a la sociedad que vivimos, que a lo mejor
demanda una reforma del mismo, pero, desde luego, nunca privándola de lo que
siempre ha sido su esencia, de los valores que atesora y sobre los que se
asienta, el toro y el toreo.
El toro que actualmente se lidia,
ese que dicen tiene mucha más “toreabilidad”, yo diría que lo que tiene es
“docilidad”, ese no crea emoción, no crea sensación de peligro, de riesgo, en
la mayoría de las ocasiones lo que atesora es una embestida que, por excesivamente noblona, es aborregada, y así
por mucho que digan no vamos a ninguna parte. Si el público en los tendidos se
dedica a comer pipas, malo; si la faena no suscita el interés permanente entre
los asistentes, malo; si entre el espectador se genera la sensación de que
aquello que está presenciando lo puede hacer cualquiera, malo. Esta fiesta
siempre se significó por el riesgo y la emoción y si desaparecen estas
identidades, desaparecerá la fiesta de toros.
El torero tiene que realizar el
toreo de verdad, ajustándose a los cánones que le definen. Ese toreo actual de
esconder la pierna de salida en la faena de muleta con la excusa de que así de
alarga más el pase no es verdad, lo que sucede no es otra cosa que un alivio
para el torero por el menor riesgo al descargar la suerte.
El toreo tiene que recuperar sus
valores de identidad y desterrar los tópicos con los que se quiere justificar
la realidad. El público está abandonando las plazas de toros no sólo por la
crisis económica, que indudablemente existe, es peor la “crisis del toro”, y
para volver a meter a la gente en las plazas hay que recuperar el toro y el
toreo.
La fiesta se defiende sola pero con
la verdad, la integridad, la autenticidad, no con el toro descastado, el toro
que no da sensación de riesgo, de peligro, que no crea emoción sino todo lo
contrario, aburrimiento, ni con el toreo monótono tirando líneas sin colocarse
el torero en el sitio, ni ejecutar las suertes, pero todas, como se deben
hacer.
Sólo así recuperando los valores que
la identifican el público volverá a las plazas. O ¿cómo se explican esas pobres
entradas en la feria de Fallas en Valencia, en la de Abril en Sevilla o incluso
en Madrid fuera del abono de San Isidro en las de la Comunidad y la mal llamada
del Arte y de la Cultura? O mismamente esa mini feria de la conmemoración del
50 aniversario de la plaza de Vista Alegra de Bilbao. De verdad, que no se
maquille la realidad invocando solamente la crisis económica.
No merece la pena hablar de si los
toreros integrados en el llamado G-10 no llena las plazas, que no las llenan
más que en contadísimas ocasiones, ni de los problemas generados con las
empresas por la cesión de derechos de imagen a esa empresa que es All Sport
Media, ni si los empresarios agrupados en A.N.O.E.T. han denunciado esa cesión
de derechos, si algunos de esos mismos empresarios son los apoderados de los
toreros que están en ese grupo, no merece la pena, pero ¿cómo se explica eso?
Como tampoco merece la pena hablar de la manipulación de las astas, del
enfundado, del “afeitado”, pues parece que haya un sentimiento generalizado de
aceptación.
¿Hasta cuando va a seguir saliendo
el toro descastado, el toro bobalicón por esa “toreabilidad” o mejor dicho esa
docilidad, que se ha ido buscando en la selección, ese descastamiento que
impera en la actualidad? ¿Hasta cuando el toreo va a estar ayuno de verdad?,
porque nada tiene que ver el dar pases con torear. ¿Hacia donde se quiere
llevar la fiesta? Mal camino lleva si sigue por esos derroteros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario